Cecilia Ayala levanta su mano, la agita y celebra que su encierro está próximo a terminar. Desde que el llegó a México ha permanecido en su casa para evitar cualquier contagio, pero ahora que fue vacunada contra esta enfermedad, no esconde su felicidad y el deseo de volver a salir a la calle sin miedo.

Aunque tiene 72 años, el confinamiento por la pandemia le ha caído de peso. Ella misma se describe como una mujer “vaga”, a quien siempre le ha gustado moverse sin restricciones, ir de un lado a otro, sola o acompañada.

“Estos meses fueron estresantes, agobiantes, con miedo, y como los ratones que esperan que abran la puerta para salir a comerse el queso, salir corriendo hacia afuera porque estábamos presos”, externa Cecilia.

La semana pasada, Cecilia fue una de las primeras en aplicarse la vacuna contra el coronavirus en la alcaldía Venustiano Carranza, en la Ciudad de México, o como ella dice: fue una de las primeras en recibir “nueva vida”.

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Luego de haber sido inmunizada con una primera dosis, Cecilia compartió a que extraña muchas cosas de su antigua vida, pero principalmente echa de menos reunirse físicamente con sus seres queridos, salir a pasear al Centro Histórico de la capital y acudir a la Basílica para ver a la Virgen. “Yo iba donde me llevara el viento, como ya no pago pasaje, me subo a cualquier transporte y vámonos, a la Villa, al Centro”, cuenta entre risas.

El gusto de estar fuera de su hogar no se le quitó con el paso de los años e incluso admite que, por el agobio de la pandemia, se escapó de su casa dos veces. Esas únicas salidas las aprovechó para ir al Centro Histórico, donde compró estambre para hacer carpetas y gorritos, su único entretenimiento durante el confinamiento.

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“¡Uy!, cada que me salía me querían comer, me decían mis hijas que para qué me salí, me decían hasta de lo que me iba a morir, pero era por mi bien”, dice.

Estar alejada de su familia también ha sido otro reto para ella, pues aunque vive con sus dos hijas y sus nietos, al resto de sus seres queridos sólo los saluda por teléfono o a través de videoconferencias, cuando son cumpleaños y en fechas especiales como Navidad y Año Nuevo.

“Ha sido horrible, tengo un hermano que al principio de la pandemia se contagió, estuvo muy grave y hasta ahorita no lo he visto más que por el video, él antes, cada ocho días, iba a comer [a mi casa]”. Tras recibir la dosis, se muestra alegre y recomienda al resto de la población que también se inmunice para romper su encierro. “Esto es volver a nacer, volver a tener fe”, afirma.

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