De cada que ingresan a la primaria únicamente cuatro logran llegar a una universidad, de acuerdo con datos oficiales procesados por el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco).

Señala que de las 22 mil escuelas indígenas de educación básica del país 16% no cuentan con acceso a electricidad; 45% no tienen agua potable y sólo seis de cada 10 primarias indígenas tienen acceso a una sola computadora para fines pedagógicos.

“Hablar de la educación de los niños, adolescentes, y jóvenes indígenas en estos tiempos es hablar de situaciones que han sido olvidadas, invisibilizadas e incluso ignoradas por el Estado”, dice la investigadora de ese instituto, Martha Castro.

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El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) expone en su informe Educación para la población indígena en México: el derecho a una educación intercultural y bilingüe que a medida que se avanza a nivel educativo menos estudiantes de lengua indígena permanecen en las aulas.

Indica que “las escuelas en los contextos más pobres son las que, en mayores proporciones, tienen condiciones más precarias y ofrecen menor bienestar y oportunidades de aprendizaje a los estudiantes”.

Precisa que existen 14 programas destinados a garantizar el acceso al derecho a la educación de niños y adolescentes hablantes de una lengua indígena, de los cuales nueve, a cargo de la Secretaría de Educación Pública (SEP), sufrieron recortes.

“Dicha reducción presupuestal disminuyó la capacidad de los programas que apoyan a niños y adolescentes hablantes de lengua indígena para cumplir con sus objetivos y metas, repercutió en el acceso a materiales educativos de los docentes de educación indígena en los estados, así como en la capacitación que recibieron para atender a los alumnos durante la emergencia sanitaria”, destaca.

Castro dice a EL UNIVERSAL que las escuelas endógenas enfrentan problemas muy grandes en comparación con los planteles generales por los recursos pedagógicos a los que tienen acceso.

“Esto nos habla de un panorama diferente para el aprendizaje. No es lo mismo aprender en un salón de clases que está bien iluminado que en uno que carece de luz”, dice.

Expone que si no se atienden esos planteles con una mejor infraestructura, con materiales y con todos los servicios básicos difícilmente más estudiantes indígenas concluirán la educación obligatoria, que va desde preescolar hasta el bachillerato, condenándolos a seguir viviendo en la pobreza.

“No hay que perder de vista que la educación es un motor de movilidad social que permite encontrar un empleo digno. Por tanto, si existen barreras y desigualdades al final del día cuando esos estudiantes indígenas se conviertan en trabajadores las condiciones también van a estar precarizadas en el mercado laboral”, comenta.

Para Érik Avilés, académico del Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación José María Morelos, el sistema educativo ha abandonado a los niños, adolescentes y jóvenes de poblaciones y lenguas indígenas de todas las maneras posibles al no proveerles de instalaciones, de equipamiento, de docentes bilingües suficientes, así como de personal de asistencia y apoyo a la educación formado para trabajar en un entorno multicultural.

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“Mucho menos les proporciona las condiciones de alimentación escolar, traslado, uniformes, útiles escolares y calzado para que puedan ejercer, bajo una óptica de triple inclusión, sus derechos a estar, aprender y participar en las escuelas mexicanas. Ser niño o adolescente hablante de una lengua indígena debería de constituir una fortaleza, no un factor de discriminación”, dice.

Resalta que la educación básica para población indígena ha sido históricamente segregada por políticos y funcionarios, quienes no han generado las políticas públicas, la presupuestación ni las acciones necesarias para que personal, recursos e infraestructura se asignen suficientemente a esta modalidad educativa.

“Debemos demandar a todos los candidatos a puestos de elección popular que presenten un plan de acción para remediar estas profundas, vergonzosas e inaceptables brechas que pisotean a las infancias y juventudes de este sector de la población”, señala el académico.

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