Para el director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), , la semilla del neoliberalismo sigue presente en las aulas de los estudiantes y considera que se requerirán seis años más de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) que impulsa el gobierno federal para desterrarla porque, asegura, es un proceso difícil.

En entrevista con EL UNIVERSAL, expresa su rechazo hacia las pruebas estandarizadas como PISA, incluso las que ha realizado la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) al inicio de cada ciclo escolar.

Desde su óptica, esa ni ninguna otra tienen sentido. “Como investigador, como profesor de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, no tienen sentido las evaluaciones estandarizadas si no va a haber una contextualización de lo que sucede”.

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Admite que “sí sabemos que hay un rezago en cuestión de habilidades de lectura y matemáticas, pero para eso no se necesita PISA. [Basta] con hablar con cualquier maestro [que] me diría si estos colectivos que vienen de situaciones marginadas les cuesta más la lectura que estos que vienen de situaciones con privilegios. Es decir, no es lo mismo un niño que llega con la barriga vacía que un niño que llega desayunado y que en su casa hay luz y tiene internet o tiene libros. La prueba PISA nos dice bien poquito.

“Es decir, hacer una prueba estandarizada donde es lo mismo Singapur que México no está bien. ¿Por qué? Porque no son los mismos presupuestos los que se invierten, no es el mismo PIB que se tiene, no son las mismas culturas. Hacer una prueba estandarizada en los 32 estados tampoco es útil porque no son las mismas condiciones socioeconómicas y socioculturales las que se tienen. Entonces, sirve de muy poco hacer estos rankings.

“En su momento a la compañera Delfina [Gómez, extitular de la SEP] le pesaron mucho esos 70 millones [que se pagan a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico para aplicar PISA]. Por azares del destino estuve cercano a la decisión y sé que a la compañera, quien se formó en el normalismo, le pesó mucho ese contrato, pero tuvo que firmarlo”, comenta.

En su oficina, en una de cuyas paredes luce una fotografía del escritor, poeta y extitular de la SEP, Jaime Torres Bodet, entregando libros de texto gratuitos a un grupo de mujeres de condición humilde, Arriaga Navarro cuenta que la exsecretaria de Educación Pública y actual gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez, enfrentó varios problemas a su llegada a la dependencia.

Sobre desterrar el neoliberalismo del sistema educativo, insiste: “Será difícil. Quisiera imaginar que sí sacamos el neoliberalismo de las aulas, pero el proceso de privatización, por un lado, de convertir las escuelas en un negocio, y por otro, el proceso de fragmentación de los conocimientos, de ver la educación como una cuestión enciclopédica en donde esos conocimientos están en la altura, están en torres de marfil (...) Llevamos un año con la NEM, si nos dejan seis años más creo que se cambiará por completo la cultura escolar del país.

“Tendríamos 15 días cuando estaba la presión de que había que decidir PISA sí o no y firmar esos contratos. Entonces, con todo el dolor del corazón, vi a la maestra Delfina decir que sí porque no estaban las condiciones, no había plan de estudios, veníamos todavía del programa Aprende en Casa, con esos retos tuvo que decir sí a PISA”, narra.

En estos momentos se sabe que la SEP tiene suspendida la prueba piloto de PISA, ¿se está pensando en abandonar esta evaluación?

—No sé, no sé… esa es la preocupación. Hay países de Centro y Sudamérica que dieron la espalda a la prueba PISA o están a punto de darla, como Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Chile, Bolivia y Brasil, que se cuestionan el impacto de la prueba. Tengo contacto con esos ministerios de Educación, en los que se están preguntando qué ganan con la prueba, con ese ranking. Sólo que haya países desarrollados y que volteen a ver a las naciones en vías de desarrollo… tercermundistas y digan: “Ay, qué mal está la educación allá”.

Arriaga Navarro dice que la semana pasada Guatemala acordó que si México decide abandonar la evaluación de la OCDE, la nación gobernada por Bernardo Arévalo también dejará de aplicarla entre sus estudiantes de 15 años.

“Si México dice no a la prueba PISA habrá países, como Guatemala en este momento, donde se dijo que si México decía no a la prueba, tampoco ellos la harían”, expresa.

El también exdirector general de Bibliotecas Públicas en la Secretaría de Cultura destaca que “en la Dirección General de Materiales Educativos en nada influye lo que dice la prueba PISA para la elaboración de los libros de texto gratuitos”.

Hablando de los libros de texto gratuitos, ¿cuál es su opinión en torno a los dichos de que son comunistas y pretenden ideologizar a niñas, niños y adolescentes?

—Este tema, sin ofrecer pruebas, dañó mucho al libro de texto. El Presidente [Andrés Manuel López Obrador] en la misma conferencia matutina le pidió a su equipo buscar en los ejemplares cuántas veces venía la palabra comunismo y sólo encontró una en todos los libros. Y la palabra comunismo se encuentra en una cita muy famosa de Martin Niemöller que habla sobre el Holocausto: “Vinieron por los migrantes y como yo no era migrante no dije nada y se los llevaron, después vinieron por los judíos, pero como yo no era judío no dije nada y un día vinieron por los comunistas, pero como yo no era comunista, no dije nada, hasta que un día hasta que un día vinieron por mí y ya no hubo nadie que levantara la voz”.

Marx Arriaga argumenta además que México no es una nación con un sistema económico sustentado en una teoría como el comunismo.

“Haciendo un análisis sobre los libros de texto, podemos decir que son resultado del momento histórico que estamos viviendo... seguimos metidos en el neoliberalismo y en el capitalismo. Las políticas que se manejan a nivel occidental siguen centrándose en el consumo y en la libertad del mercado en la toma de decisiones.

“Y los libros de texto son un reflejo de aquello que es contrapeso, plantean una cuestión social frente a aquellos abusos del sector empresarial, de aquel liberalismo económico. Sí tratan de ser un contradiscurso, un contrapeso. No podemos dejarle el protagonismo solamente a los empresarios porque se está marginando a las demás personas y necesitamos tener una conciencia social. Por eso diría que si se trata de encasillar a estos libros diciendo que son comunistas no va a funcionar porque no tenemos ese modelo económico en el país”, establece.

Asegura que los estudiantes ya no ven a los libros de texto como “una carga, como algo que llevaban sobre la espalda o sobre el pulmón para ejercitarse o como un instrumento para pasar un examen. Hoy el libro de texto ya no está colmado de tantos ejercicios en que el profesor tachaba con plumón rojo o ponía una palomita y decía: ‘usted es un alumno de 10 y usted es un alumno de cero o de seis’. No, ya ven el libro de texto como una posibilidad para generar comunidad, para hacer amistad, para generar fraternidad, para ir resolviendo los problemas sociales que en algún momento pues ni se distinguían.

“Anteriormente, la escuela estaba más preocupada por lo abstracto que en voltear a su alrededor y ver los problemas sociales. Hoy esos problemas vienen a la escuela, entran al salón de clase para discutirlos y tomar conciencia desde cada uno de los grados y se aportan algunas ideas para tratar de transformar esas acciones en la medida de lo posible.

“Ya no se va a la escuela sólo para memorizar y pasar un examen, sino que ya se entiende que en la escuela se hace otra cosa, se forma ciudadanía, se forma un ser humano pleno. Ya no se simula para tener el título que te da pie a pasar a la secundaria y después a la preparatoria y luego a la universidad, sino que ya existe un compromiso social”.

El también doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, con una Maestría en Teoría y Licenciatura en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma Metropolitana, comenta que a diario utiliza el Metro porque, dice, cree en el humanismo mexicano.

“Mi salario me da para tener coche, vengo de la frontera donde casi regalan los automóviles, pero no lo hago porque creo en el humanismo mexicano que tiene esa implicación no solamente de reflexionar sobre la pobreza o las injusticias y verlas a la distancia, sino de acercarnos a ellas, vivir esas injusticias, sentir lo que siente aquel sujeto que sufrió esa injusticia y entonces tomar acciones para remediarlas”, comenta.

Precisa que los libros de texto gratuitos reflejan más lo que se denomina humanismo mexicano, que es diferente al europeo, asegura.

“Tiene un compromiso social, que no sólo sean torres de marfil donde se diga bueno, vamos a analizar las posibilidades de lo humano, pero sin ensuciarme las manos. Es decir, sí hablo de la pobreza, pero sin ir con los pobres, hablo de la violencia, pero sin ir a los espacios donde hay violencia. El humanismo que se plantea en la Nueva Escuela Mexicana es un humanismo diferente. Sí, hablar de la pobreza, pero estando rodeado de ella, ensuciándose las manos, de lo que sucede en ese problema social para ver cómo se puede solucionar desde la realidad”.

Arriaga Navarro habla sobre el futuro de los libros de texto gratuitos, así como de los planes y programas de estudio del próximo gobierno que encabece una de las candidatas punteras a la Presidencia de la República y dice que la decisión de realizar cambios tendrá que recaer en las maestras y en los maestros, y no en una sola persona.

“La NEM se hizo con base en el magisterio, se realizaron consultas y se consolidó en 2023 con lo que se denomina el humanismo mexicano, entonces, creo que en el caso de los de los libros de texto y de la Nueva Escuela Mexicana habrá que esperar a que los actores principales, que son los maestros y los estudiantes, decidan si es necesario realizar cambios en los libros de texto gratuitos o en los planes y programas de estudios”, puntualiza.

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