En México existe una cultura que no reconoce la igualdad entre hombres y mujeres, señaló Nadine Gasman, titular del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), quien confió también en que esta situación cambie en los próximos años por las políticas implementadas por el actual gobierno federal.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Gasman Zylbermann opinó que para lograr un cambio la clave será promover una mayor igualdad entre hombres y mujeres. Eso, dijo, ayudará a transformar la cultura machista que hoy ha provocado un incremento en la violencia de género.

La funcionaria destacó que el Inmujeres dio a conocer su Programa Nacional para la Igualdad entre Hombres y Mujeres (Proigualdad) 2020-2024, donde se establecen 267 acciones para mejorar la vida de las mexicanas y en el que deberán colaborar alrededor de 40 dependencias.

En Proigualdad se tienen definidos objetivos en seis rubros: empoderamiento económico, sistema de cuidados, atención de la violencia de género, liderazgo, la construcción de paz, y la salud y el bienestar de ellas.

¿Qué balance hace de estos dos años de gobierno?

—Estos dos años han sido muy intensos y con una vocación de transformación. Con eso construimos el Proigualdad, que es nuestra hoja de ruta y que recupera las principales problemáticas y aspiraciones de las mujeres.

El Proigualdad lo que hace es definir seis objetivos principales vinculados al empoderamiento económico, el sistema de cuidados, la prevención, atención y erradicación de la violencia contra las mujeres; el liderazgo de las mujeres en lo político, las empresas y las comunidades; incorpora un concepto de construcción de paz y un tema muy importante que tiene que ver con la salud y el bienestar.

Es a partir de esos seis objetivos que se desarrollan las líneas estratégicas y las acciones [para atender la igualdad de género] que son 267, las cuales están habladas, pactadas y planeadas con alrededor de 40 dependencias de la administración pública.

¿Qué diferencia hay entre este programa y los de otras administraciones federales?

—Los proigualdades anteriores eran sobre lo que le parecía al Inmujeres que debían hacer las secretarías, mientras que éste es sobre lo que las secretarías y las dependencias dijeron que podían hacer, querían hacer y están en posibilidad de hacer.

Lo que estamos haciendo es una gran cantidad de trabajo que transversaliza la perspectiva de género, por ejemplo, Sedatu tiene por un lado la planificación urbana con perspectiva de género, pero, por otro, tiene un programa de mujeres propietarias de la tierra que es una asignatura pendiente muy grande. Junto con la Procuraduría Agraria y con apoyo nuestro están haciendo una estrategia para que las mujeres tengan acceso a las tierras, y las puedan escriturar.

A pesar de estas acciones la violencia contra la mujer sigue, ¿por qué?

—Estamos en una cultura patriarcal, machista, desigual, donde culturalmente no reconocemos la igualdad entre hombres y mujeres, y esta cultura machista le dice a ellos: ‘Ellas no son iguales a ti y tú puedes disciplinarlas, hacer uso de su cuerpo’, es muy profundo el cambio cultural que se requiere.

Estamos muy preocupadas por todos los tipos de violencia y por eso fue que en el marco de la pandemia se decidió que la atención a la violencia contra las mujeres fuera un servicio esencial, porque sabíamos que había un riesgo en el “Quédate en casa” que pudiera exponer a las mujeres a más violencia y que tuvieran la posibilidad de pedir ayuda.

¿Cuánto tiempo podría pasar para que se dé ese cambio cultural que se espera?

—Es un cambio cultural profundo, implica un cambio de mentalidad muy importante. A mí personalmente me parece que los jóvenes hombres ya están cambiando y que las mujeres jóvenes también están cambiando, de tal manera que cosas que parecían normales y naturales antes, hoy día no se aceptan entre chicos y chicas jóvenes, pero es muy difícil saber cómo va a evolucionar [la cultura].

Yo espero que de pronto veamos los próximos años cambios importantes que tiene que ver con la suma de todo esto; hoy por hoy las jóvenes están empoderadas, ya no aceptan lo que hubiera aceptado mi abuela, mi mamá o hasta yo.

La gente ya sabe que la violencia contra las mujeres es un delito y soy de las que cree que vamos a ver cambios muy importantes en la cultura en los próximos años, pero no es de un día para otro, no es de un año para otro.

¿Entonces hay resistencias a ese cambio cultural?

—Por supuesto, hay un tema de mantener privilegios. El patriarcado ha tenido privilegios durante muchos años, centenas, miles de años, y no es fácil esta transformación, especialmente para los hombres, porque los sistemas, incluido el neoliberalismo y el capitalismo están basados, anclados en esta noción de la desigualdad tan profunda que es no pensar que todos somos iguales.

La Cuarta Transformación quiere modificar esto y en el centro está la idea de que somos iguales y debemos tener las mismas oportunidades, derechos.

El Presidente ha dicho que es una tradición que las mujeres cuiden a sus padres, ¿esa clase de ideas no complica el cambio cultural?

—Uno tiene que juzgar a la gente por los hechos, este gobierno es uno que muestra el compromiso con la agenda feminista, es un gobierno que tiene desde un gabinete paritario hasta todas estas políticas que te he platicado.

¿La violencia de género es el principal reto en materia de derechos humanos?

—El tema de igualdad y violencia, que son codependientes, son los centrales. Promover la igualdad, lograrla, tiene un impacto muy importante en reducir y eliminar la violencia contra ellas.

No podemos decir que es el tema más importante de la agenda, el tema más transformador de ésta es la promoción de la igualdad, y si la logramos vamos a disminuir la violencia.

¿De qué depende el éxito de su estrategia?

—Hemos logrado la voluntad política de que este tema sea prioritario en las agendas de construcción de paz y seguridad, de fortalecer las capacidades de las y los servidores públicos.

Otra cosa muy importante es el diálogo con las organizaciones de la sociedad civil. Lo hemos visto, sabemos que las organizaciones, los familiares tienen un papel muy importante, porque están recordándonos, exigiéndonos y [de lo que se trata es de] escuchar las voces de las mujeres, sus organizaciones, para ir adecuando el sistema.

¿El impacto económico del Covid-19 afectará la atención a las mujeres?

—En términos del presupuesto federal dedicado a la atención, a promover la igualdad sustantiva, lo que vemos es que a pesar de esa situación tan grave, con tanta dificultad, se ha preservado y de hecho se ha aumentado el presupuesto catalizador de igualdad entre hombres y mujeres que está en el anexo 13, que es de erogaciones para el tema.

De hecho, en relación con el presupuesto aprobado en 2020, hay un aumento de 21% a 24% , y ese anexo en esta administración se ha duplicado. Eso te habla de que hay una conciencia, un compromiso con mantener la atención a las mujeres.