Bruselas.— El verano en Europa transitará por una dimensión completamente distinta a la que vivieron los europeos en 2021, año en que comenzó el blindaje con el anhelado antídoto contra el

No hay más requisitos de pruebas y de cuarentena para los visitantes que deseen entrar a un territorio de la Europa rica. Tampoco el certificado Covid Digital, que acredita que una persona ha sido vacunada, se ha recuperado de la enfermedad o tiene prueba negativa de las últimas 72 horas, es más un criterio para restringir el libre movimiento.

Los balnearios ya no controlan la temperatura de los visitantes por decreto gubernamental, mientras que los centros de terapias y los parques de diversiones ya no operan por debajo de sus capacidades.

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En los restaurantes las micas plásticas que separan a los comensales son cosa del pasado, en tanto que los cines, el teatro, los circos y las salas de espectáculo no están obligadas a dejar butacas vacías para guardar la sana distancia.

Los museos tampoco son forzados a limitar el aforo por cuestión sanitaria, al tiempo que los festivales masivos de música electrónica, hip-hop, metal, rock y pop en países como Bélgica, están de vuelta, como en los tiempos en los que nadie sabía de la existencia del nuevo coronavirus.

El Reino Unido fue uno de los primeros en volver a la era previa a la pandemia, que en el Viejo Continente se ha cobrado más de un millón 997 mil vidas, de acuerdo con el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC).

El gobierno del premier Boris Johnson suprimió todas las restricciones a partir del 18 de marzo, en ese momento la cuarentena, la obligación del uso del tapabocas y las restricciones de viaje, quedaron completamente eliminadas.

Holanda emuló a los británicos cinco días más tarde. El temor a la variante ómicron llevó al premier Mark Rutte a implementar uno de los encierros más rigurosos del invierno pasado, del 19 de diciembre al 14 de enero prácticamente paralizó la actividad comercial y recreativa para contener la expansión de un virus menos letal, pero de fácil contagio.

A partir del 23 de marzo, el gabinete de Rutte levantó todas las medidas contra la pandemia, al determinar que el virus ya no representaba una amenaza.

La regla de la mascarilla quedó completamente anulada, incluyendo en el transporte público y la aviación.

Alemania y Bélgica siguieron a su vecino, relajando prácticamente todas las medidas sanitarias. Levantaron la obligación de la mascarilla, con excepción de algunos lugares, como los hospitales, las residencias de ancianos, los consultorios médicos y las farmacias.

Francia se movió en la misma dirección, suprimió sus últimas líneas de defensa ante Covid-19 el 16 de mayo. El uso de la mascarilla quedó sólo como mera recomendación para el transporte público y como requisito para enfermeros, pacientes y visitantes en entornos hospitalarios.

Lo mismo hicieron Austria, Grecia, Irlanda, Chipre, Polonia y Hungría, entre otros.

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Italia, el país de Occidente más golpeado al inicio de la pandemia y que fue “conejillo de Indias” en el desarrollo de los tratamientos médicos para reducir el riesgo de mortalidad, no ha bajado totalmente la guardia, aunque sí se ha relajado sustancialmente como el resto de los socios europeos. La Presidencia del Consejo de Ministros sostiene que la mascarilla es obligatoria en los medios de transporte y solamente es admisible la tipo FFP2.

Mantiene además el requisito de llevar el dispositivo en los establecimientos sanitarios, los establecimientos de hostelería de larga estancia, así como en lugares concurridos cuando no sea posible mantener la distancia adecuada, como estadios, iglesias y mercados.

Para el director de la Oficina para Europa de la Organización Mundial de la Salud, Hans Kluge, la apertura en muchos países fue “brutal”, pasaron de demasiadas restricciones a muy pocas en un periodo relativamente breve.

En su último corte de caja hecho el 12 de junio, el ECDC reportó que la transmisión comenzó a aumentar en Europa en general, particularmente entre las personas de más de 65 años.

Sin embargo, la tasa de mortalidad disminuyó por octava semana consecutiva, 7.1 muertes por millón de habitantes, en comparación con 8.7 la semana anterior. Sólo mostraron tendencia al alza Croacia y Liechtenstein.

La previsión para las siguientes dos semanas es que continúen las infecciones al alza, particularmente en Austria, Alemania, Italia, Malta, Holanda y Eslovenia, aunque la tendencia es hacia la estabilización de los ingresos hospitalarios, cuatro nuevos por 100 mil habitantes, y la caída de la tasa de mortalidad, 4.6 por millón de personas.

La reapertura de Europa ha ido de la mano de la vacunación. El 91% de los europeos mayores de 65 años, el grupo más vulnerable ante la enfermedad, se han puesto en el brazo por lo menos una dosis del biológico. El 72% de la población total cuenta con dosis de refuerzo.

La Asociación Europea de Turismo ve en la época de estío el relanzamiento del sector. No sólo se verá favorecido por la supresión de prácticamente todas las medidas restrictivas y el temor inicial causado en algunas partes de Europa por el conflicto de Rusia en Ucrania, ya superado.

Hubo un decrecimiento de alrededor de 10% de las reservaciones de boletos aéreos internacionales en los países de la Unión Europea durante las primeras cuatro semanas de la invasión rusa, en comparación con las cuatro semanas previas.

Juan Gómez García, titular de la Unidad de Inteligencia de Mercado de la firma especializada ForwardKeys, sostiene en un análisis que los viajes internacionales a Europa van en aumento y los destinos deben estar preparados para un verano que anticipa será lo más parecido a los días previos a la pandemia.

En 2019, la UE de los 27 registró alrededor de 539 millones de llegadas de turistas internacionales, casi 37% del total mundial. Para este julio y agosto, se espera que la actividad turística sea 19% por debajo de 2019, aunque es una mejora de las previsiones hechas en marzo, menos 27%.

Turquía, Portugal, Noruega, Grecia y España se perfilan como los mayores destinos. La industria del turismo fue una de las más golpeadas durante la pandemia. En 2020, las pérdidas registradas por el colapso del sector ascendían en la UE a mil millones de euros al mes.

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