San José.— Si los gobiernos americanos se resisten a vacunar contra el coronavirus a los millones de migrantes irregulares que viven y se movilizan por el hemisferio occidental, América perderá la guerra contra el Covid-19, advirtió el macedonio Aleksandar Arnikov, médico especialista en salud pública y epidemiología de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Como especialista en salud y migración de la OIM para las Américas, Arnikov calificó de “inaceptable” excluir de la inoculación a los migrantes irregulares, ya sea los 12 millones que están en Estados Unidos o los 6 millones de venezolanos y miles de cubanos, haitianos, centroamericanos, africanos y asiáticos que viven o deambulan por fronteras y zonas urbanas y rurales de México, y del resto de América Latina y el Caribe.

Si un país se niega a aplicar el medicamento a los extranjeros, por el simple hecho de carecer de un documento que muestre su normalidad migratoria, los perjudicados serán los ciudadanos y demás pobladores de esa nación que estarán expuestos a que las personas sin vacuna los puedan contagiar, explicó en entrevista con EL UNIVERSAL.

¿Cuál es el peligro de abstenerse a vacunar a los migrantes irregulares?

—El riesgo no viene porque sean irregulares, viene porque hay una opción peligrosa si todos los migrantes no están incluidos en las campañas de inmunización. Ese es el peligro más grave. Resulta inaceptable que los más afectados sean siempre quienes están en situación irregular, de conflicto, de pobreza, los desplazados por desastres naturales o conflictos. Todos estos grupos necesitan tener acceso equitativo al servicio de inmunización.

Antes de la enfermedad, los migrantes presentaban mayor vulnerabilidad por barreras lingüísticas, culturales, políticas o sociales que dificultaron su acceso a la salud y que ahora se hicieron más grandes, por xenofobia, estigmatización, exclusión. Muchos trabajadores migrantes perdieron dinero y quedaron en situación difícil.

Colombia decidió este mes que vacunará a un millón 800 mil venezolanos que ya migraron a ese país y a los que ingresen en los próximos dos años. ¿Qué representa este mensaje para otras naciones receptoras de migrantes sin importar nacionalidad?

—Es una iniciativa excelente para responder [a la crisis sanitaria]. Es un gran ejemplo que otros países pueden tomar en cuenta. Es muy importante incluir a todos los grupos de migrantes en las campañas de vacunación. Si los gobiernos toman este tipo de decisiones para incluir a los migrantes [en la vacunación], será un paso adelante para regularizarles su estatus general. Necesitamos entender que todos estamos en esta situación, sin excepciones.

Sí, nadie se puede bajar del mundo…

—[Ríe] Claro, todos, sin excepción. Por eso necesitamos tener campañas de vacunación inclusivas considerando todas las categorías y, especialmente, a las más vulnerables.

Si no estamos todos incluidos, esta pandemia permanecerá con nosotros mucho más tiempo del que queremos.

Este es un momento muy crítico: hay que despertarse y aceptar que la migración es un proceso cotidiano, que está con nosotros desde el inicio y estará para siempre.

¿Y cómo financiar la vacunación a los migrantes irregulares en países como los de América Latina y el Caribe en turbulencia económica?

—Para eso tenemos el Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19 [COVAX, por sus siglas en inglés], alianza internacional pública y privada para tener una distribución y acceso de vacunas más equitativa. Con la iniciativa Covax, muchos países han comenzado la vacunación. No tenemos otras soluciones, pero hay que buscarlas.

¿Puede haber reacción negativa cuando los nacionales de un país ven que los migrantes son vacunados antes que muchos de sus compatriotas?

—Si no incluimos a todos en la vacunación, vamos a perder la batalla contra la pandemia. Eso es seguro. Debe haber mensajes claros y claves de los gobiernos para excluir la xenofobia, la estigmatización a los migrantes, y que la comunidad entienda la necesidad de incorporar a todos.

La realidad es que la salud es un derecho.

—Es un derecho de todos. No es importante si estamos en situación regular o irregular: todos tenemos derecho a la salud, a la vida. Es uno de los derechos fundamentales y no lo podemos cambiar. Hay que recordar a los gobiernos que esta epidemia es algo extraordinario y la importancia del derecho a la salud es uno de los pocos derechos fundamentales que todos tenemos. Todos somos iguales ante ese derecho, ya sea migrantes, refugiados, privados de libertad, desplazados. Si no estamos todos vacunados, vamos a perder la batalla y a tener al virus por un tiempo mucho más largo del que queremos.

Los migrantes ilegales en Estados Unidos pueden temer que, si se van a vacunar, los pueden detener y deportar. ¿Es un riesgo real?

—Es real. Muchos tienen miedo y no sólo para vacunación, sino para acceso al servicio de salud, que puede ser limitado por este miedo. Es un miedo real. No todos los países están en favor de los migrantes.