Tecún Umán, Guatemala.— En medio de miles de inmigrantes que partieron de San Pedro Sula, Honduras, viaja Valery, una niña invidente cuyos padres se aferran a la esperanza de llegar a Estados Unidos para curarle los ojos que nada han visto de este mundo desde que nació.
Hace días, la familia se filtró entre la columna de la Policía Nacional Civil de Guatemala desplegada para contener la caravana de miles de migrantes hondureños que buscaba cruzar para dirigirse hacia Estados Unidos. El miércoles, después de una semana de sufrimiento por hambre y frío, logró llegar a las orillas del río Suchiate, de lado de Guatemala frontera con México.
“La alegría volverá a nuestros rostros sólo hasta cuando mi hija pueda ver este mundo”, expresa Rosa, con la mirada fija en el río Suchiate, donde atraviesan balsas con inmigrantes resueltos a no detenerse a descansar.
Relata que el pasado 13 de enero salieron de La Lima, municipio del departamento de Cortés, en Honduras, para unirse a la caravana de inmigrantes centroamericanos, que tienen distintos motivos para abandonar su país, aunque la constante es la pobreza generalizada. Las autoridades guatemaltecas disolvieron por la fuerza la caravana.
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“¡Ya vámonos!”, indica Denis, al tiempo en que se acerca a Valery y la trepa a su cuello. Cada quien recoge sus cosas y continúan su travesía.