Washington.— El anuncio de la embajadora de México en Estados Unidos, , sobre  una eventual renuncia “en los próximos meses”, tomó por sorpresa a todos. 

Y más por el momento que eligió: el día en que el Colegio Electoral confirmó la victoria del demócrata Joe Biden en las presidenciales. “Podría haber esperado a que terminara este proceso y después de eso  tomar decisiones internas, incluso para hacer trabajo con el equipo de transición”, dice a EL UNIVERSAL Enrique Berruga, exembajador de México ante Naciones Unidas.

Aunque un cambio de embajador es común ante la llegada de una nueva administración, en este caso en Estados Unidos, Berruga considera que “no es el mejor momento”. Una semana después, dice, habría facilitado, por ejemplo, “las aperturas con la nueva administración,  explicar el punto de vista del gobierno mexicano, explicar por qué no se felicitó” a Biden hasta ahora. 

Para Leonardo Curzio, investigador del CISAN, por el contrario, envía el mensaje de que se va a dar reset a la relación bilateral.



Con su retiro, Bárcena cierra  una carrera en el servicio exterior mexicano de más de 43 años. La diplomática aseguró primero,  en una charla virtual en el Center for the United States and Mexico del Baker Institute,  que había decidido jubilarse de forma anticipada, una decisión que confirmó más tarde vía Twitter.  “Mi estancia en Estados Unidos ha completado una etapa”, explicó.  Una etapa en la que, comentó en la charla, ha “servido” a México y al Presidente “fielmente, con lealtad”.

Aseguró que se trató de una decisión  puramente personal. “Nadie más intervino ni tuvo opinión ni influencia”, adelantándose a aquellos que relacionarían su salida con las versiones de una supuesta  mala relación con el canciller Marcelo Ebrard.

En su comunicado a través de la red social, Bárcena quiso hacer énfasis en que “nadie me ha regalado puesto alguno en mi carrera diplomática, ni por amiguismo, ni por nepotismo, ni por pertenecer a grupos de poder. Mi carrera la he hecho a base de esfuerzo, disciplina y preparación. Y, sobre todo, con total entrega al servicio de México”. Aprovechó para agradecer al presidente Andrés Manuel López Obrador  “por haberme dado el honor de representar a su gobierno ante  Estados Unidos. Satisfecha de haber cumplido sus instrucciones y alcanzado logros durante mis años de gestión en beneficio de mi patria”, resolvió.

El anuncio se produce en medio de la tensión provocada por la negativa de López Obrador a reconocer el triunfo de Biden, a la espera de acabar los procesos judiciales impulsados por Trump. Bárcena dijo haber recomendado el reconocimiento del triunfo del demócrata, expresando su confianza en las instituciones electorales estadounidenses.



 Bárcena fue nombrada embajadora ante Estados Unidos en diciembre de 2018, siendo la primera mujer en llegar a un cargo que asumió en enero de 2019. Durante su estancia en Washington, la embajadora tuvo que lidiar con temas cruciales en la relación bilateral como el proceso de ratificación del T-MEC o las crisis y amenazas de Trump relacionadas con temas migratorios, entre otros.

“Se le va a extrañar”, afirma Andrew Selee, presidente del Instituto de Políticas Migratorias en Washington. “Bárcena ha sido una  gran embajadora, una gran representante de México en Estados Unidos.  Tiene buenas relaciones tanto  con la  administración Trump como con los demócratas que van a asumir el poder”. La diplomática, añade, “ha gozado de mucho respeto aquí en Washington”.

Tanto Berruga como Selee coinciden en que, en todo caso, es un cambio normal y que ahora la clave será ver quién se queda en lugar de Bárcena. “Tiene que haber una señal diplomática”, un mensaje a la nueva gestión estadounidense, refiere Berruga. “La persona importa”, explica.

Quien sea que asuma, tiene un reto enorme. “Quien llegue tiene que lidiar con una relación que va a cambiar de tónica y sustancia... Trump verbalmente siempre habló muy mal de México, pero tenía muy pocas demandas para la relación, recuerda Selee.  Biden va a llegar con una retórica mucho más genuinamente amable”, pero con más exigencias en diversos temas. 



Que la embajadora se vaya en este momento, considera Berruga, complica la situación porque será lo que se conoce como “pato cojo” y puede confundir a la administración Biden sobre con quién dialogar. 

Desde el punto de vista del exembajador, quien llegue deberá “abrir puentes con la nueva administración y dar una explicación razonable y creíble de por qué México se quedó a la zaga –en el reconocimiento del triunfo de Biden-“. Entre los temas que serán clave menciona el  de Seguridad.  “Habrá que ver qué pasa con los centroamericanos, la ley de seguridad nacional, la cooperación en la lucha contra el narco”. No se trata, advierte, de meras “sutilezas diplomáticas; hay cuestiones diplomáticas de fondo”.

Por tanto, dice, sería de esperar que el nuevo embajador o embajadora “tenga ciertas horas de vuelo en su trato con Estados Unidos. No podemos estar con un embajador que vaya a empezar una curva de aprendizaje. SI tiene camino andado con los demócratas, mejor”. Estados Unidos “leerá la señal”, acota. 

Curzio piensa que “el cambio es saludable”.  Resalta la “confrontación interna” que había entre la embajada y la Cancillería. “El cambio de gobierno en Estados Unidos lleva a un  replanteamiento y se opta por la salida más decorosa para ella”, la del retiro.

“No puedes tener a dos posiciones en dos cuadros que no sólo no se hablan sino que parecen trabajar en bandos contrarios”.



 “Era muy disfuncional la relación” con Cancillería, menciona. Ahora, “van a nombrar un embajador que pueda reconducir el diálogo  en nuevos términos”.  Alguien que sea cercano a Ebrard, considerando que López Obrador “no parece interesado ni en llevar la relación bilateral ni con otros países”.

Si bien cree que a nivel del gobierno de Biden no se dará tanta importancia a la cercanía de López Obrador con Trump, o a su tardanza en reconocerlo como presidente electo, a quienes sí ha afectado la postura del presidente mexicano es a las comunidades hispanas, a los demócratas. Y será con ellos, cree, con quienes el nuevo enviado deberá comenzar a tejer una nueva relación. 

Migración es otro de los temas que los analistas consideran que será clave. Y en este, como en otros temas, puede haber problemas a los que el nuevo embajador (a) deberá estar atento. “El tipo de administración de López Obrador podría complicar la relación por su forma de centralizar todo”, dice Selee. “Biden va a hablar bien de México, pero el deseo de Biden de tener una agenda extensa con México va a implicar que haya muchos actores metidos y eso va a chocar con el estilo de AMLO”.