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Managua.— El cardenal emérito Miguel Obando y Bravo, quien murió ayer a los 92 años, fue un controvertido líder de la Iglesia católica nicaragüense caracterizado por influir, como mediador, en la vida política de este país.
Procedente de una familia campesina y nombrado “Prócer de la Paz y la Reconciliación” por la Asamblea Nacional a petición del presidente del país, Daniel Ortega, Obando fue una de las personalidades más respetadas e influyentes de la nación.
Se encontraba en la profundidad de las montañas de Matagalpa, norte del país, recorriendo parroquias rurales a lomo de mula, cuando recibió la información de su nombramiento de obispo auxiliar de la Diócesis de Matagalpa el 31 de marzo de 1968. Fue nombrado arzobispo de Managua el 4 de abril de 1970.
Se convirtió en una figura controvertida durante la dictadura de Anastasio Somoza y en el primer régimen sandinista (1979-1990). Su papel de mediador se remonta a la lucha militar de los sandinistas que derrocaron al general Somoza el 19 de julio de 1979.
En ese periodo su labor mediadora resaltó durante el asalto en Managua de un comando sandinista a la mansión de un ministro de Somoza, el 27 de diciembre de 1974. Cuatro años más tarde, el 22 de agosto de 1978, cuando 25 guerrilleros sandinistas asaltaron el Palacio Nacional de Managua, sede del Congreso, Obando medió. Su papel contribuyó, en ambos casos, a la liberación de varios dirigentes sandinistas encarcelados por el régimen de Somoza, como fue el caso de Ortega (1974).
La llegada de los sandinistas al poder convirtió al cardenal en un crítico del régimen al que, en un principio apoyó abiertamente y al que posteriormente calificó de intentar neutralizar la actividad religiosa en Nicaragua.
En los comicios de 2001, en pleno periodo de reflexión, en otra homilía recordó el “oscuro pasado” del líder sandinista que aspiraba por cuarta vez consecutiva a la Presidencia. En septiembre de 2005 ofició el matrimonio eclesiástico de Ortega y Rosario Murillo, actual vicepresidenta de Nicaragua, con quienes se había reconciliado en julio de 2003.
El gobierno, encabezado por Ortega y Murillo, decretó ayer tres días de luto nacional por la muerte de Obando, uno de los “más grandes promotores y exponentes de la reconciliación y la paz”.