San José.— Con altibajos o por temporadas, la escasez de medicinas y de insumos médicos básicos golpeó a América Latina y el Caribe en el siglo XXI y perjudicó sin distinción a infantes, adolescentes, jóvenes y adultos en oleadas frecuentes agravadas por el ataque y la propagación regional del coronavirus que se registraron a partir del 25 de febrero de 2020.

La falta de fármacos y de equipos vitales, como jeringas, alcohol o gasas , evidenció que el fenómeno permeó a la zona y se generalizó sin importar sus tribulaciones financieras y políticas si son países con gobiernos socialistas o neoliberales o que están en pleitos o en idilio con Estados Unidos.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) planteó en septiembre de 2022 que la experiencia de 2021 mostró que el desabasto fue agravado por “las interrupciones en las cadenas de suministro y las inequidades en el acceso causadas por la pandemia” y expuso la necesidad de que la zona “dependa menos de las importaciones de productos médicos durante las emergencias de salud pública”.

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La OPS aconsejó una serie de “líneas de acción” para aumentar la capacidad de producción de medicamentos y tecnologías sanitaria s esenciales.

Las rutas son: fortalecer la coherencia en la acción multisectorial y la gobernanza en salud, industria y ciencia y tecnología, reforzar las capacidades de investigación, desarrollo, producción y logísticas, y fortificar la colaboración regional y subregional y las alianzas estratégicas.

La OPS, que forma parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, por lo tanto, del sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU), remitió a Venezuela como un escenario complicado para el acceso a medicinas por la crisis política y socioeconómica que se agudizó en ese país desde 2014.

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La estructura de salud de Venezuela “ha estado bajo presión” por las “frecuentes interrupciones del suministro de servicios”, como agua y electricidad, en los centros de salud, la migración del personal y la escasez de medicamentos y suministros “en particular en el nivel secundario y terciario de atención”, describió.

El enfrentamiento al Covid—19 en Venezuela “ha sobrecargado los escasos recursos del sector y ha puesto a prueba la capacidad mantenida en los últimos años por la respuesta humanitaria internacional”, añadió.

La OPS confirmó que promovió un acuerdo conjunto para afianzar “las cadenas de suministro de productos farmacéuticos y reducir el riesgo de escasez y desabastecimiento de medicamentos esenciales” en Bolivia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Paraguay.

Cuba y Venezuela justificaron reiteradamente su desabastecimiento en que son víctimas de las sanciones económicas que EU les impuso, en 1962 a La Habana y desde 2014 y 2017 a Caracas.

Cuba ratificó que el bloqueo económico de EU impide a su industria adquirir insumos necesarios para fabricar fármacos. Al asegurar que puede producir más del 60% de su cuadro básico de medicamentos, insistió en que tampoco alcanzó ese promedio porque las sanciones de Washington le prohíben acceder a tecnologías médicas con más de 10% de componentes estadounidenses.

Múltiples factores

El problema de anaqueles vacíos de medicinas en los aparatos de salud pública también persistió en Argentina, México, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Brasil y otras naciones latinoamericanas y caribeñas en diferentes etapas de este siglo. El conflicto recrudeció a partir de que, el 25 de febrero de 2020, en Brasil se confirmó el primer caso de coronavirus en la zona y a solo dos meses de la aparición de la enfermedad en China.

El (estatal) Instituto de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos de Colombia explicó en agosto de 2022 que el desabastecimiento de 15 medicinas en esa nación se debió a dos motivos: un aumento en la demanda de esos fármacos y una serie de problemas para adquirir materias primas para producirlos.

El Instituto pronosticó que habría obstáculos para conseguir otros 35 medicamentos en el mercado colombiano, pero sugirió a la población evitar la automedicación como vía para sustituir el fármaco requerido.

“Aunque hay grandes plantas de producción mundial de medicamentos originales en México, Brasil y Argentina y en algunas partes de Asia, la producción mundial está concentrada en EU y Europa”, explicó el farmacólogo costarricense Santiago Rodríguez, vicepresidente del Colegio de Farmacéuticos de Costa Rica.

“Por eso es que tampoco podemos aceptar cualquier clase de productos. Los estándares de calidad de Asia, en especial de medicinas genéricas, son menores que los que tienen las originales de EU y Europa o de América Latina. La producción de materias primas (para medicinas) está mayormente concentrada en Europa y luego en EU”, relató Rodríguez a EL UNIVERSAL.

Al subrayar que “la escasez tiene varios orígenes”, citó que uno de los principales fue la crisis por el transporte marítimo de contenedores que estalló en 2021 como uno de los efectos indirectos de la emergencia global con el SARS--CoV—2 (siglas en inglés de síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2).

“Se detuvo el transporte mundial por la pandemia. Luego estalló (en febrero de 2022) la guerra de Rusia contra Ucrania, que ha tenido un impacto tremendo en todo el transporte mundial, en especial marítimo. Esto perjudicó la posibilidad de acceder a materias primas que son esenciales, por ejemplo, fármacos para enfermedades crónicas como la hipertensión”, agregó.

En esos contextos “se va limitando la disponibilidad general de medicinas, a lo que se suma otra historia: la de los precios. Cambian de acuerdo con el tamaño del mercado. Una cosa son los gigantescos mercados de México, Argentina o de Brasil y otra es el pequeño mercado de Costa Rica”, aseveró.

Las fuentes consultadas coincidieron en que en 2020 y 2021, durante las etapas más fuertes de la transmisión del Covid—19 en América Latina y el Caribe, se descuidó la atención y el fluido de medicinas para enfrentar amenazas a la salud como el Virus del Papiloma Humano (VPH), una de las más comunes enfermedades de transmisión sexual.

La OPS recordó en 2022 que en la región se utiliza la vacuna contra el VPH, pero que uno de los dos proveedores mundiales de ese producto anunció su salida de los mercados de América Latina y el Caribe en 2019 y quedó “un solo proveedor”.

“Esto ha causado preocupación con respecto al suministro y el precio de la vacuna”, indicó, al informar que hay un “panorama cambiante del mercado de vacunas que podría tener un efecto negativo en las operaciones”.

Con matices, en una mayoría de los 33 países latinoamericanos y caribeños—una excepción es Cuba, con monopolio oficial—conviven los proveedores públicos y los privados de medicamentos, ya sean de carácter original o de una derivación genérica y con precios sujetos a las reglas del mercado libre o supeditados a los rígidos controles estatales.

“Todo lo que la industria farmacéutica hace depende del proceso de esa cadena de valor. Unos países son de renta baja y otros de renta media”, mencionó Rodríguez, en alusión a que el negocio está sometido a unos vaivenes del mercado que pueden provocar escasez o abundancia. “A todos nos ven con ojos diferentes en esta industria”, recalcó.

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