es un hombre, como suele decirse, “forjado desde abajo”, y se ha ganado a pulso su reputación de “moderado e independiente”.

Sus ancestros, venidos de España, se asentaron en lo que hoy es Nuevo México y Ken creció, junto con sus siete hermanos, en un rancho en San Luis Valley, en Colorado. Sus padres, Henry Salazar y Emma M. Montoya, católicos devotos, no eran ricos, pero le enseñaron a abrirse paso en la vida.

De su infancia a su nominación como embajador, Salazar acumula décadas de experiencia política : senador por Colorado, fiscal general por el mismo estado, secretario del Interior en la administración de Barack Obama, copresidente del Comité de Liderazgo Latino en la campaña presidencial de Joe Biden, abogado en la firma WilmerHale...

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Lo que no tiene en su haber es un cargo diplomático. Pero si el presidente Biden ha apostado para puestos diplomáticos mayoritariamente por personal con carrera en el Servicio Exterior, en el caso de Salazar decidió que era más importante alguien que tuviera su oído. Y Salazar lo tiene. De 66 años, nacido el 2 de marzo de 1955 en Alamosa, Colorado, tiene otras características que serán clave en la relación con México , particularmente en un momento complicado, no sólo por los efectos de la pandemia, sino por la migración, la seguridad, el tema comercial, entre otros.

Salazar “es un hombre reservado, que escucha —y sabe escuchar— y analiza los temas antes de pronunciarse sobre ellos. Algunos dirían que es reservado, pero creo que más bien es un agudo observador que prefiere pensar dos veces antes de opinar y posicionarse. Tiene un gran olfato político”, afirma a EL UNIVERSAL el exembajador de México en Estados Unidos Arturo Sarukhán , quien trabajó de cerca con el estadounidense.

Quizá esa capacidad reflexiva le venga a Salazar de los dos años que pasó en el seminario, antes de estudiar en el Colegio de Colorado, donde se graduó en Ciencia Política .

No sólo sabe escuchar, sino que tiene una gran capacidad negociadora . Pese a ser demócrata, otros senadores resaltan de él su independencia, que lo llevó en más de una ocasión a enfrentarse a la corriente tradicional del partido. “De todas las personas con las que trabajé en la política, Ken Salazar es, quizá, quien tiene la mayor capacidad de unir a personas enfrentadas entre sí”, señaló el senador John Hickenlooper al enterarse de la nominación.

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Sus raíces también han incidido en su forma de pensar. “Como senador jugó un papel clave en los debates sobre la reforma migratoria y el papel que juega el tráfico de armas hacia México. Como Secretario del Interior, desempeñó un papel central en el establecimiento del parque binacional Big Bend-Boquillas, y en las negociaciones sensibles sobre el agua del Río Colorado y el acuerdo sobre exploración y explotación de yacimientos transfronterizos [el famoso hoyo de dona o polígono occidental] en el golfo de México. Y conoce muy bien los temas de comercio agropecuario [en virtud de las exportaciones de Colorado a México] e impacto ambiental transfronterizo [en virtud de su gestión como Secretario del Interior]”, dice Sarukhán.

Como senador, Salazar convirtió el tema migratorio casi en algo personal. Eran los tiempos de George W. Bush. “El fracaso en la reforma migratoria no es una opción”, aseguró en aquel momento. En la era de Donald Trump , Salazar fue un abierto crítico de sus políticas antiinmigrantes . “Las relaciones fronterizas son acerca de crear confianza, no muros”, tuiteó en 2017. Al mismo tiempo, es defensor de la reforma energética .

Sarukhán considera que con su nominación, Biden envía un mensaje muy importante: “Salazar será un embajador estadounidense con línea directa a la Casa Blanca y a Biden y [a la vicepresidenta estadounmidense Kamala] Harris, cosa que no sucedía desde hace tiempo”.

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Eso no significa que todo vaya a ser miel sobre hojuelas. Salazar, explica Enrique Berruga , exembajador de México ante Naciones Unidas, tiene “un perfil político muy alto, símbolo de la prioridad que otorga Washington a México”, y su cercanía con Biden y Harris le permitirá no tener “que navegar la burocracia para tener acceso a ellos cuando lo requiera”. Pero su misma experiencia lo convertirá en un embajador pendiente de los asuntos clave. “En el capítulo de medio ambiente será especialmente vigilante”, opina.

Duncan Wood

, vicepresidente de Estrategias y Nuevas Iniciativas en el Instituto México del Woodrow Wilson , cree que “los embajadores que tienen mayor impacto en la relación bilateral son los que realmente hablan con la voz del presidente”, y ese es el caso de Salazar. Pero a la vez, el reto es “convencer a sus contrapartes del gobierno mexicano que tienen que colaborar con él”.

El gobierno de Estados Unidos, dice, está “intentando construir una relación muy positiva” con el de México. Pero todo depende “de la disposición de l presidente Andrés Manuel López Obrado r, y su gabinete, de poner los recursos y la voluntad política, y de ofrecer una actitud mucho más cooperativa”.

Salazar, opina, “tiene que mandar ese mensaje, de que el gobierno de Estados Unidos espera una actitud mucho más cooperativa de parte de los mexicanos”.

Berruga no cree que sea algo fácil de lograr, o que con Salazar pueda haber un mayor acercamiento entre López Obrador y Biden. “Me parece que la relación permanecerá distante y rebasa las tareas del embajador. El que sea. No es problema de Ken”.