Washington.— Luz verde para que este sábado Brett Kavanaugh se convierta en juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos. Tres de los cuatro senadores clave para aprobar o no al polémico candidato, envuelto en un escándalo de posible acoso sexual de al menos tres mujeres, anunciaron que le van a dar su apoyo y, por tanto, aseguraron su aprobación.

Esta tarde terminará un proceso intenso y brutal que pasará a la historia, marcado por la emotividad del testimonio de una presunta víctima del juez, Christine Blasey Ford —convertida en icono del movimiento #MeToo, del que ayer se cumplía un año de su explosión—; y por la agresividad en la respuesta de Kavanaugh, que puso en duda el “temperamento” y la “imparcialidad” del juez para un cargo vitalicio.

Los senadores aprobaron temprano el viernes destrabar el proceso de nominación de Kavanaugh, 51 contra 49, para que pueda ser sometido a la votación en el pleno del Senado, controlado por los republicanos.

Todas las miradas estaban puestas en cuatro nombres: los republicanos Lisa Murkowski, Susan Collins y Jeff Flake; y el demócrata Joe Manchin; los sospechosos habituales de modificar los bloques partidistas con sus decisiones. Sólo uno: Murkowski, le negó su voto, y fue la primera en decidir. “Creo que es un buen hombre, pero quizá no es la persona correcta para la corte en este momento”, justificó.

Murkowski, reconocida víctima de asalto sexual, representa a Alaska, el estado con la tasa de acoso sexual y violación más alto del país.

Casi de forma instantánea, Flake anunciaba su voto afirmativo, “a no ser que cambie algo mucho”.

A media tarde quedaban dos por decidir, Collins y Manchin. Con sólo uno que le diera su apoyo, Kavanaugh tendría los votos. Fue la republicana quien, con un discurso en la cámara y esquivando gritos y protestas desde el balcón del público, sentenciaba la confirmación.

“Bajo toda medida objetiva, el juez Kavanaugh está claramente cualificado para servir en el Tribunal Supremo”, resumió Collins, quien sin embargo quiso nombrar la importancia del movimiento #MeToo.

Segundos después, el demócrata Manchin, siguiendo más el sentir de su estado (Virginia Occidental, el más trumpista de todo el país) que el de partido, también le daba el “sí” al juez. “Sobre la base de toda la información que tengo disponible... creo que el juez Kavanaugh es un jurista calificado que seguirá la Constitución y determinará los casos según los hallazgos legales que se le presenten”, dijo en un comunicado.

Si todo va como está previsto, la confirmación de Kavanaugh será aprobada hoy por 51 votos a 49, la menor diferencia para un puesto en el Supremo desde finales del siglo XIX.

Terminados los anuncios, los manifestantes antiKavanaugh, desazonados, se agolparon a las puertas de las oficinas de estos senadores para exigir explicaciones y tratar de presionarlos por última vez, intentando que en la votación final de hoy haya un milagro que cambie las mayorías. Hubo más gritos y más detenciones, siguiendo la estela del día anterior, cuando los arrestos superaron los 300.

El presidente Donald Trump, quien nominó a Kavanaugh y lo ha defendido de las acusaciones de abuso —además de Blasey, otras dos mujeres han señalado al juez por mal comportamiento— se dijo “muy orgulloso” de que el Senado decidiera avanzar con el proceso de nominación.

Según SCOTUSBlog, portal especializado en el Supremo de los EU, la confirmación de Kavanaugh dejará la mayor mayoría conservadora de la historia de la Alta Corte de la Unión Americana, un desbalance que podría durar décadas.

Entre los temas a los que puede afectar están los derechos reproductivos, los inmigrantes —Kavanaugh estará en la corte que podría decidir el futuro de DACA, por ejemplo— o políticas ambientales. Con información de agencias

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