Londres.— El primer ministro británico,, herido por la dimisión de una treintena de integrantes de su gobierno y presionado por otros para que renuncie, se aferró ayer a un cargo que cada vez más pende de un hilo, incluso destituyó al ministro de Vivienda, Michael Gove, uno de sus principales aliados en el gabinete, según un consejero del jefe de gobierno.

“Destituyó a Michael Gove”, declaró en Sky News James Duddridge, el consejero de Johnson, asegurando que “el primer ministro está animado y seguirá luchando”.

Según la prensa local, varios pesos pesados del ejecutivo, incluida su hasta ahora incondicional defensora Priti Patel, ministra del Interior, fueron a Downing Street a decirle que había perdido el apoyo de su Partido Conservador y que no puede continuar. Sin embargo, según las mismas fuentes, Johnson se negó en rotundo a dimitir.

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“Realmente no creo que nadie en este país quiera que los políticos se dediquen ahora a hacer campaña electoral”, había afirmado previamente ante un comité formado por presidentes de las diferentes comisiones parlamentarias, descartando convocar a elecciones anticipadas.

“El trabajo de un primer ministro en circunstancias difíciles, cuando se ha recibido un mandato colosal, es seguir adelante y eso es lo que voy a hacer”, aseguró también ante el pleno de la Cámara de los Comunes.

El líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, lo acusó de dar un “espectáculo patético” en “el último acto de su carrera política”. Este nuevo capítulo de la creciente crisis política que vive el Reino Unido desde hace meses empezó cuando el martes por la tarde los ministros de Salud, Sajid Javid, y Finanzas, Rishi Sunak, anunciaron casi al mismo tiempo sus dimisiones.

El titular de la cartera de Gales, Simon Hart, se convirtió en el tercer ministro en dimitir del gobierno británico. En un carta que él mismo difundió a través de sus redes sociales, Hart señaló que trató “desesperadamente” de seguir en el gobierno, pero que no le “quedó otra opción” que presentar su renuncia.

Durante el día una treintena de integrantes del gabinete, de menor rango, renunciaron en una incesante sangría de secretarios de Estado, mientras algunos de sus más files colaboradores se esforzaban por defenderlo.

Las renuncias de Javid y Sunak tuvieron lugar horas después de que Johnson se disculpara por enésima vez, reconociendo que cometió un “error” al haber nombrado en un importante cargo parlamentario a Chris Pincher, responsable conservador que la semana pasada renunció acusado de tocamientos a dos hombres, uno de ellos diputado.

Tras haber afirmado lo contrario, Downing Street reconoció el martes que el premier fue informado en 2019 de anteriores acusaciones contra Pincher, pero que las había “olvidado”.

Los británicos esperan que el gobierno se comporte de manera “competente” y “seria”, y “es por esto que dimito”, escribió Sunak. Javid consideró que los británicos necesitan “integridad de parte de su gobierno”.

Según un sondeo realizado el miércoles por el gabinete Savanta ComRes, tres de cada cinco votantes conservadores consideran que Johnson no puede recuperar la confianza de la opinión pública y 72% piensa que debería dimitir.

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El primer ministro sobrevivió a principios de junio a un voto de censura de sus propios diputados, lanzado en un intento de descabalgarlo del poder.

Apoyado por 211 de sus 359 legisladores, salvó el puesto, pero los 148 votos en su contra hicieron patente que el descontento no dejaba de crecer.

Las normas del partido establecen que este procedimiento no se puede repetir durante el próximo año. Pero muchos piden un cambio para volver a intentar inmediatamente otra maniobra contra Johnson. Campeón de las legislativas de 2019, el primer ministro cae ahora en picada en las encuestas.

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