Bruselas.- Al margen de la controversia internacional generada por su programa nuclear y la amenaza que supone para la estabilidad global el hacerse de un arma de destrucción masiva, algunos países del sur de la frontera con Estados Unidos han venido estrechando sus relaciones con desde hace más de una década.

Las oportunidades comerciales y de inversión, el deseo de mayor protagonismo en la arena internacional y la animosidad hacia Washington han sido algunos de los componentes a los que Teherán ha recurrido para impulsar los lazos con numerosos países de América Latina, según diversos estudios elaborados por instancias como el Woodrow Wilson International Center for Scholars. “América Latina es muy importante para Irán por dos razones principales, una de ellas es su proximidad a Estados Unidos”, dice a EL UNIVERSAL Joseph Humire, director ejecutivo del Center for a Secure Free Society.

“Irán sabe que para tener realmente una hegemonía regional en Medio Oriente necesita contrarrestar a EU a nivel mundial y la mejor manera de hacerlo es disminuir la desventaja geográfica en el hemisferio occidental”, apunta. El autor de Penetración Estratégica de Irán en América Latina señala que el Estado iraní es consciente de que no es capaz de proyectar su fuerza militar en Latinoamérica, por lo que su presencia asimétrica se ha venido edificando a través de representaciones, agentes autorizados y gobiernos aliados. “Esta ha sido la mejor forma de desafiar y amenazar a Estados Unidos”, asegura. Sus enviados, abunda, incluso han dejado huella en la frontera que comparte México con EU.

“Irán ha respondido a la presencia militar de EU en su frontera con Irak y Afganistán, desplegando sus intermediarios y activos a la frontera sur. Entiende la vulnerabilidad de la frontera sur generada por los problemas de la política migratoria. Buscan explotar esas vulnerabilidades para debilitar políticamente a EU”, afirma.

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La otra razón para acercarse a la región han sido los lazos históricos migratorios y comerciales con Siria y Líbano, dos países del mundo árabe bajo órbita de influencia iraní. “El comercio incluye financiamiento ilícito a través del tráfico de drogas y lavado de dinero a través de Hezbolá, un proxy de la Guardia Revolucionaria Islámica”.

Operación de larga data

La campaña de acercamiento tomó particular impulso a partir de la elección presidencial de Mahmoud Ahmadineyad, en 2005, y ha continuado con su sucesor, el moderado Hassan Rouhani, quien llegó al poder en agosto de 2013. Aunque la fórmula empleada por los líderes de la República Islámica ha sido distinta.

La estrategia de Ahmadineyad fue ante todo políticamente visible. Acompañado de unos 200 empresarios, Ahmadineyad, quien defendía la destrucción de Israel y negaba la existencia del Holocausto, fue recibido en 2009 en Brasilia por el que era su homólogo Luiz Inácio Lula Da Silva para firmar acuerdos de cooperación en cultura, tecnología, energía y mercado financiero. Tres años más tarde, volvería al hemisferio sur para visitar Venezuela, Nicaragua, Cuba y Ecuador, al tiempo que obtendría 12 licencias de exploración de gas y petróleo en Bolivia.

Brasil, Bolivia y México, los acercamientos de Irán en América Latina
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Si bien el antiguo catedrático y clérigo islámico sólo ha desembarcado en una ocasión en la región —en septiembre de 2016 visitó Venezuela y Cuba—, los viajes de autoridades iraníes a la región han sido una constante, incluyendo el canciller Mohammad Javad Zarif y el viceministro Eshaq Jahangiri, y destinos como Bolivia, Chile, Nicaragua, Brasil y Uruguay. “Pero al final quien controla la estrategia hacia América Latina es el líder supremo iraní, Alí Jamenei. Así que los intereses de Irán en América Latina comenzaron antes de Ahmadineyad y continuarán después de Rouhani”, asevera Humire.

El expertos prevé que la confrontación entre Teherán y Washington desatada por la , desencadene en una duplicación de esfuerzos por acercarse con la región, “puesto que es la mejor forma de presionar y atacar a EU y sus aliados”.

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Conexión con México

Al inicio del mandato del régimen de Rouhani, el ICT anticipó que México sería “un blanco prioritario en la estrategia de Irán en América Latina, probablemente por su cercanía a EU”.

Luego de seis años en el poder, diversas visitas oficiales, encuentros parlamentarios y actividades de promoción cultural, educativa y comercial, dejan constancia de que el gobierno iraní se ha esforzado por intensificar una relación bilateral que suma un historial de 55 años. Tan sólo entre 2014 y 2016 hubo tres encuentros a nivel de cancilleres, y se firmaron acuerdos de cooperación en materia laboral y en temas sanitarios, y se inyectó dinamismo a la colaboración científica.

Los intercambios comerciales han tenido sus altibajos. Datos de la Subsecretaría de Comercio Exterior de México muestran que el comercio bilateral pasó de la cifra récord de 133 millones de dólares en 2012, a 20.9 millones en 2013. En 2017 la actividad volvería a repuntar, alcanzando 90 millones de dólares, para desplomarse al año siguiente, a sólo 6 millones.

La balanza comercial se inclina de manera concluyente a favor del Estado de Medio Oriente y los intercambios de mercancías se caracterizan por ventas iraníes de abono nitrogenado, mármol, vaselina y chocolates. México comercializa café instantáneo, piezas para aeronaves y material dental. “México ha sido una prioridad para Irán desde los umbrales de la Revolución Iraní de 1979. En las relaciones han habido altas y bajas, pero de manera constante Irán ha tratado de aumentar su presencia y sus actividades”, sostiene Humire.

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“En 2011, el embajador de Irán en México, Mohammed Hassan Ghadiri, supuestamente fue parte un complot terrorista para atacar instalaciones de defensa y plantas nucleares de EU, según varios informantes mexicanos que grabaron en video y audio sus interacciones”, recuerda.

Cuando hay tensión entre Irán y su acérrimo enemigo, suele surgir el planteamiento de una probable acción del fundamentalismo islámico en alguno de los aliados sudamericanos de la Unión Americana.

Esta ocasión no es la excepción: el Servicio de Investigación para el Congreso de Estados Unidos (CRS, por sus siglas en inglés) advirtió en un reporte fechado el pasado 6 de enero, que la tensión entre Irán y EU por el asesinato de Soleimani podría desatar una confrontación “total”. “El apoyo material de Irán a las facciones armadas en toda la región, incluyendo provisiones a estas fracciones de misiles balísticos de corto alcance, y la red de agentes iraníes en Europa, América Latina y otros lugares, brindan a Irán el potencial de expandir la confrontación a áreas donde la capacidad de respuesta de Estados Unidos puede ser limitada”, indica.

Emanuele Ottolenghi, de la Foundation for the Defense of Democracies, una instancia conocida por ser crítica del régimen iraní, se sumó a la alerta al asegurar a medios estadounidenses que “no me sorprendería si se produce un ataque en América Latina. El nivel de amenaza claramente ha aumentado”. La embajada de Israel en Buenos Aires sufrió un mortífero ataque terrorista con coche-bomba en 1992. Dos años después, el blanco fue la Asociación Mutual Israelita Argentina. En ambos hubo indicios de responsabilidad iraní y de la organización libanesa Hezbolá.

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