Miami.— Florida se enfrentó ayer a inundaciones “catastróficas” tras el paso de Idalia, que azotó la costa noroeste de ese estado estadounidense y después se degradó como tormenta tropical, mientras atravesó Georgia y las Carolinas, informó el Centro Nacional de Huracanes (NHC).

El huracán tocó tierra a las 07H45 horas (11H45 GMT) cerca de Keaton Beach, en Florida, como huracán de categoría 3 en una escala de 5, con vientos de hasta 215 kilómetros por hora, según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC, por sus siglas en inglés).

Precisó que el ciclón tropical está provocando “tormentas catastróficas y vientos dañinos”.

Según un boletín del organismo, el sistema meteorológico perdió fuerza mientras se desplazaba hacia la costa del estado de Georgia, con rachas de 120 kilómetros por hora. A las 18H00 GMT se ubicaba a 20 kilómetros de la ciudad de Waycross de ese estado.

“Se desató el infierno”, dijo Belond Thomas de Perry, una ciudad industrial ubicada tierra adentro desde la región de Big Bend donde Idalia desembarcó.

A medida que el ojo se movía tierra adentro, los fuertes vientos destrozaron señales, volaron techos, hicieron volar láminas de metal y partieron árboles altos.

El gobernador Ron DeSantis indicó que hay una “muerte no confirmada”. Antes, Steve Gaskins, sargento de la Patrulla de Caminos de Florida, dijo que dos hombres murieron en dos accidentes separados el miércoles por la mañana durante la tormenta.

Idalia azotó una zona poco poblada conocida como la “costa natural” de Florida, una de las regiones más rurales del estado que se encuentra lejos de las zonas pobladas, metrópolis o regiones turísticas concurridas y cuenta con millones de acres de tierra no urbanizada.

Las corrientes de agua cubrieron calles cerca de la costa, pequeñas embarcaciones desatracaron y casi medio millón de clientes en Florida y Georgia se quedaron sin electricidad. Los trabajadores de servicios públicos están laborando para restablecer la energía en las áreas de Florida afectadas, dijo el gobernador Ron DeSantis, al anunciar que el ojo del huracán pasó por el estado.

Alrededor de 4 mil a 6 mil viviendas resultaron dañadas en el condado de Pasco, según el administrador del condado, Mike Carballa.

En Perry, el viento arrasó los escaparates de las tiendas, arrancó los revestimientos de los edificios y derribó el tejado de una gasolinera. Las fuertes lluvias inundaron parcialmente la Interestatal 275 en Tampa y derribaron líneas eléctricas en el lado norte de la Interestatal 75, justo al sur de Valdosta, Georgia.

La marejada ciclónica podría alcanzar hasta 4.9 metros en algunos lugares. Algunos condados implementaron toques de queda para mantener a los residentes fuera de las carreteras.

DeSantis advirtió: “Les recordaría a los posibles saqueadores que la gente (...) nunca sabes en qué te estás metiendo. La gente tiene derecho a defender su propiedad”.

Operativos de rescate

Funcionarios estatales, 5 mil 500 miembros de la Guardia Nacional y equipos de rescate estaban en modo de búsqueda y recuperación, inspeccionando puentes, limpiando árboles caídos y buscando a cualquier persona en peligro.

Por la lejanía del área de Big Bend, los equipos de búsqueda pueden necesitar más tiempo para completar su trabajo en comparación con huracanes anteriores en áreas más urbanas, dijo Kevin Guthrie, director del Departamento de Manejo de Emergencias de Florida.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, declaró: “No creo que nadie pueda seguir negando el impacto de la crisis climática. Sólo mire a su alrededor”.

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