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En América Latina (AL) y El Caribe hubo una “señal” esperanzadora en el problema del hambre, después de que se registrara una reducción de 2 millones de personas que se encuentran por debajo de los niveles aceptables de seguridad alimentaria. Si bien existen 45 millones de personas que sufren mal nutrición y viven una situación de hambre, esta cifra representa una buena noticia para el futuro, según el subdirector general y representante para América Latina y el Caribe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Mario Lubetkin.
En entrevista para EL UNIVERSAL, Lubetkin explicó que es la primera vez desde el 2014 que aparece una señal de cambio de tendencia, pese a que la pandemia, el estallido de la guerra de Ucrania y el cambio climático dejaran un aumento del 30% desde 2019.
“Seguimos manteniendo una tendencia negativa en AL y en el Caribe por el desequilibrio social y los escenarios de mal nutrición que se vienen arrastrando hace años. Sin embargo, el efecto del Covid, el cambio climático y la guerra han sido factores importantes en el aumento del hambre, ya que nunca se habían combinado tantos factores negativos y explosivos que determinaran esta situación”, explicó.
Pese a que la reducción de la cifra ya mencionada representa una "señal positiva" en su informe "El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo", (SOFI, por sus siglas en inglés), Lubetkin advierte que en Centroamérica el panorama no es positivo debido al problema de obesidad infantil y el desperdicio de alimentos, lo cual agrava esta crisis, y señaló que de no haber un cambio en la reducción del cuadro de hambre la estabilidad de los países va a verse severamente afectada.
“No podemos pensar en garantizar que se coma si no podemos asegurar que se coma bien. Hay un factor que cada vez está afectando más a la población, sobre todo en AL y El Caribe: la obesidad y el sobrepeso empieza a ser un factor muy importante en este contexto general de esfuerzo para garantizar seguridad alimentaria, donde tan solo en ambas regiones alcanza el 8.6% de la cantidad de niños en general que hay en la región”.
El tema de desperdicio de alimentos representa un desafío a nivel global, al “llegar a ser un tercio de la producción total que hoy tiene el mundo para garantizar la alimentación a los 8 mil millones de personas”.
El especialista en temas de cooperación para el desarrollo indicó que hasta el día de hoy existe una gran discusión con el tema del uso de alimentos genéticamente modificados. Para la FAO, aclaró, uno de los objetivos es transformar los sistemas agroalimentarios.
“El tema de los alimentos genéticamente modificados es uno de los desafíos de los cuales técnicos y los diferentes actores gubernamentales deben buscar un equilibrio. Lo que está claro es que la biotecnología y la innovación son clave para buscar soluciones puntuales, regionales y globales”.
Sin embargo, lamentó que los actuales gobiernos en AL y El Caribe solo enfoquen su atención en temas de comercio fronterizo, dejando en segundo plano los temas de seguridad alimentaria.
“Para nosotros es fundamental la transformación de los sistemas de la seguridad agroalimentaria para que exista un manejo correcto de las tierras, y un apoyo sustancial a la agricultura familiar –la cual que representan entre un 70 y un 80% de la producción-, en donde, el producto de los agricultores familiares les permita el desarrollo de las propias zonas de donde se produce, para que de esta manera puedan contar con un fuerte respaldo para accionar en el comercio exterior y también aumentar el comercio exterior”.
Ante la llegada de la próxima Cumbre del Futuro en 2024 en septiembre próximo, enfatizó la importancia de acelerar los compromisos acordados para mitigar la crisis alimentaria a fin de alcanzar los primeros dos Objetivos de Desarrollo Sustentable (OSD).
“Yo creo que estos números nos alejan de estos objetivos. Uno de los puntos clave de la agenda global para cambiar el escenario internacional es la crisis alimentaria y esto datos van a significar que nada haya cambiado, esperamos no encontrarnos en esta situación”, indicó.
“No podemos avanzar con una región que tiene un proceso diferenciado de desarrollo sobre la inseguridad alimentaria; aquí los países que están mejor en la producción alimentaria deben reforzar su cooperación con los países más afectados de Centroamérica, pero sobre todo del Caribe para asumir la responsabilidad de poder avanzar más rápido y que en el 2030, si no se llega al objetivo, se esté realmente cerca. Este es un desafío. Yo creo que hay mucha mayor consciencia y responsabilidad ahora de lo que había antes y eso es una buena señal”, finalizó.