Miami.— Hace cinco años, una multitud que se manifestaba en contra de una protesta de neonazis y supremacistas blancos era arrollada por uno de los jóvenes neonazis en Charlottesville, Virginia. El saldo: un muerto y 19 heridos. Aquel acto quedó marcado como una de las peores expresiones del supremacismo blanco. Sin embargo, hoy la situación en Estados Unidos no ha cambiado mucho.

Aquel 12 de agosto de 2017, los grupos de neonazis y supremacistas blancos se reunieron para participar en una marcha denominada Unite the Right (Derecha Unida), en protesta por el retiro de los monumentos de los generales confederados Robert E. Lee y Thomas Jackson.

El consejo de la ciudad había decidido quitar esos símbolos que recordaban y, de alguna manera apoyaban aún, una de las eras más racistas y separatistas de la historia estadounidense, cuando estados como Carolina del Sur, Mississippi y otros luchaban por independizarse de la Unión Americana para preservar la esclavitud.

Alrededor de las 13:00 horas aparecieron grupos civiles apoyando el retiro de las estatuas y otros símbolos considerados racistas. Se desataron enfrentamientos verbales y físicos entre los grupos manifestantes supremacistas, a favor de la ideología confederada, y la sociedad civil.

El acto despiadado

Durante los enfrentamientos verbales, en una de las calles, James Alex Fields Jr., un joven que en ese entonces tenía 20 años, estaba en su auto, sobre la calle del lado de quienes pedían el retiro de la estatua. Sin pensarlo mucho, según sus propias palabras, aceleró y atropelló sin piedad a quienes estaban frente a él. Luego metió reversa y el atropello fue doble.

En el acto murió Heather Heyer, mujer de 32 años, e hirió al menos a 19 personas más, que con el tiempo sanaron sus heridas físicas; sin embargo, aún los sobresalta la terrible experiencia.

Fields Jr. fue detenido y llevado a la cárcel. Después de un juicio y de haberse declarado culpable de 19 cargos en su contra sobre actos de odio contra la sociedad, en junio de 2019 fue sentenciado a cadena perpetua. En noviembre de 2021, un jurado determinó que 17 de los supremacistas que participaron en la marcha Unite the Right, y que lideraron las agresiones a los opositores, debían pagar 12 millones de dólares a las víctimas; a Fields se le ordenó pagar 14 millones más; para un total de 26 millones de dólares en indemnizaciones.

Los grupos más visibles

Cinco años han pasado desde aquel 12 de agosto y la situación no ha cambiado respecto a los llamados grupos supremacistas, de acuerdo con especialistas consultados. El ataque en un supermercado en El Paso, Texas, que dejó 22 muertos, en 2019, es un claro ejemplo. Jake DePoe, vicepresidenta de la Northwest American Indian Coalition (Coalición de Indios Americanos del Noroeste), comentó a EL UNIVERSAL que “uno de los grupos más activos durante la manifestación de Charlottesville fue American Vanguard, de donde posteriormente se desprende otro grupo llamado Patriot Front, pero en realidad son los mismos, grupos racistas, de odio supremacista, que creen que el país les fue heredado a ellos por ser blancos y descendientes de quienes han desarrollado, según ellos, al país”. Además de American Vanguard, las autoridades de Charlottesville reportaron tener registros para la manifestación del 12 de agosto de más de 10 agrupaciones autoconsideradas como supremacistas blancos o neonazis.

Rechazo a afrodescendientes

“Una parte del manifiesto de estos grupos dice que un afrodescendiente puede haber vivido, trabajado y ser clasificado como ciudadano [de Estados Unidos]; pero que aun así no es estadounidense”, señala DePoe.

“Dicen que, en todo caso, sería un africano en Estados Unidos. Y esa misma regla la aplican a todos los que no son blancos y descendientes de los europeos que llegaron y desarrollaron, según ellos”, la Unión Americana, indica.

La Liga Antidifamación (ADL, por sus siglas en inglés) detalla que Patriot Front y otros grupos de su tipo aseguran que sus antecesores de origen europeo fueron quienes conquistaron Estados Unidos y se los heredaron a ellos y a nadie más.

Otros grupos

Uno de los más recientes recuentos de diversas autoridades en toda la Unión Americana cuenta más de mil 600 grupos de corte supremacista, incluidos los neonazis, en todo el país.

Entre los más actuales a la luz de los reflectores se encuentran Alt-Right (Derecha Alterna), un grupo supremacista blanco que nació con la voz discordante del entonces candidato a la presidencia Donald Trump en 2016.

Esta Derecha Alterna logró sobresalir después de que Trump les pusiera los reflectores nacionales en algunos de sus discursos públicos. De acuerdo con especialistas consultados, es un grupo oportunista que se ha ido apagando sin Trump en el escenario político. Sólo opera en redes y se desconoce el número real de sus seguidores.

El KKK (Ku Klux Klan) es el más ortodoxo y longevo de la historia del racismo estadounidense. En su inicio, casi al final de la guerra civil, fue formado por oficiales y posteriormente exoficiales confederados, derrotados en la guerra en 1865, así como civiles blancos.

De ingrata trayectoria y expansión durante el siglo 20, el KKK discrimina abiertamente a negros, judíos, migrantes no blancos y a la comunidad LGBTTTI+. Buscan principalmente evitar que estas comunidades tengan derechos como ciudadanos estadounidenses e impedirles el acceso a cargos públicos y gubernamentales. Actualmente cuenta con alrededor de 7 mil miembros confirmados por todo Estados Unidos, aunque se presume que son más.

Los grupos neonazis no están del todo localizados, pero se sabe que hay una representación importante. Son personas que se identifican con toda la filosofía hitleriana y nazi sobre la superioridad de la raza blanca, especialmente la aria y la anglosajona, por encima de cualquier otra. Son admiradores de Adolf Hitler.

Los grupos neonazis que están a la cabeza en la Unión Americana son el denominado partido American Nazi, así como los grupos Alianza Nacional y Movimiento Nacional Socialista, siendo este último el de mayor presencia en al menos 30 estados. Los demás, en su mayoría, están centralizados en Virginia aunque intentan expandirse. También mantienen contacto con grupos neonazis en Europa.

“Necesitamos levantar la voz”

Frente a estos grupos, hay activistas que hacen llamados para que los actos de odio no se repitan en Estados Unidos.

Michael Logan, quien vive en Washington, DC, cuestiona la actitud de los estadounidenses que sin ser racistas, tampoco hacen algo contra el supremacismo o el neonazismo. “Su enojo no cambia lo que sucede racialmente: supremacistas golpeando y, en ocasiones, asesinando a minorías. Policías blancos matando a ciudadanos negros. Mientras sigan siendo pasivos nada va a cambiar, necesitamos ser directos, hablar, levantar la voz, señalar. Gritar que estamos muy molestos y frustrados, dolidos. Y especialmente que dejen de llevarse con cualquier blanco racista, dejen de ser sus amigos, seamos congruentes”.

En julio de 2021 fueron desmontadas las estatuas de Robert E. Lee y Thomas Jackson en Charlottesville.

La tardanza se debió, primero, a los disturbios y, segundo, a la presentación de apelaciones, hasta que el Tribunal Supremo de Virginia apoyó el retiro. Ambas estatuas habían sido erigidas en lugares donde lucieron por casi 100 años en Charlottesville, como un recordatorio de que los habitantes vivían en territorio confederado y que, a pesar de haber perdido la guerra, mantenían el mismo espíritu.

“Quizá eso pudo haber sido en las décadas de la primera mitad del siglo 20, pero una vez que inicia el movimiento a favor de los derechos humanos con Martin Luther King, no hay nada que pueda sostener la presencia indeseable de esos símbolos. En realidad, nunca la hubo”, comenta Logan.

En Estados Unidos había más de mil 800 estatuas en honor a figuras de los confederados, pero en la última década han comenzado a removerlas. En 2020 quitaron 168. La mayoría de las que restan están en lo que fue territorio confederado y está costando más trabajo quitarlas, pero millones de ciudadanos siguen presionando para que sean removidas.

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