Madrid.— Al cumplirse cinco años de la adopción del , los avances en la lucha contra el cambio climático han sido escasos y puntuales, por lo que de continuar en la misma línea la degradación del medio ambiente podría volverse irreversible a partir de mediados de siglo.

El Acuerdo de París suscrito en 2015 por la comunidad internacional pretende evitar que el aumento de la temperatura media del planeta (1.1ºC), supere a finales de siglo los 2 grados centígrados respecto a los niveles preindustriales. Además, busca promover esfuerzos adicionales que hagan posible que el calentamiento global no rebase los 1.5ºC en las próximas décadas.

Sin embargo, a pesar de las advertencias de los expertos que reclaman acciones urgentes, los avances han sido mínimos y en 2030 el mundo seguirá produciendo más combustibles fósiles de lo comprometido en el acuerdo de París para frenar el calentamiento global, según un informe del Departamento de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

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La ralentización de la economía por la pandemia ha provocado la caída en 7% de la producción de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas natural, pero se prevé que la tendencia para la próxima década sea la contraria, con incrementos de 2%.

Para poder cumplir con el objetivo del pacto de París de limitar el aumento de las temperaturas, el informe de Naciones Unidas advierte que habría que reducir el consumo de combustibles fósiles en 6% anual durante los siguientes 10 años, un objetivo que por ahora parece inalcanzable. Para finales de siglo, de continuar el ritmo actual, la temperatura podría aumentar 3 grados centígrados, lo que implicaría una debacle medioambiental.

El principal problema para que progresen los esfuerzos contra el calentamiento global es la actitud de algunos de los países que más contaminan, entre ellos China, Estados Unidos, India, Rusia y Brasil, que se niegan a revisar al alza los planes nacionales de acción climática que se acordaron en 2015 y que son insuficientes para conseguir una rebaja sustancial de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), como el CO2, procedentes de la industria, centrales eléctricas y medios de transporte.

Pero hay otros obstáculos importantes para el despliegue de los acuerdos de París, como la falta de medios para implementar en los países más vulnerables un modelo alternativo al consumo tradicional de combustibles fósiles; reconversión que requiere un fuerte apoyo económico por parte del mundo más desarrollado.

Por todo ello, tras más de una veintena de cumbres, los avances son claramente insuficientes, aunque la inversión en energías renovables haya superado a la de los combustibles fósiles, especialmente en los países en desarrollo, y muchos países y subregiones hayan fijado precios a las emisiones de carbono. La parte positiva es que la comunidad internacional es cada vez más consciente de que hay que actuar sin mayor dilación contra el cambio climático, aunque algunos sectores ofrezcan resistencias.

El listado de desafíos es imponente, sobre todo por las amenazas directas más graves, como las temperaturas extremas, los incendios, la desertización y el deshielo del Ártico, el cual tendría un impacto directo en las corrientes atmosféricas y oceánicas con eventos meteorológicos más extremos y un aumento del nivel del mar. Pero el calentamiento global también tendrá efectos secundarios, entre ellos los desplazamientos masivos de personas y la alteración de los ecosistemas.

El incremento de las temperaturas también podría facilitar la llegada de nuevas pandemias, porque liberaría virus, algunos de ellos mortíferos, que están atrapados en el hielo desde hace miles de años. Muchos de estos virus se encuentran hibernados en el permafrost, una capa del suelo permanentemente congelada, aunque no siempre está cubierta de hielo, que se extiende sobre todo a lo largo del Ártico: Siberia, Alaska y Canadá. En algunas zonas ha comenzado a menguar como consecuencia del deshielo.

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Asimismo, el calentamiento global pondría a prueba a los sistemas sanitarios que estarían en trance de colapsar en muchos países. “Las amenazas a la salud humana se están multiplicando e intensificando debido al cambio climático. A no ser que cambiemos de rumbo, nuestros sistemas sanitarios corren el riesgo de verse desbordados en el futuro”, advierte Ian Hamilton, director ejecutivo de The Lancet Countdown, en referencia a las muertes relacionadas con el calor extremo en las personas mayores, las cuales han aumentado un 54% en las últimas dos décadas.

El presidente electo de Estados Unidos Joe Biden ha prometido el regreso de su país al Acuerdo de París, luego de que Donald Trump decidiera abandonarlo el pasado mes de noviembre por considerarlo lesivo para los intereses económicos de la potencia hegemónica. La retirada de Estados Unidos debilitó el pacto internacional, incrementó la suspicacia de los países emergentes y está ralentizando aun más la aplicación de medidas integrales contra el cambio climático.

La batalla contra el calentamiento global afecta demasiados intereses e implica una estrategia que se debe aplicar en varios frentes a la vez, lo que entorpece la adopción de medidas consensuadas en los foros internacionales que, tras el Acuerdo de París, se han celebrado sobre el clima. Además, las cumbres están excesivamente burocratizadas y en ellas confluyen muchas posiciones contrapuestas, lo que dificulta aún más la aprobación de resoluciones que deberían desembocar cuanto antes en la implementación de un plan responsable, eficaz y solidario contra el calentamiento global, según reclaman los expertos.