El presidente Donald Trump sorteó todo tipo de tormentas: desde los reclamos por su negativa a difundir sus declaraciones de impuestos hasta un proceso de impeachment por presuntas presiones al gobierno de Ucrania para que investigaran a su rival en las elecciones 2020, Joe Biden.

De su lado siempre tuvo un elemento clave y, hasta enero pasado, todo indicaba que lograría la reelección. “Un presidente en funciones con una economía fuerte es siempre difícil de derrotar”, dice a EL UNIVERSAL Robert Schmuhl, profesor emérito de Estudios Americanos en la Universidad de Notre Dame, en Indiana.

Pero con lo que el mandatario estadounidense —y el resto del mundo— no contaba era con la llegada del coronavirus.

La pandemia ensombreció cualquier otro tema, cualquier otro logro y arruinó el principal activo de Trump: la economía.

“La pandemia afectó la economía en la carrera hacia la elección y volvió más difícil la campaña. Lo mejor que tenía Trump antes de la pandemia era la economía”, comenta Joseph E. Uscinski, politólogo estadounidense, autor de American Conspiracy Theories (Teorías de la Conspiración Estadounidenses).

“La situación económica estadounidense en enero-febrero de 2020 habría sido benéfica para Trump, pero desde que comenzó la pandemia la economía cayó en la recesión más profunda desde los años 30”, señala Cailin Birch, Economista Global en la Unidad de Inteligencia de The Economist. Si bien es cierto que en marzo se aprobó un paquete de ayuda federal para apoyar a las familias y a los negocios durante el confinamiento de marzo-abril, cuando el Covid-19 estaba golpeando con más fuerza al país, la mayoría de las medidas aplicadas ya expiraron. “El Congreso, hasta ahora, no ha podido acordar otro paquete de ayuda. Para noviembre, muchos hogares estadounidenses estarán en una posición financiera más precaria que en julio. Esto no ayuda al mandatario en funciones”, detalla.

Con más de 9 millones de casos de coronavirus y más de 229 mil decesos, EU es el país más golpeado por la enfermedad.

Sin embargo, desde el principio, Trump intentó minimizarla, diciendo que se “desvanecería” al llegar la primavera, culpando a China —donde se originó el virus—, o con la llegada de una vacuna que, dijo, estaría antes de las elecciones, pese a que los expertos han señalado que no estará disponible antes de 2021.

Ahora insiste en que “lo peor ya pasó”, aunque el país está viviendo, al igual que Europa, un rebrote de la enfermedad. “El manejo del presidente Trump de la crisis, sus muchas declaraciones contradictorias, el que él también se contagiara, han dado a muchos votantes estadounidenses la sensación de que es incompetente y que no puede manejar este problema. Desde mi punto de vista, esta es la principal razón por la que el candidato demócrata, Joe Biden, tiene una ventaja de caso 10 puntos en el voto popular y encabeza en casi todos los estados batalla”, dice Thomas Alan Schwartz, profesor distinguido de Historia en la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, y autor del libro Hen- ry Kissinger and American Power: A Political Biography. (Henry Kissinger y el poder Estadounidense: Una Biografía Política).

La pandemia trastocó todo lo que el presidente tenía planeado para su campaña. “Él quería que el éxito de la economía fuera el tema principal rumbo a la reelección, pero la pandemia y la falta de una respuesta coherente resuelta se convirtió en el asunto dominante para los estadounidenses”, considera Schmuhl. “Lo que vemos es el fracaso de quienes toman las decisiones en el gobierno de Estados Unidos en asumir el mando en situaciones difíciles”.

A decir de Gregory Koger, politólogo de la Universidad de Miami, la “pandemia de coronavirus es un evento sin precedentes en la historia de las elecciones presidenciales estadounidenses. Nunca habíamos tenido una elección en la que una pandemia matara a cientos de miles de estadounidenses en un año electoral”. Por eso, en gran medida, las elecciones de este año se han convertido, opina, “en un referéndum sobre la respuesta de Trump a la pandemia”.

El jefe de Estado defiende que la economía se está recuperando y que pronto será “maravillosa”, pero la realidad en los hogares estadounidenses es distinta. “Si el presidente Trump estuviera compitiendo en la economía prepandemia, sería difícil derrotarlo, pero hoy la economía es muy diferente y millones de estadounidenses están sufriendo severos problemas con el crecimiento del desempleo y el cierre de incontables negocios”, lamenta Schmuhl.

El manejo del Covid-19 se convirtió en el arma principal de los demócratas contra Trump. En un año turbulento en Estados Unidos, con una polarización cada vez más profunda, con protestas raciales y en rechazo a la brutalidad policial, ha sido la pandemia lo que ha marcado el ritmo de la campaña, en más de un sentido.

“Biden ha convertido su respuesta a la pandemia en parte central de su mensaje de campaña. Conforme vemos crecientes casos de Covid-19 en Estados Unidos, al acercarnos al invierno, la perspectiva de una respuesta federal más robusta, y la formulación de una estrategia nacional para hacer pruebas puede ayudar a los demócratas a ganar votantes indecisos”, dice Birch.

Para algunos de los expertos, que Trump enfermara terminó de destrozar su mensaje. “Cuando se enfermó, eso desinfló su argumento público de que la pandemia de Covid estaba cediendo y que no era dañina”, argumenta Schmuhl. Pero en cuanto a si influyó en un cambio de opinión respecto a por quién votar, tienen sus dudas. “La mayoría de la gente tomó su decisión hace tiempo”, advierte Uscinski.

Una de las grandes implicaciones de la pandemia está en la votación de este año. Millones de personas están sufragando de forma anticipada, presencialmente, algunos, pero otros a través del correo. Existe incertidumbre sobre cómo el sistema electoral estadounidense podrá procesar tal cantidad de votos, considerando que en muchos estados, aunque se vote por anticipado, los sobres no se abren sino hasta el día de la elección.

Trump se ha dedicado a señalar, sin pruebas, que el voto por correo es sinónimo de fraude. Se trata, indican los expertos, de un mensaje peligroso. “Al criticar el voto por correo, está arrojando dudas sobre el proceso electoral y el eventual resultado. Si pierde, puede decir: ‘Los votos por correo fueron fraudulentos’. Podría llegar tan lejos como no aceptar los resultados”, alerta Schmuhl.

Los entrevistados difieren sobre lo que puede pasar en un escenario así. “El caos en varios estados es probable”, opina Schmuhl. “Es posible que si las elecciones se cierran, eso derive en batallas legales sobre cómo contar los votos. En esa situación, algunos partidarios de los candidatos podrían sentirse defraudados y tomar las calles en protesta”, advierte Koger.

Para Birch, lo esperable es que “una disputa legal concluya para diciembre, conforme las presiones políticas y económics se empiecen a acumular”. Sin embargo, reconoce que “hay un número de factores impredecibles, incluyendo el riesgo de que se descuente un gran número de votos por correo, por ejemplo si llegan tarde o no fueron llenados correctamente, y el riesgo de que tecnicismos legales sesgen el resultado. Esas incertidumbres garantizan que las tensiones serán altas”.

Schwartz, en cambio, no cree que el tema del voto por correo sea un asunto demasiado grande a la hora de determinar los resultados finales de la elección.

“Creo que a menos que haya un cambio drástico, Biden probablemente arrasará. No veo una elección cerrada”.

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