San José. – Cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió las elecciones presidenciales de 2000, el entonces presidente de Cuba, Fidel Castro (1926-2016), pronosticó con certeza que habría un cambio en las relaciones diplomáticas de su país con el gobierno mexicano e invocó a Benito Juárez con su célebre frase: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
En un acto en noviembre de 1999, Castro se anticipó a la modificación que el entonces presidente electo mexicano, Vicente Fox, inyectaría a los lazos diplomáticos entre ambos países a partir del primero de diciembre de ese año.
Castro previó que México dejaría de ser el principal aliado de Cuba en América desde el triunfo de la revolución cubana en 1959 y envió un contundente mensaje político a Fox: develó en La Habana una estatua de Juárez en la Avenida de los Presidentes, o “G” como le identifican los cubanos.
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La efigie es la única de un mexicano en una vía capitalina en la que hay monumentos en honor al ex presidente chileno Salvador Allende (1908-1973) o al general panameño Omar Torrijos (1929-1981), entre otros.
Con el monumento a Juárez como Benemérito de las Américas, Castro le advirtió a Fox que evitara involucrarse en los asuntos internos cubanos y que jamás se atreviera, por ejemplo, a cuestionar la situación de los derechos humanos en Cuba.
Castro predijo que, al poner Fox fin a más de 71 años de gobiernos consecutivos del PRI, México se apartaría de su tradicional política de solidaridad hacia Cuba en lo que en esa época sumaron más de 40 años de estrecha cercanía entre las dos naciones.
A diferencia del resto de países de América Latina y el Caribe, que obedecieron a las presiones de Estados Unidos en los inicios de la década de 1960 y reprocharon el establecimiento en la isla de un régimen comunista aliado a la entonces Unión Soviética y al campo socialista de Europa del Este, México fue el único que se abstuvo de romper vínculos diplomáticos con Cuba.
En la administración Fox, México cuestionó el deterioro de los derechos humanos en Cuba, con presos políticos, sin libertad de prensa y de expresión ni elecciones libres. La Habana siempre niega esos cuestionamientos… y se apega a Juárez: mantenga la paz y respete el “derecho ajeno” de los cubanos a decidir sobre los asuntos de Cuba.
No obstante, Fox reafirmó el proceso de distanciamiento con Cuba que su predecesor, Ernesto Zedillo, del PRI, emprendió en noviembre de 1999 al abrir lazos con la disidencia cubana, tildada por la revolución cubana como mercenaria y contrarrevolucionaria al servicio de la política de hostilidad de Estados Unidos hacia La Habana.
Pero más allá del factor México-Cuba, y al cumplirse hoy 150 años de su muerte, Juárez tendió las líneas principales de la política exterior de los países de América Latina y el Caribe.
“Juárez es uno de los grandes referentes no sólo de México sino de América Latina”, afirmó el abogado y diplomático boliviano Jaime Aparicio, exembajador de Bolivia ante la Organización de Estados Americanos (OEA).
“Es el arquetipo del ciudadano ilustrado del siglo XIX. A diferencia de los caudillos iletrados, militares, civiles, indígenas y mestizos que gobernaron las Américas, Juárez fue resultado de su superación personal”, dijo Aparicio a EL UNIVERSAL.
“Abogado, intelectual, heredero de la Ilustración y el humanismo, fue el gran reformador liberal de México y América”, recalcó, en alusión a que Juárez, nacido en 1806 en San Pablo Guelatao, Oaxaca, y de origen en la etnia indígena zapoteca, llegó a ser abogado y político mexicano y presidente de su país en varias etapas entre 1853 y 1872.
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Al recordar que Juárez “luchó por los ideales republicanos expresados” en la Constitución Política de México de 1857 y en las Leyes de Reforma, promulgadas en ese país entre 1855 y 1863, puntualizó que esa legislación instauró “los principios de la separación del Estado y la Iglesia (Católica), el fin de los privilegios militares y eclesiásticos, la igualdad de todos ante la ley y la búsqueda de una sociedad de oportunidades a través de la educación pública”.
“Para los americanos, la figura de Juárez no solamente representa el máximo exponente de la democracia mexicana sino un gran aporte para la paz en el continente”, aseguró el abogado y diplomático panameño Guillermo Cochez, ex embajador de Panamá en la OEA, al referirse al principio de que “el respeto al derecho ajeno es la paz”.
“Ese concepto de Juárez que hasta hoy retumba en nuestros oídos, nos hace recordar a un hombre que nace de las entrañas de su patria. Indígena, se educa y llega a ser presidente por tantos años de México, combatiendo a la fuerza extranjera que se quiso apoderar de México con (el emperador) Maximiliano. Por eso es que para los americanos este aniversario de Juárez es tan significativo”, declaró Cochez a este diario.
Para el politólogo costarricense Carlos Murillo, director del Centro de Investigación Observatorio del Desarrollo de la (estatal) Universidad de Costa Rica, “próceres como Juárez y otros que prácticamente no existen en este siglo, e incluso en la segunda mitad del siglo XX en América Latina fueron muy pocos y contados con los dedos de la mano, han tenido una gran influencia en la dinámica latinoamericana, pero sobre todo en México y Centroamérica”.
Murillo declaró a este periódico que “las enseñanzas y los lemas de Juárez sin duda marcaron y siguen marcando. (…) Esas ideas que mantienen vigencia deberían, desde la perspectiva de México, ser más utilizadas en sus relaciones exteriores, sobre todo en la actual coyuntura y en sus relaciones bilaterales y regionales”.
Según el politólogo, México podría influenciar en política exterior “sin caer en ese límite que Juárez estableció de hasta dónde llega el derecho de uno o el derecho de los países, pero que no significa que eso sea intervencionismo ni violación de la autodeterminación. Juárez mantiene vigencia importante, pero se ha ido perdiendo en el análisis latinoamericano”.
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