Con la renovación, este domingo, del Parlamento, una Alemania fuerte, económicamente vigorosa y políticamente segura de sí misma se prepara para dar inicio a una era en la que está llamada a responder a desafíos emergentes y desempeñar nuevas responsabilidades en Europa y el mundo.

Los observadores consultados por EL UNIVERSAL coinciden en que la nueva era plantea serios problemas domésticos ante el avance del peligroso nacionalismo antieuropeo y xenófobo que representa Alternativa para Alemania (AfD), un partido que aspira debutar en el Parlamento Federal.

“Viene la operación “curita”, porque el próximo canciller debe dar señales de que Alemania no está dividida entre los que están a favor del AfD y los que están en contra, una misión muy compleja, ya que por vez primera se escuchará la ruidosa voz de este partido en el Parlamento”, asegura el politólogo Zirahuen Villamar, quien realiza una investigación sobre política exterior alemana en la Universidad Libre de Berlín. “La capacidad de contener el nocivo discurso del AfD desde el Parlamento dependerá del tipo de coalición de gobierno que se llegue a formar”, subrayó.

En la próxima legislatura, Berlín deberá afrontar el desafío de la creciente pobreza, semillero para el florecimiento del AfD. Pese a que la economía alemana ha sido más dinámica en comparación a vecinos de tamaño similar, como Francia —creció 1.9% y bajó el índice de desempleo a 4% en 2016, frente a 1.2% y 10% respectivamente—, la brecha entre pobres y ricos aumenta.

Carsten Ullrich, sociólogo de la Universidad de Duisburg-Essen, localidad en donde uno de cada tres niños vive de ayudas sociales, afirma que el problema radica en una pobreza generacional que va más allá del empleo precario y mal remunerado. Sostiene que es una cuestión de formación, educación, competencias sociales y competitividad. “Es allí en donde hay que hacer mucho más”, indica el investigador.

El próximo gobierno alemán igualmente tendrá que hacer frente a la latente amenaza terrorista, así como a las secuelas de la herencia de 2015, cuando la política de puertas abiertas de la canciller Angela Merkel dejó entrar a casi un millón de migrantes al país.

Habrá que dar respuesta a los desafíos que plantea una Alemania multicultural y evitar tragedias como la registrada en Colonia en Año Nuevo de 2016, cuando centenares de mujeres sufrieron asaltos sexuales masivos atribuidos a varones musulmanes. Para Mathias Jopp, director del Instituto de Estudios Europeos de Berlín, de la forma como se afronten los retos de seguridad y económicos dependerá si se frena o no el inquietante avance de la ultraderecha.

“La mejor manera para que el próximo canciller evite el avance de la extrema derecha es combatir los riesgos del terrorismo, el crimen internacional, la migración irregular y apoyar los movimientos dirigidos a fortalecer el mercado único y la unión monetaria”, explica a este diario. “Además, deberá enfrentar los principales retos económicos y ambientales, concretamente se requiere de una transición energética, transformar el sector tecnológico haciendo énfasis en el desarrollo de una industria automovilística sostenible y presionar para la digitalización de la economía alemana y europea”.

La renovación del Bundestag (Parlamento) exigirá que Alemania se esfuerce por disipar la ilusión de que la UE puede sobrevivir exclusivamente bajo un régimen de liderazgo exclusivamente alemán. “Alemania no sólo ha dominado en los asuntos económicos, también en los políticos, y en la UE hay mucha gente de países que han estado en dificultades, particularmente en el sur, muy molesta por el comportamiento alemán con respecto a Europa, llamando a Merkel o el ministro de Finanzas dictadores, autoritarios e imperialistas, y esto se va transformar en un gran problema para Alemania en el futuro”, advierte Gideon Botsch, profesor del Centro Moses Mendelssohn de la Universidad Potsdam.

“Por ello es sumamente importante que volvamos al escenario en el que construíamos socios en Europa, es crucial cambiar el comportamiento hacia aquellos países de la UE que se sienten traicionados o sometidos por Alemania”. Esa meta, continúa, sólo se alcanzará con mayor solidaridad y restableciendo el dinamismo francoalemán en concierto con otros Estados miembros.

Más allá de las fronteras comunitarias, se anticipan cambios durante la siguiente administración. En entrevista, Timo Lochocki, experto del German Marshall Fund of the United States, prevé que Alemania deje atrás la timidez que ha limitado su potencial para trasformar su peso económico en uno político y militar. Asegura que el gigante europeo se hará más visible en el tablero internacional como un actor garante de los instrumentos multilaterales y la paz. Precisa que la evolución será en estrecha sintonía con el presidente francés Emmanuel Macron, y en respuesta al repliegue de Estados Unidos del tablero multilateral y el caos que vive Gran Bretaña como consecuencia del Brexit.

“No lo definiría como el nacimiento de una nueva Alemania, pero el camino transitado en los últimos 10 años hacia un mayor liderazgo internacional más comprometido con la seguridad y la cooperación global podría extenderse al ámbito militar, de defensa y seguridad”, sostiene Lochocki.

Los analistas confían en que Angela Merkel, quien ha sido canciller desde 2005 y ha visto pasar a tres presidentes estadounidenses, cuatro mandatarios franceses, cuatro primeros ministros británicos y al menos siete jefes de Estado italianos, será la encargada de conducir al país cuatro años más. Coinciden en que las favorables cifras económicas y fiscales, contribuirán a extender la longevidad de la administración Merkel.

La veterana política, quien creció detrás de la Cortina de Hierro, además es percibida por un importante número de alemanes como la opción más segura en un momento de gran incertidumbre global por el Brexit, el unilateralismo de la Casa Blanca y las repetidas provocaciones de los regímenes de Rusia, Turquía y Corea del Norte.

“Muy probablemente muchos no piensan que Merkel es la mejor, pero sí consideran que es la que ha brindado estabilidad, y ofrece confianza y seguridad. Ese será el mensaje si llegan a votar en números tan grandes —como indican las encuestas— a favor de la canciller”, sostiene Zirahuen.

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