Gabriela, como pidió ser identificada, se cansó de ejercer el trabajo sexual en los alrededores de la . Logró juntar unos ahorros y se convirtió en emprendedora. En la misma zona vendía ropa, bisutería, maquillaje y diversos accesorios a quienes fueron sus compañeras y al público en general, así mantuvo a su familia por más de un año. Cuando el negocio iba viento en popa, le cayó la pandemia.

El pago de la renta del local y el resurtir su mercancía le fue imposible. Intentó buscar un trabajo “normal”, pero durante el segundo semestre del año pasado no encontró nada y su familia necesitaba comer.

“Y pues como dicen, me vine por la fácil y mira que intenté salir, pero de verdad no había trabajo y regresé a lo que hice por 19 años, estuve fuera más de un año y ahora pa’ tras otra vez, al trabajo sexual nuevamente por el Covid”, comenta mientras espera clientes afuera de un hotel de la calle Corregidora en la zona Centro.

La situación de Sabrina fue más complicada. Cuatro años fuera del “negocio”, trabajando como ama de llaves o enfermera, se vinieron abajo luego que una úlcera le complicó la salud y que, a raíz del Covid, nadie ocupara sus servicios.

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Ahora, así con muletas, camina por Puente de Alvarado o la avenida Revolución en busca de clientes, quienes también se han visto afectados por la crisis económica.

Gabriela volvió al sexoservicio por la pandemia, pero sus ingresos bajan 50%
Gabriela volvió al sexoservicio por la pandemia, pero sus ingresos bajan 50%

El lunes pasado, la organización civil Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez A.C., dio a conocer que aumentó hasta en 100% la actividad del trabajo sexual a raíz de la pandemia ocasionada por el coronavirus.

Según sus números, durante el año pasado tenían registradas a 7 mil 700 mujeres dedicadas a este oficio, pero en enero la cifra fue de 15 mil 200 trabajadoras de este ramo en puntos como la avenida Tlalpan, Revolución y otros de la zona Centro de la capital.

De este aumento, según Brigada Callejera, 40% son mujeres que habían dejado el trabajo sexual, pero que tuvieron que regresar a las calles.

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Otro 40% son mujeres que iniciaron a raíz de la crisis, y 20% restante representa a las que no están en un punto específico, es decir, caminan en la vía pública buscando clientes, dejando de lado a todas aquellas que han encontrado en las redes sociales otra oportunidad de prostituirse, pues de ese mercado no hay registro.

“Desde el inicio de la pandemia vislumbramos el panorama porque otros colectivos asociados desde España nos advirtieron de lo que pasaba allá, entonces aquí empezamos a aplicar las medidas preventivas, desde el Corona-Sutra, que son diversas posiciones sexuales para evitar que tanto la trabajadora sexual como el cliente se contagiaran, y luego brindamos apoyo a las que creían que estaban contagiadas.

“A raíz de eso empezamos una campaña de entregar despensas a las compañeras que seguían trabajando y fue histórico porque llegó mucha gente, y entonces fue que nos dimos cuenta de la gravedad de la situación. Los apoyos brindados por el gobierno son insuficientes y ellas necesitan de la aportación de la sociedad civil”, explicó, Arlen Palestina, asesora jurídica de Brigada Callejera.

Ahora, en medio del semáforo naranja implementado por las autoridades, las trabajadoras sexuales esperan que la situación se normalice, pues en los momentos más álgidos tuvieron que “ingeniárselas” para seguir con la actividad: “Cuando no había hoteles, empezamos a trabajar en los estacionamientos, dentro de los vehículos, casi en la calle y eso no es digno para nadie, pero no había donde”, puntualiza Sabrina.

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Gabriela confía en que el regreso a la llamada “nueva normalidad” sea pronto y así reabrir su negocio y dedicarse de lleno a vender sus productos, de lo contrario regresará a las calles como lo ha hecho la mitad de su vida.

“Ojalá pase esto pronto para que pueda tener mi negocio otra vez. Nosotras estamos solas, somos las últimas en recibir los apoyos, el dinero de ayuda que nos ofrecen no es nada, mil pesos al mes no alcanza ni para el hacer el mandado, así que no tenemos otra alternativa más que esperar o regresar a este trabajo”, concluye la mujer, para luego atender a una persona que se acerca a preguntar por el servicio.