En el primero de los 15 días críticos para contener el avance del coronavirus, como lo anunció la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, la Ciudad de México comenzó a despoblarse.

Algunos están refugiados en su casa, pero otros, los pudientes, esos que seguirán cobrando sin temor a ser despedidos, decidieron ir a la playa o a algún otro lugar con tal de no permanecer encerrados.

Ya sea una u otra opción, la realidad es que en la capital comienza a alejarse la gente de lugares tan emblemáticos como el Zócalo, la Alameda y el Monumento a la Revolución, lo mismo que de restaurantes, tiendas de ropa, neverías y todo tipo de negocio, incluido el Barrio Chino.

“Es el primer día y vea usted”, lamenta Verónica Itzel Mata Ledezma, gerente de la óptica MK10, ubicada en el cuarto piso del Pasaje América, de la calle Madero, donde circula el mayor número de personas en el país, pero hoy es contada la que transita en ella, son más los volanteros que gente caminando por esa vialidad.

Incluso, Sheinbaum Pardo dijo desde temprano que el tránsito vehicular bajó ayer 61% y los pasajeros en las 12 líneas del Metro, 60%. No miente, en el primer día de contingencia se vieron asientos vacíos en ese transporte.

El mismo panorama se observa en la Alameda Central, donde nadie se atrevía a atravesarla por entre los prados, por temor a ser asaltados, dado que ni los policías cumplen con su deber.

“Esos polis sólo están para vigilar el orden, no para evitar asaltos”, comentó con ironía Genaro García, lustrador de calzado afuera de los juzgados civiles, quien revela que tres horas ahí y ni un cliente.

Sin embargo, pese a la medida anunciada por la jefa de Gobierno para que los capitalinos permanezcan en su casa los próximos 15 días, el Movimiento Indigenista Artesanario Originarios de México, en punto de las 11:00 horas realizaron un plantón sobre Eje Central.

“Esto parece broma. No hay ni carros y es la primera vez que los uniformados realizan oportunamente los cortes viales”, dijo Isidro Correa, trabajador de Correos de México, de los pocos que se presentaron todavía este lunes a arreglar unos documentos que su jefe dejó pendientes antes de acatar la orden de la doctora Claudia.

No fue la única protesta, afuera del Antiguo Palacio del Ayuntamiento también fueron a inconformarse los vagoneros por el presunto asesinato de uno de sus compañeros a manos de la policía. Era tal el calor que presurosos buscaban alguna sombra, que encontraron debajo del asta bandera.

En contraparte, azulejeros, plomeros, carpinteros y vidrieros que diario se plantan en las rejas de la Catedral, con la esperanza de ser contratados, tampoco acudieron.

Más desolación se vivía en las inmediaciones del Monumento a la Revolución, donde los niños y jóvenes que acuden a refrescarse diariamente ayer no llegaron, pues ni siquiera funcionan las fuentes.

Y aunque por ahora Sheinbaum Pardo no prohibió el funcionamiento de los restaurantes, La Soldadera decidió cerrar, lo mismo que La Manifestación y otros negocios situados en esa área.

El restaurante Cardenal, del Hotel Hilton, donde diario acuden políticos y empresarios, a decir de Nayeli, hostess del lugar, desde la semana pasada bajó la clientela.

“Llevo año y medio trabajando aquí y nunca había visto el lugar tan desolado. Sólo tres mesas ocupadas y a la hora de la comida ni esas tres se ocupan. Desconozco cuánto aguantará la gerencia, pues en el hotel también son contados los huéspedes”, comentó.

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