Bajo una manta negra, tras las rejas metálicas de la jaula unos ojos amarillos resaltaron en la oscuridad, alertas de cualquier peligro. Ante el menor movimiento fuera de su encierro, el ave reaccionó con temor, buscando refugio en las esquinas de la jaula.

Era un búho cornudo adulto, de aproximadamente 10 años, 1.3 kilos, plumaje café grisáceo y con daño en las plumas de las puntas de sus alas, que no le permitía volar, con el esqueleto completo de un ratón en el estómago que se había comido entero hace pocos días.

El traslado del ejemplar desde la reserva ecológica del Pedregal de San Ángel al hospital Protectora Nacional de Animales para realizar seis placas radiográficas de las alas y el cuerpo del ave fue la misión del día para Hugo Larios y Urbano, miembros de la Unidad de Servicios de Emergencia Animal de la Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama.

Para Hugo, el rescate animal no es sólo un trabajo, es un forma de vida a la que se ha dedicado desde que tiene 14 años de edad. Foto: Abril Angulo / EL UNIVERSAL
Para Hugo, el rescate animal no es sólo un trabajo, es un forma de vida a la que se ha dedicado desde que tiene 14 años de edad. Foto: Abril Angulo / EL UNIVERSAL

Para Hugo, el rescate animal no es sólo un trabajo, es un forma de vida a la que se ha dedicado desde que tiene 14 años, edad en la que empezó a rescatar perros accidentados en un “vochito” junto a su hermano mayor.

No fue hasta años después que Hugo pudo materializar su misión de rescatar animales en peligro en la Ciudad de México, de la mano de la Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama, con su propia ambulancia y cursos de especialización y equipo de rescate para ir al siguiente nivel.

“Recuerdo un día que mi hermano y yo rescatamos a un perro atropellado en Iztapalapa y estábamos en medio del tráfico con el animal muriéndose en el asiento y pasó una ambulancia al lado. Entonces pensé ¿por qué esa persona sí tiene el derecho de ser atendido de emergencia con un equipo especial y una ambulancia y un animal no? Desde entonces me quedé con la idea en la cabeza y años después fue lo que me llevó a crear este proyecto que hoy es mi vida”, relató.

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La Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama (Institución de Asistencia Privada) se constituyó en 1984 con el objetivo de mitigar el dolor de los animales ante la insensibilidad que aún prevalece en México. A partir de 1996, la fundación definió como su programa prioritario el rescate animal y la esterilización y a la fecha suman más de 560 mil.

Con más de 22 años de experiencia en el rescate animal, Hugo narró que cuenta con diferentes cursos, como certificación en rescate vertical, operaciones de un vehículo de emergencia, primeros auxilios para mascotas, manejo de serpientes venenosas, entre muchos otros.

Aunque afirmó que una de las constantes en su labor diaria es atender perros y gatos atropellados, específicamente en las alcaldías de Iztapalapa, Gustavo A Madero y Álvaro Obregón (lo que constituye casi 50% de sus rescates), también ha vivido diversos casos difíciles de olvidar, entre los que se encuentran el rescate de iguanas, serpientes, aves exóticas e, incluso, un lémur.

Al búho le realizaron seis placas radiográficas en el hospital Protectora Nacional de Animales. Foto: Abril Angulo / EL UNIVERSAL
Al búho le realizaron seis placas radiográficas en el hospital Protectora Nacional de Animales. Foto: Abril Angulo / EL UNIVERSAL

Sin embargo, recordó como una de sus anécdotas más memorables la vez que recibió un llamado en un complejo de edificios en la alcaldía Coyoacán. Cuando llegó, lo esperaba cerca de una de las casas una caja con la leyenda “Hola, mis dueños ya no me pueden tener, me llamo Lacoste” y adentro un cocodrilo adulto.

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“Son experiencias que te van formando carácter, uno aprende a enfocarse en la situación y encontrar la manera de resolverla. No puedes quedarte congelado y siempre estamos listos para atender desde un perro atropellado hasta una serpiente venenosa o lo que se ofrezca”.

Tan sólo en 2022, Hugo y Urbano atendieron a 181 caninos en situación de riesgo, 109 felinos, 131 animales de fauna silvestre y en 2023 a 207 perros, 134 gatos y 118 animales salvajes; un total de 880 casos en estos dos años, sin contar el número de apoyos y traslados que la fundación ofrece a instituciones como la Brigada de Vigilancia Animal de la Secretaría de Seguridad, a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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