La tragedia para la familia Lezama aún no concluye. No han tenido tiempo de llorar y asimilar la partida de Nancy, una de las 26 víctimas mortales del colapso en la , pues tratan de animar a su otra hija, Tania, quien también viajaba en uno de los vagones que cayeron.

Ella sigue convaleciente en el hospital en recuperación, pues tiene “los huesos de la cintura para abajo hechos pedazos”.

La familia está molesta con el Gobierno capitalino y analizan demandar. Aseguran que los han abandonado, tanto así que en el Hospital Xoco, donde en un principio atendían a Tania, no la pudieron operar porque no contaban con los materiales adecuados ni la “autorización” para intervenirla. La joven de 23 años corría el riesgo de quedar paralítica y urgía que ingresara al quirófano.

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Fue gracias a la caridad de otras personas que, de momento, Tania progresa y cada día toma fuerza en sus piernas.

“Mi sobrina está saliendo adelante gracias a la ayuda de la gente, un médico particular fue el que nos habló y nos dijo que él y el personal del Hospital Roma asumían todos los gastos y ahí la operaron bien rápido, le pusieron los tornillos que ocupaba y le hace faltan dos operaciones.

“Tiene el coxis destrozado y le tienen que poner otras placas. Ya nos dijeron que al menos puede mover sus pies, aún no se para porque le duele mucho, pero ya es un avance. Su mamá está destrozada, la pobre anda de arriba a bajo todo el día, viene a los rosarios, luego se regresa a cuidarla, el otro día me dijo que se quiere partir en dos, para atender todo lo de Nancy y seguir cuidando a Tania, pero no se puede”, dice Vicenta Salgado, tía de las hermanas.

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A Nancy la cataloga como muy tranquila, pero amiguera, tanto que en el sepelio le sorprendió la cantidad de amistades que llegaron a despedirla.

Cuenta que Nancy quería ser maestra porque le encantaban los niños: “Era muy estudiosa, siempre estaba en lo suyo. Sus papás le trataban de dar todo, le pagaban los estudios y todo, pero ella siempre buscaba salir adelante, por eso trabajaba.

“Se levantaba temprano, tomaba clase, hacía tarea, luego se iba a Plaza Antena a trabajar y regresaba. Trabajaba porque quería tener sus cosas, siempre le gustó ser independiente y eso nos gustaba mucho de ella, todos los días hacía ese camino, por eso cuando supimos del accidente nos asustamos mucho, todo terminó mal”, narra la tía al tiempo que muestra una foto de Nancy.

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Las hermanas todos los días tenían que hacer más de dos horas de camino para llegar a su domicilio, en lo más alto de San Juan Ixtayopan, en la frontera con Milpa Alta y el Valle de Chalco en el Estado de México. De la estación Tláhuac debían tomar una combi que las dejaba a 900 metros de su casa. Por la noche siempre tenían una plática con su mamá.

“Eran muy unidas, imagínate eran su vida. Mi hermana está destrozada, el papá también. Todo les cambió, ahora sabes todo lo que están gastando en ir y regresar todos los días hasta aquí, él dejó de trabajar pues cómo, no se puede y lo poco que ahorraron ahí se les va, te digo, la gente es la que nos ayuda, vienen y dejan despensas”, añade Vicenta.

“Del gobierno no sabemos nada, nada… ni nos ayudan con la gasolina, no ayudaron con la operación, entonces no sé que vaya a pasar. Ahora, dicen que Tania va a ocupar terapia, aparatos especiales y todo eso es muy caro, dicen que van a dar 600 mil pesos y no sé qué más, pero no están viendo todo los gastos que vienen, quién va a pagar la terapia, los aparatos, cómo le vamos a hacer para llevarla y traerla todos los días, la desgracia apenas empieza”, concluye la tía.

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Aunque personal del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro y del gobierno local se han acercado con los padres, de momento la ayuda tangible no la han recibido, por lo que no descartan que en las próximas horas, asesorados por un abogado, puedan interponer una demanda.