“Era muy alegre, siempre hacía reír a su mamá y ahora no va a estar con ella”.

La vida de José Juan Galindo Soto en una fracción de segundos se acabó, pues mientras circulaba sobre la avenida Tláhuac cayó sobre su vehículo la ballena que sostenía la , junto con uno de los vagones que se vinieron abajo. El hombre quedó aplastado bajo las toneladas de cemento y los fierros retorcidos.

Sus familiares aseguran que se pudo hacer algo por él, pero los rescatistas se tardaron mucho en sacarlo y murió aplastado.

José Juan era alegre, siempre estaba escuchando salsa y, aunque no era buen bailarín, al menos intentaba “sacudir la polilla moviendo hombros, las muñecas y apenas alcazaba a medio zarandear el pie”, lo recuerda entre risas su papá, don Efraín, quien lamenta el incidente en el que muerieron otras 25 personas.

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A una semana de la tragedia y ya más tranquilo dice que escuchará a las autoridades para que le expliquen por qué no lo sacaron a tiempo, de cualquier manera, asegura, sigue pensando en demandar al Gobierno capitalino, por negligencia.

Pero eso queda en segundo término, ya que lo que le preocupa a don Efraín es la salud de su esposa y madre de la víctima, quien “siempre andaba contento, era buena persona. Aunque cansado y todo, siempre tenía un gesto para hacer reír a su mamá, luego se alejaba poquito por el trabajo, pero siempre estaba presente. Cada 10 de mayo traía un regalo, comida, flores o le hablaba aunque sea por teléfono”.

“Dentro de todo era buen hijo, pero ahora nos vamos a quedar solo nosotros, ahí solitos, asimilando y dándonos cuenta de qué fue lo que pasó.

“Ni modo, creo que ahora empieza lo más difícil porque ya nos vamos a dar cuenta que hace falta”, relata don Efraín en entrevista, al tiempo que atiende al personal del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, que acudieron a su domicilio la tarde del domingo para brindarle la asesoría y ayuda necesaria.

José Juan era hijo único, trabajaba en una constructora y recientemente se había juntado con su pareja. El día de la tragedia venía del dentista por un malestar que tenía en una muela.

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Su madre se quedó esperándolo, pues nunca más lo volvió a ver con vida. “Vivimos a un kilómetro de donde paso el accidente, ese día quedó en pasar a ver a su mamá pero se tardo y ya estábamos acostados cuando vimos las noticias, pero nunca pensamos que le pasara algo porque iban en carro”, afirma su papá.

“La mamá de su mujer fue la que nos habló. Avisó que se veía el carro de ellos ahí aplastado. Él murió luego luego y ella sigue grave en el hospital, no sabemos cuándo vaya a salir o qué vaya a pasar con ella.

“Cuando mi esposa vio el carro y cómo quedo, se puso mal, se le bajo la presión y la tuvimos que llevar al hospital, la impactó mucho ver cómo quedó el carro y luego nos dijeron que por el Facebook había un video donde se veía todavía vivo”, explica el señor, al tiempo que intenta borrar la imagen que vio del Ford debajo de los escombros.

“Era nuestro sustento, ayudaba mucho aquí en la casa. Quizá no fue el mejor hijo, nadie es perfecto, ni nosotros, pero siempre estaba pendiente, se llevaba bien con todos, era muy amiguero y todos ellos y nosotros lo vamos a extrañar mucho, la bronca es que aún no termina toda la tragedia, su esposa sigue en el hospital, no sabemos qué va a pasar con los gastos, cómo le vamos a hacer ahora para salir adelante.

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