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En las primeras horas del jueves 2 de noviembre, los rayos del sol iluminaban una carroza fúnebre frente al cementerio más grande la Ciudad de México: el Panteón Civil de Dolores, que se ubica en la esquina de avenida Constituyentes y Chapultepec.

A cuentagotas y con pasos lentos, la gente llega al panteón cargando ramos y ramos de flores de cempasúchil.

Van a visitar a sus muertos y algunos a almorzar sobre sus tumbas. Es una tradición que en estas fechas lleguen con cubetas y escobas para limpiar las tumbas de los amigos, padres, tíos y abuelos. Así es, al menos, para la familia Rodríguez Gaona, cuyos integrantes tienen apodos relacionados con distintos géneros musicales.

El señor Aureliano, conocido como Mambo, llevó a su hijo Chachachá a ver la tumba de Remedios, su esposa.

Llegaron desde temprano para remover la tierra y las hojas de los árboles que cayeron sobre las tumbas donde yacen siete cuerpos de la familia. Poco a poco limpiaron la zona, barrieron, y colocaron ramos de flores naranjas y sus pétalos. Luego se sentaron a platicar y esperar a que “hiciera hambre” para almorzar.

La tumba de Remedios es diferente a las de alrededor, porque Mambo mandó imprimir en un mosaico blanco una foto de ellos dos bailando, en los tiempos en los que iban a los salones de baile de la capital. También hay fotos de los abuelos, además de los nombres inscritos con letras doradas sobre la cruz que permanece sobre la tumba.

Los Rodríguez visitan a mamá Remedios tres veces al año, en el Día de las Madres, en el cumpleaños de la fallecida y desde hace tres años, cada 2 de noviembre. Siempre que acuden se evocan el recuerdo del gusto por el baile y los apodos de los hijos.

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