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Tenango del Valle, Méx.— Marco Antonio Garduño Isasi se dedica a la cerería, en su caso dice hacer arte con cera de colmena. Originario de Tenango del Valle, este artesano de 61 años, gracias a su inquietud y el “hambre” por salir adelante, mejoró el corte tradicional de las velas, cirios pascuales y veladoras para ampliarlo en 40 variedades de frutas y verduras, calaveritas que se asemejan a las de dulce o piezas de panadería.

“Mis piezas únicas son lo que me han dado nombre. Cada proceso lleva una etapa, empieza con una estructura de alambre que se forra de cera y cada capa lleva su tiempo de secado, cada hoja en árbol o la forma de una manzana, un aguacate o un pan de muerto implica su propio tiempo de secado, de terminado”, expresa.

Las piezas de pan de muerto escarchado con azúcar o las calaveras blancas, naranjas y color chocolate que portan coronas de flores son únicas, ninguna es igual a la otra, todos expuestos en huacales colocados en la pared, como si se tratara de un tianguis y no de una cerería. Detalles que bien pueden ser colocados como parte de un altar de muertos, tradicionales en noviembre por el Día de Muertos.

Marco es un hombre que se dice orgulloso de la actividad a la que se ha dedicado desde que era un niño y que aprendió de sus abuelos. Actualmente trabaja con su esposa.

Marcos expresa preocupación por la inminente desaparición de este sector, pues cada vez son menos las familias que se dedican a esto, comenta.

Lamenta que pese a ser un oficio representativo de las tradiciones mexicanas, emblemático de su municipio y del Estado de México, la realidad es que está en peligro de desaparecer, porque no hay suficiente impulso por parte de las autoridades ni opciones para que sea un trabajo del que puedan vivir.

“Desgraciadamente no hemos tenido la posibilidad de comercializarlo a gran escala, pero he identificado que las piezas innovadoras que vendo en las ferias artesanales llaman la atención de clientes extranjeros, por ejemplo, se han llevado a Inglaterra, Islandia, se van a Europa, Asia, y en la República han llegado a todos los estados; sin embargo, difícilmente el trabajo es bien valorado por los connacionales, muchas veces regatean el precio”, platica.

Marco afirma que desde el “vientre de su mamá es cerero” porque desde antes de nacer olía la cera de colmena, sentía las quemaduras que conlleva la elaboración de velas y fue uno de los pocos integrantes de su familia que continuó con esta actividad, pues al ser un oficio “muy castigado”, pocos son los que deciden el oficio.

Tras casi ocho años de pruebas en su pequeño “laboratorio”, encontró la técnica o la fórmula adecuada para poder dar forma a las manzanas, los chiles, las calabazas o los árboles con decenas de hojas detalladas a mano que dan vida a una pieza que se asemeja a una escultura.

“Utilizamos un producto que está dentro de la bolsa de valores, lo pagamos en dólares y dependemos de cómo oscila el precio de la materia prima, ese es uno de los problemas; otro es que al estar en extinción las abejas tampoco hay mucha producción de cera de colmena, por lo menos en Tenango ya no hay de estos insectos”, dice.

Marco resalta que sigue trabajando el corte tradicional. “Tengo un buen sabor de boca de todo lo que he logrado, porque cada peso que entra en esta casa es a base de nuestro trabajo”.

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