No sé qué semana de la pandemia corría, cuando me llegó una caja. En ella, reposaban cuatro berlinesas . Tomé una y congelé las demás (en tiempos inciertos había que tomar decisiones sabias). Recuerdo que la mordí como niña, como cuando consigue que sus padres le compren el dulce que quiere. Un poco de la crema de mascarpone cayó al suelo, yo me llené el rostro de azúcar glass , pero la disfruté como si fuese la última que comería. El apapacho comestible se había horneado en Sonia , un local que abrió sus puertas a finales de 2019 y hacía todo lo posible por mantenerse de esa forma.

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Sonia, el hilo conductor a los buenos recuerdos
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Pasaron meses antes de que pudiese poner pie en el restaurante, pero hace unos días lo taché de mi lista de pendientes. Me tomó por sorpresa que el lugar no luciera como en las fotografías, porque gracias al Covid hubo que reorganizar el espacio. Mantuvo su acogedor encanto gracias a la vieja casona de la Juárez donde se instaló. Su techo de doble altura, los cálidos colores que te envuelven en la mesa y su cocina abierta, te hacen sentir bienvenido.

Al menú no hay que ponerle nacionalidades o etiquetas, pues es un recorrido por antojos y recetas familiares mezcladas con buenos ingredientes y técnicas contemporáneas. Suena más complejo de lo que es, pero en resumen: aquí se come muy bien. Para empezar, hay que pedir los tacos de papada con paté de lobina y habanero tatemado. La única queja que tendrás tiene que ver con sus tres pequeñas porciones, pues no querrás compartirlas. Vale la pena reparar en su selectiva carta de vinos. Yo opté por un Tres Olmos Lías Verdejo .

Sonia es una hermosa forma de recordar a los seres queridos de sus dueños. Gran coincidencia con estas fechas.

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De plato fuerte hay una docena de opciones que responden el antojo de carne, pollo o pescado. El pulpo a la Mario goza de popularidad y, al ordenarlo, comprendo el por qué. Sabe a hogar, uno donde el cocinero tiene la destreza de cocinar el octópodo a la perfección. Hay que tomar un poco de la crema quemada, la salsa de jitomate y un trozo de cebolla para que haga sentido. Un trozo de alcaparra termina por redondear el bocado. Y, antes de terminar el plato, toma el pan y patínalo sobre la salsa.

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El magret de pato con lentejas y mandarina, así como las carnitas de guajolote con mole negro y compota de plátano macho , se leen resabrosas, pero esta vez me decanté por la totoaba (es de criadero, no intenseen). Ésta va acompañada de babaganoush (un puré de berenjenas asadas con peperonata) y pimientos confitados con cebolla. Maridó perfectamente con el verdejo que conté líneas más arriba.

Para el postre me dejé llevar por la recomendación del chef Edgar Delgado , quien se inspiró en el gusto por la calabaza en tacha de su padre, reinterpretada en una versión hecha con camote. Espuma de leche ahumada, bizcocho de naranja endulzado con piloncillo, helado de camote con naranja y chips del tubérculo, componen el dulce y delicioso homenaje familiar.

Sonia

Dirección: Oxford 23, colonia Juárez

Tel: 55 5941 4956

Horario: lun.-mar. 9-22 hrs, mié. 9-23 hrs, jue.-sáb. 9-00 hrs, dom. 9-20 hrs

Promedio: 700 pesos

*Diana Féito es periodista gastronómica, apasionada por descubrir historias. Siempre la encontrarás comiendo algo rico y compartiéndolo en sus redes.

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