Pocas cosas en la vida son tan placenteras como ver nacer una idea, seguir de cerca su crecimiento y atestiguar su consolidación. En 2017, en una de tantas exploraciones vitivinícolas, tuve la oportunidad de visitar Dolores Hidalgo para conocer una bodega que auguraba convertirse en uno de los más excitantes proyectos del Bajío . Esta semana, en un pisa y corre, tuve la oportunidad de regresar a Tres Raíces.

De la mano de Rogelio Martínez, nuevo director de esta vinícola guanajuatense , y Cristopher Jaimes, integrante de su equipo de enología, tuve la oportunidad de recorrer todo el complejo. ¡Es cierto!, Tres Raíces es un proyecto aún muy joven, que hoy por hoy sigue trabajando para alcanzar su independencia productiva absoluta; el futuro, sin embargo, es bien prometedor.

La bodega nació en 2015, con la adquisición de las primeras parcelas e investigaciones en términos de climatología y cepas óptimas. Hoy, son 20 las hectáreas produciendo, además de otras 10 que en breve comenzarán a dar sus primeros resultados. ¿Cepas?, dominantemente Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Malbec, Merlot, Syrah, Caladoc, Tempranillo y Sauvignon Blanc, sobre suelos franco-arcillosos, calcáreos y limosos, que se cultivan bajo la tutela de Juan Manuel Tovar y Rafa Garza. Pronto se sumarán Sangiovese y Nebbiolo, dos varietales que ya forman parte de las etiquetas de Tres Raíces, pero que hoy se construyen con frutos procedentes de otros estados, como Aguascalientes y Chihuahua, fuentes recurrentes de esta vinícola en desarrollo.

#COLUMNA Dolores Hidalgo, tierra de grandes vinos guanajuatenses
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Pero no se confunda, decir “en desarrollo” no significa que el proyecto carezca de sustento o bases sólidas. Tres Raíces es capaz de producir 120 mil litros de vino anualmente y su sala de barricas, con capacidad total de 2 mil unidades, hoy resguarda más de 400 toneles con caldos propios. Súmele siete foudres de roble francés, además de equipo enológico de primer nivel y su propia cámara fría. Un Rolls-Royce bien pulido y encerado, listo para acelerar a fondo.

“Carlos, ¿qué hay de los vinos ?”. Algunos muy bien, otros en pleno proceso de mejora bajo la dirección de Fabricio Hernández y Agostina Astegiano, recién desempacados de San Luis Potosí. Entre lo que vale la pena probar ya mismo está el Tempranillo Rosado 2020, absolutamente vibrante e hiper frutal, uno de esos rosados que deberían ser obligatorios en cualquier degustación de platillos picantes y especiados. Igualmente interesante es el Nebbiolo Sangiovese 2019, nacido a partir de fruta foránea y sometido a 10 meses de crianza en roble francés y americano; un tinto cargado de fruta roja madura, rosas deshidratadas, delicados tonos vegetales y placenteros recuerdos de hierbas balsámicas. Limpísimo, goloso y bien cumplidor. Mención aparte merece la nueva añada del Sauvignon Blanc con Barrica, a punto de salir al mercado. Imagine usted una explosión de cáscaras de cítricos maduros, frutos tropicales y flores blancas, enmarcados por elegantes tostados del roble, bien estructurado y largo en boca.

#COLUMNA Dolores Hidalgo, tierra de grandes vinos guanajuatenses
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Pero no es todo, ¡no!, el gran secreto por descubrir aquí es el Cabernet Franc. El equipo enológico de Tres Raíces está finalizando un corte que marcará, sin duda alguna, un antes y un después en toda la región. ¡Recuérdelo!

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