Mientras en nuestro país hablamos de seguridad interna, en este foro decenas de militares, exmilitares, funcionarias/os en activo, exfuncionarias/os, ministras/os, académicas/os, periodistas, y activistas, pusimos durante tres días los temas de la agenda de seguridad global sobre la mesa. Este año nos volvió a acompañar una comisión bipartidista del Congreso de EEUU, varios militares tomadores de decisiones en ese y otros países, dirigentes y funcionarios de la OTAN, y varios ministros y líderes más de 70 países quienes hoy tienen en sobre sus mesas decisiones que aparecen en nuestras primeras planas a diario. Tener la oportunidad no solo de participar en las paneles y discusiones, sino de conversar directamente con ellas/os, me ha arrojado cada año perspectivas impensadas para mí. Este año me tocó participar en una discusión sobre corrupción (global) y los vínculos del crimen organizado con grupos terroristas, empleando esa corrupción como vehículo. En el blog de hoy, ocho apuntes al respecto.

1. El cambio de foco: del terrorismo hacia Rusia y China. Al igual que en las estrategias de seguridad nacional estadounidenses, en el foro de Halifax vemos un giro temático de 180 grados. Los paneles y discusiones sobre terrorismo han pasado a un segundo plano. La mayoría de las mesas versaron sobre temas relativos a las amenazas que los países occidentales, especialmente los miembros de la OTAN, perciben en cuanto a su creciente confrontación con Rusia y con China. Las discusiones trataron desde la ciberguerra y los cambios tecnológicos, hasta la guerra híbrida rusa en Ucrania, la expansión china en sus mares colindantes, la inversión china en infraestructura a lo largo y ancho del planeta y los vacíos percibidos que ha venido dejando Estados Unidos por una débil visión estratégica (no limitada, por cierto, a Trump). También hubo mesas sobre migración, sobre cambio climático, sobre el rol de las mujeres en cuerpos militares y en misiones de mantenimiento de la paz, entre muchos temas más.
 

2. Descuido de al menos una década. Justo en el sentido de lo arriba mencionado, llama la atención el reconocimiento abierto por parte de varios generales estadounidenses, incluido el Jefe del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos (el oficial militar de mayor rango de las Fuerzas Armadas de EU y el principal asesor militar del Presidente, el General Joseph Dunford) acerca de que si no revierten la tendencia actual a partir de un significativo incremento en inversión para investigación y desarrollo tecnológico, Washington vería su poder relativamente disminuido ante Rusia y sobre todo ante China. Tuve oportunidad de preguntarle al General Dunford de manera directa, si en su visión, Estados Unidos se había descuidado demasiado en los últimos años debido a su alta concentración de esfuerzos para combatir a Al Qaeda y a ISIS. Me respondió que es muy difícil efectuar juicios sobre el pasado, cuando en su momento la información que se tenía indicaba que había que hacer lo que se hizo, pero que, visto a la distancia, él quizás sí habría decidido diferente. La realidad es que, si sumamos su testimonio a los de otros líderes militares de EU y de otros países de la OTAN en el foro, la conclusión no es muy difícil de comprender: Washington y sus aliados estuvieron demasiado ocupados combatiendo enemigos importantes, pero relativamente de mucho, pero muchísimo menor peso que China y Rusia. El resultado fue que esas dos superpotencias vieron la oportunidad y estuvieron avanzando en áreas en las que EU no avanzó, y, por tanto, la distancia que separa sus capacidades militares y tecnológicas hoy se ha acortado. Esto, en la visión de estos militares, debe ser urgentemente revertido.
 

3. Siguiendo la misma línea, se habló mucho de las diferencias entre Rusia y China. Moscú es percibido como un rival más débil que Beijing, con menos competitividad en el largo plazo, menos poder económico y capacidades para invertir u ofrecer recompensas a otros países para sumarse a su proyecto, y por tanto, un actor mucho más agresivo en el corto plazo, quien no duda en lanzar ciberataques o en interferir en procesos electorales (en EU y en muchos países más) a fin de provocar disrupción social, polarizar posiciones, generar división interna y afectar psicológicamente y políticamente a sus adversarios. Las estrategias rusas incluyen, como en Ucrania, la guerra híbrida (la mezcla de tácticas de guerra cibernética, con tácticas de guerra irregulares y convencionales) o el uso eficiente de sus fuerzas para proyectar un poder que no necesariamente tiene. En cambio, China es percibido como un actor menos confrontador, menos directo en sus estrategias que son de mucho mayor largo plazo. El paso de Beijing es mucho más pausado, pero más firme. Su poder económico supera con creces al poder ruso, lo que ofrece recompensas muy elevadas a otros actores si cooperan con Beijing (esto incluye la iniciativa en infraestructura de largo alcance para conectar Europa con Asia y África llamada “Una Ruta, un Cinturón”) pero también incluye otros proyectos de muy alto costo y estrategias, a fin de ir paulatinamente ganando influencia en todas partes del mundo. Las inversiones chinas en investigación y desarrollo armamentista y tecnológico le tienen a la vanguardia en el planeta. Su vastísima población le permite estudiar y entender, a través de procesamiento masivo de datos, tendencias y necesidades como ningún país en el mundo. Por todo lo anterior, y otros factores que no menciono a falta de espacio, había un consenso entre la mayoría de participantes en el foro acerca de que Beijing es el rival que tendrá mayores capacidades para retar a Estados Unidos. En lo que no hubo consenso, como es natural, es en cuanto a las estrategias para enfrentar este reto. Hubo quien pensaba que China debe ser confrontada duramente desde este mismo momento. Hubo, en cambio, quienes, de manera menos alarmista, sugieren pensar bien los caminos, entrar en un diálogo constructivo con Beijing, y encontrar espacios para resolver problemas mutuos dado lo mucho que todos tienen que perder si las confrontaciones siguen escalando, y lo mucho que, en cambio, todos podrían ganar si éstas se detienen. Además, no se puede soslayar el altísimo grado de interdependencia que hoy existe entre la economía china y varias de las economías occidentales, especialmente la estadounidense, lo que convierte a los mayores rivales, también inescapablemente, en los mayores socios en el globo.
 

4. Debo confesar que hubo una especie de línea narrativa en el foro. Como si hubiese un consenso entre varios participantes al respecto de comunicar que la OTAN es una alianza que se mantiene sólida y sin mayores problemas, a pesar de la retórica de Trump. Puede tener que ver con que en el foro había una comisión bipartidista de ocho senadores estadounidenses (8% del Senado, un porcentaje muy alto) y varios miembros de la Cámara de Representantes, también de ambos partidos, quienes han estado trabajando desde el Congreso de EU para intentar mantener los lazos entre Washington y la OTAN libres de daño.  Podríamos decir que estos actores intentaron comunicar que a pesar del discurso de Trump, las acciones estadounidenses en cuanto a mantener sanas sus alianzas tradicionales hablan por sí solas, y que existe el poder institucional para contener al presidente. Algunos quisimos retar esta narrativa, pero hay que reconocer que esa reflexión autocrítica hizo falta y en lo general, también faltaron voces que confrontaran más abiertamente a los funcionarios y legisladores estadounidenses en cuanto a su complicidad abierta o implícita para que Trump pueda hacer todo lo que hace.
 

5. Una extraordinaria mesa sobre migración. De este panel rescato tres aspectos relevantes. El primero, un parlamentario alemán buscando transmitir lo que para Europa ha significado una llamada de atención; la comprensión de que, al final del camino, esos que aparentan ser problemas lejanos no lo son tanto; que vivimos en un sistema y que en ese sistema cada vez más interconectado, si los países del “norte desarrollado” no contribuyen a la resolución de conflictos armados o a reducir las disparidades entre nuestras distintas regiones, entonces esas circunstancias te tocan a la puerta.  El segundo, una profesora nigeriana recordándole al parlamentario alemán que en su discurso hace falta considerar que los países del llamado sur, son varios de los mayores receptores de refugiados y migrantes y que éstos se encuentran mucho menos capacitados para recibir a esos migrantes y atender sus necesidades (solo considerar los refugiados del conflicto sirio que hoy se encuentran en países como Turquía, Líbano, Jordania o Irak, o la migración intra-africana). Esa parte de la migración forma también parte del sistema, aunque no necesariamente te “toquen a la puerta”. Y el tercero, brillantemente el Senador Tim Kaine, excandidato a la vicepresidencia estadounidense y quien es muy sensible ante temas latinoamericanos pues vivió una parte de su vida en este subcontinente, trajo a la mesa el tema de la migración dentro de América Latina (como la venezolana hacia Brasil o Colombia), o la cuestión de la caravana migrante ante lo que criticó abiertamente a Trump por su discurso (el cual comparó, como lo hicimos en este espacio hace unas semanas, con el terrorista de Pittsburgh) y sus decisiones en esta materia.    
 

6. Sobre tecnología, también una importante mesa. En los últimos 20 años hemos atestiguado el mayor empoderamiento individual de la historia gracias al acceso a una inusitada cantidad de información. Esto ofrece enormes oportunidades al conocimiento, al crecimiento, al desarrollo humano y al libre flujo de información. Pero también representa riesgos. La radicalización de actores varios se ha facilitado. Ideologías que antes estaban en los márgenes hoy pasan a ocupar espacios centrales. Actores que van desde ISIS hasta extremistas de derecha han sabido emplear esas oportunidades para impulsar esos procesos de radicalización y llevarlos hasta espacios de violencia material. Al mismo tiempo, actores estatales como Rusia han sacado ventaja de este mismo espacio para penetrarlo e incidir en la polarización social y política. Esto nos ofrece varias historias paralelas, algunas muy felices, otras mucho menos. El riesgo es eso que los panelistas llamaron “la inestabilidad digital”, un universo en el que quien te ataca no necesita enviarte bombas, sabotear plantas o dispararte de manera directa, sino incidir de múltiples formas en la psique colectiva para provocar tanto o más daño. Siendo fenómenos tan nuevos, la verdad es que aún nuestras ideas para detenerlos o coexistir con ellos son demasiado limitadas.
 

Cada uno de los anteriores temas, por supuesto, nos da para uno o muchos artículos. Quise, sin embargo, dejar acá algunas nociones de algunos de los puntos que estuvimos discutiendo, y la necesidad de seguirlos abordando en espacios similares.

7. Por último, un breve comentario sobre mi participación. Las correlaciones entre corrupción y violencia han sido muy estudiadas a partir de investigación en decenas de conflictos en todos los continentes. De todas las variables que se correlacionan con la violencia, la corrupción puede ser aislada como la que más se encuentra presente en la mayoría de los conflictos. Sin embargo, el combate a las violencias y la construcción de paz son cuestiones que deben ser entendidas de manera sistémica. Los factores de los que depende dicha construcción de paz, tienen que ser considerados integralmente, la corrupción es uno de ellos. La desigualdad otro, la fortaleza institucional, el respeto a los derechos humanos, un alto nivel de capital humano o la cohesión social son solo algunos otros de los elementos que deben incorporarse a todo el esquema (IEP, 2018). Adicionalmente, este sistema no es únicamente interno, sino global, dada la interconexión que existe hoy en día entre organizaciones criminales y otros actores no-estatales violentos (como grupos terroristas) en todo el globo. Lo que estas organizaciones tienen en común es que, de una manera u otra, todas se mueven a través de las venas de la corrupción que encuentran y/o incentivan en todo el sistema. Por consiguiente, pensar en diseños punitivos como las sanciones internacionales a personas o entidades corruptas puede ayudar, pero resulta insuficiente antes los retos que el planeta enfrenta.

Twitter: @maurimm

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