En la tradicional Mega Ofrenda de la UNAM, el reconocimiento a los brigadistas no faltó tras los sismos del 7 y el 19 de septiembre, a los que llevaron a cabo labores humanitarias y de rescate en los edificios colapsados y las zonas siniestradas.
Fueron dos los altares dedicados a la solidaridad de los mexicanos. En una de ellas se ven los cascos entre flores de cempasúchil y en la otra, la principal de la exposición, una reinterpretación de la obra de Diego Rivera, con Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central en la que se incorpora a los brigadistas.
En el extremo de la Plaza de Santo Domingo, frente a las instalaciones de la Secretaría de Educación Pública, que colinda con la calle de Belisario Domínguez, casi frente al Antiguo Palacio de Medicina se levanta la ofrenda central, diseñada por profesores y alumnos de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM.
La megaofrenda fue colocada por segunda ocasión en la Plaza de Santo Domingo, en el Centro Histórico de la Ciudad de México; este año se dedicó a la memoria del pintor Diego Rivera, quien fue uno de los exponentes más importantes del muralismo mexicano de la primera mitad del siglo XX y de cuya muerte se cumplen 60 años en noviembre.
En el centro, los universitarios representaron a La Catrina que entre las manos no lleva una estola de plumas, sino lleva un bulto que representa la herramienta utilizada el 19-S, así como la ayuda humanitaria que brindaron los capitalinos. La rodean cientos de héroes anónimos, distinguidos solamente por sus cascos amarillos de trabajo.
A este recorrido se va en grupo, coincidieron asistentes, para honrar las tradiciones mexicanas del Día de Muertos.
Por ejemplo, Armando Puig y Virginia Vargas visitaron la ofrenda con su hija en una tradición que decidieron instaurar hace un par de años para hacer en familia. “Es importante fomentar estas tradiciones porque es parte de nuestras raíces, muchas veces nos llegan las tendencias de otros lados, de otros países”, señaló.