Ciudad Hidalgo.— Por cuarta ocasión, Cristian Martínez, de 23 años de edad, dejó La Ceiba, en , para intentar llegar a Estados Unidos, o en su defecto, ver la posibilidad de quedarse en Veracruz, donde tiene unos amigos que, asegura, son como su familia.

Desde Tecún Umán, del lado guatemalteco de la frontera, cuenta que esta vez su salida de casa fue muy distinta a las veces anteriores. Salió huyendo porque uno de sus familiares quiso matarlo a machetazos. Escapó del ataque con una herida en la pantorrilla izquierda que todavía está abierta.

“Me vine porque me querían matar. Era un tío mío que se llama Julio, me quería matar; por eso me vine para acá para Guatemala”, dice Cristian.

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El centroamericano relata que en su ciudad natal desempeñaba trabajos como albañil, soldador y pintor. Hoy, ha logrado llegar a la frontera entre Guatemala y México, pero ha notado que esta vez es más complicado el paso, ya que está la presencia de personal del Instituto Nacional de Migración (INM) y elementos de la Guardia Nacional, pero se siente confiado en que eso no le impedirá continuar su camino.

Desde hace una semana, autoridades federales desplegaron un operativo en la frontera sur de México con Guatemala y Belice, distribuyendo alrededor de 2 mil 225 elementos del INM, Guardia Nacional, Ejército, Protección Civil y personal de la Secretaría de Salud.

El despliegue de seguridad ha ocasionado que los migrantes tomen otras rutas donde no puedan ser “recuperados” o deportados. Algunos lo están haciendo por la frontera Corozal, Salto de Agua y Las Margaritas, Chiapas.

Sin embargo, Cristian teme aventurarse a cruzar la frontera por otros caminos desconocidos como otros migrantes.

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“Es muy riesgoso meterte por una montaña donde uno no conoce. No, no vale la pena. Aquí por lo menos hay civilización por donde podemos seguir”, asegura.

Cristian se acompaña de otras tres personas de origen Guatemalteco que conoció en el camino y quienes también buscan cruzar a tierras mexicanas para buscar mejores condiciones de vida.

Entre ellos va un menor huérfano de 17 años de edad. Juntos esperan la mínima oportunidad a orillas del río Suchiate para continuar su camino hacia el norte.