Hermosillo.— En miles de hogares con familiares , en estas fiestas habrá sillas vacías en la mesa y muchos niños se habrán quedado sin padre, sin madre o ambos. No habrá Noche Buena que celebrar.

“Jamás pensé en mi vida ni me pasó por la cabeza, que el mejor regalo que podría una madre recibir por Navidad es un pico y una pala”, dice Ceci Patricia Flores Armenta, líder de las Madres Buscadoras de Sonora al expresar su realidad y la de sus compañeras.

“Mucha gente dice que estamos locas porque decimos que encontrar un muerto nos trae paz, esa gente no sabe el dolor que causa la angustia, la incertidumbre de tener a un ser amado desaparecido”, confiesa.

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Para la líder del colectivo es mejor tener polvo, cenizas o huesos que nada.

“Digo, sí estamos locas, porque el dolor nos ha causado esta locura. El dolor, la tristeza, la desesperación, la angustia; tenemos todos los sentimientos encontrados.

“No quiero justicia ni culpables, sólo quiero volver a ver a mis hijos, aunque sea en un puño de huesos, ya los quiero encontrar. He visto pasar los minutos, las horas, días, semanas, meses, años y su ausencia duele cada día más.

“He visto morir madres, padres, en la espera de volver a ver a sus hijos. Yo no quiero morir sin antes haber cumplido mi promesa de traerlos de vuelta a casa”, dice la mujer que busca a dos de sus hijos: Alejandro, de 21 años de edad, desaparecido el 30 de octubre de 2015, en Los Mochis, Sinaloa, y Marco Antonio, de 31 años de edad, quien fue visto por última vez el 4 de mayo de 2019, en Bahía de Kino.

Pide que si los mataron, le hagan una llamada anónima para que le digan donde están, para poder llevarlos a casa.

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Apoyo pese a las amenazas

EL UNIVERSAL acompañó a Ceci Patricia Flores Armenta por dos días, mientras se esmera por hacer la colecta de dulces, pasteles, piñatas y juguetes para la posada que por pocas horas hará felices a decenas de niños huérfanos a causa del crimen organizado.

La líder del colectivo siempre estuvo escoltada por elementos de las policías estatal, municipal, Agencia Ministerial de Investigación Criminal (AMIC) y la Guardia Nacional (GN).

Recuerda que tras el asesinato de su compañera de búsqueda, Gladys Aranza Ramos Gurrola, ocurrido el 15 de julio de 2021, empezó a recibir amenazas de muerte que hizo públicas, por lo que fue acogida el 28 de julio pasado por el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de los Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación (Segob).

“Como ves, tengo bastante protección, pero yo no debería estar viviendo esto si la Fiscalía de Sonora hiciera bien su trabajo y hubiera dado con los responsables de los perfiles de redes sociales que les proporcioné, celulares desde donde están amenazándome, pero ni ayudándole puede hacer nada”, recrimina la mujer.

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Revela que siente miedo de estar tan protegida; también tiene sentimientos de tristeza e impotencia por estar desplazada: “Siento que estoy amarrada de pies y de manos y me están robando toda mi libertad, mi privacidad y la esperanza de volver a encontrar a mis hijos”.

Ceci Patricia Flores ha regresado en varias ocasiones desde su confinamiento para realizar rastreos. El 24 de noviembre dirigió una búsqueda en un huerto de naranjos del poblado Miguel Alemán, donde encontraron 17 fosas clandestinas.

Peritos de la Fiscalía de Sonora les informaron que sólo procesarían 14 porque tenían trabajo para un mes, que después harían el resto.

Señala que en siete fosas había restos calcinados que podrían ser de más de 50 personas, pero luego de que entran las autoridades “nunca sabemos qué pasa”.

Asegura que la fiscalía intenta ocultar sus hallazgos, como sucedió el 21 de abril en Ortiz, comunidad rural de Guaymas.

“Vimos muchos cuerpos arder, olimos la carne quemada, incluso había bolsas y ropa con sangre. Tenemos evidencias y hay una transmisión en vivo, y aun así, la fiscalía dice que se estaba quemando basura.

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“Ese hallazgo fue terrible, y yo creo que pisamos algo muy sensible para ellos que ocasionó la muerte de Aranza. No sabemos de qué parte, si del crimen organizado o del gobierno, porque luego me dicen que después de ella sigo yo”, recuerda.

Otro golpe que recibió el colectivo este año fue cuando levantaron por 14 horas a su compañera Francisca Leticia Álvarez Rivera, el 30 de octubre.

La madre buscadora, quien rastrea a su hijo Alick Alfredo Rousee y a su esposo Julián Francisco Castillo, fue víctima de tortura.

Pese a todo, Ceci Patricia dice que las Madres Buscadoras de Sonora se mantienen fuertes y unidas por el dolor, y rastrearán a sus hijos hasta su último aliento. Cuando los encuentren, continuarán buscando a los demás.

Lamenta que 14 madres buscadoras han muerto “por tristeza o por enfermedad sin poder encontrar a sus hijos”.

Del 4 de mayo de 2019, cuando se integró el colectivo, a la fecha, han localizado a 630 personas.

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Mientras tanto, las desapariciones forzadas en Sonora van en aumento, “pero yo sólo soy una madre más con el corazón roto”, dice la mujer que pide para Navidad una pala para seguir buscando a sus hijos.