A 22 años de firmados los acuerdos para la conservación del Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM), considerado la segunda barrera coralina más grande del mundo, la porción mexicana del macizo arrecifal enfrenta una de sus mayores amenazas históricas : “ El síndrome blanco del coral ”, que mata aceleradamente a estos importantes organismos, al destruir su tejido vivo y dejar sólo un esqueleto muerto.

El Síndrome, relativamente nuevo, no es provocado por un factor único, sino por la suma de actividades que inciden en el deterioro de la calidad del agua costera, de acuerdo a las consideraciones preliminares de las y los investigadores que estudian y documentan el fenómeno.

Entre esas actividades, enlistan las malas prácticas turísticas, el mal funcionamiento de las plantas de tratamiento de agua o su ausencia, la carencia de drenaje suficiente y eficiente, la violación del marco ambiental, la tala y relleno de manglares -que filtran la contaminación del agua- y la marea marrón provocada por el recale masivo de sargazo y su descomposición en las costas, que favorece al aumento de nutrientes y disminuye el paso de luz.

En el Caribe Mexicano, la epidemia ha matado, en seis meses, al 30 por ciento de los corales de las especies altamente afectadas.

Ese porcentaje es equivalente a la mortandad registrada -por otras causas- durante los últimos 40 años en esta región, informó el investigador de la unidad académica de Ecología y Conservación de Arrecifes de Coral, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Unidad Puerto Morelos, Lorenzo Álvarez Filip.

“Todo el Caribe Mexicano está afectado por el ‘Síndrome Blanco’”, indicó, al señalar que en total han evaluado a 20 mil corales.

Bajo tal escenario, mañana se celebra el Día Internacional del Arrecife Mesoamericano, luego de que en 1997, los presidentes de México, Belice, Guatemala y Honduras reconocieran oficialmente su compromiso para la conservación de los mil kilómetros de arrecifes de coral del SAM, por su relevancia ambiental, económica, en la salud y en la protección de las poblaciones costeras.

Aunque presente desde el 2014 en los arrecifes de coral de la Florida, en Estados Unidos, el “Sindrome Blanco” ha tomado por sorpresa a investigadores y autoridades de Quintana Roo, quienes detectaron los primeros síntomas del fenómeno en junio del 2018.

"Síndrome Blanco", la mayor amenaza del Arrecife Mesoamericano: investigador
"Síndrome Blanco", la mayor amenaza del Arrecife Mesoamericano: investigador

Foto: Eric Jordan, Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM

Desde entonces, un equipo comenzó a documentar, con asombro y enorme preocupación, la velocidad agigantada con que morían corales duros -como el Cuerno de Alce y el Coral Estrella- formadores de arrecife, en Puerto Morelos o Cozumel.

Los registros arrojan que el Coral Cuerno de Alce (Acropora palmata) presenta una mortalidad de 70 a 80 por ciento, pero hay 25 especies de corales duros afectadas.

Álvarez Filip explica que no se trata del “blanqueamiento del coral”, producido por el Cambio Climático y el aumento de la temperatura media del mar, enfermedad que blanquea el coral, pero no necesariamente lo mata, si se atiende a tiempo.

Por el contrario, con el “síndrome blanco”, el coral muere prácticamente en semanas, pues se come el tejido vivo del organismo y sólo deja el esqueleto. De no contenerse, esta sería una de las mayores amenazas que enfrente éste y otros arrecifes en la región mesoamericana, lo que podría darle un vuelco a la estructura del SAM, en 50 años, advirtió el especialista,

“No es un virus, es una condición ambiental relacionada con la calidad del agua (…) Guardadas las proporciones, diría que es como una lepra, que en este caso, va comiendo el tejido vivo del coral y lo deja en un esqueleto muerto”, expresó, al equipar la situación -por la velocidad y la magnitud- a la Peste Negra que asoló poblaciones humanas en la Europa de la Edad Media.

En este caso, subrayó que se trata de colonias enteras de corales que han tardado entre 100 y 300 años en formar arrecife y que mueren en semanas.

El Síndrome, en Florida, avanzó 450 kilómetros, de 2014 a 2019. En el Caribe Mexicano, avanzó la misma distancia, en seis y ocho meses, alertó.

Ante un grupo de representantes del sector académico, turístico, pesquero, sociedad civil y autoridades estatales y federales, Álvarez Filip presentó los resultados de los monitoreos, observaciones y estudios que ha hecho con otra veintena de investigadores desde junio pasado.

En seis meses -dijo- se ha registrado más pérdida de coral, que en los últimos 40 años, lo que obliga a tomar acciones urgentes,

con la misma velocidad, a riesgo de un escenario irreversible para el arrecife, sus ecosistemas asociados, la economía del estado, las playas y la protección costera.

“Estamos llegando a un punto de rescatar pedazos de coral sano, para llevarlo a sitios en donde las condiciones sean controladas, para tratar de rescatarlo y replantarlo en otro lugar”, comentó.

El miércoles, el sector ambiental y académico se reunieron con autoridades para construir una ruta de acción común, que permita atender el tema, que compromete la economía de más de un millón de personas que habitan Quintana Roo, quienes viven del turismo.

En el estado, la base del turismo depende, esencialmente, de la belleza y calidad de la naturaleza y específicamente, de dos atractivos: Las playas -que genera la descalcificación natural del coral y las heces del pez loro, que come arrecife- y el propio arrecife de coral, que atrae a un sector especializado de turismo de buceo de todo el mundo.

Ayer, hubo una segunda reunión más amplia, que sumó a prestadores de servicios náuticos y de buceo, cooperativas pesqueras, autoridades y organizaciones civiles, en busca de crear planes de acción inmediatos, a mediano y largo plazo, creando un mensaje común.

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