Tijuana.— En los últimos días, la desesperación se ha apoderado de los migrantes varados en la frontera norte, quienes buscan —a como dé lugar— llegar a Estados Unidos para solicitar asilo antes del 11 de mayo.

Decenas pasan el muro en la, Baja California; cientos hacen filas a orillas del río Bravo, en Ciudad Juárez, Chihuahua, y muchos más cruzan con balsas desde Matamoros, Tamaulipas, mientras las autoridades estadounidenses regresan a cientos.

En tierra de nadie

En la línea divisoria de Tijuana, del lado estadounidense, en los casi 50 metros entre el muro primario y el secundario, cientos de migrantes se amontonan. Alzan un campamento improvisado con las cobijas que dejaron otros que cruzaron antes que ellos.

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Son hombres, mujeres, niños y niñas, cada uno con una historia y un motivo para haber dejado atrás su país. Aun cuando cruzan un muro que parece impenetrable, es como si nadie los escuchara ni los viera.

Pasan uno, dos o hasta más días antes de que un oficial de la Patrulla Fronteriza llegue. Los agentes se rehúsan a verlos, porque al hacerlo deben iniciar su proceso de asilo. Algunas familias dicen que saben de su presencia, pero no quieren atenderlos.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) alertó que durante el mes de abril, en menos de 13 horas, habían cruzado casi 300 migrantes.

Las cifras se mantienen en mayo. Grupos de extranjeros de más de 30 países se plantan frente al muro y lo trepan, brincan, se escurren por los espacios donde no hay metal o incluso nadan para llegar a territorio de EU... Y luego viene una nueva espera.

“Es que son días sin agua y sin comida, y nadie nos atiende, ya es duro todo este viaje y pensamos que ya falta poco, que ya no vamos a sufrir, pero no es así”, cuenta Elena, de Ecuador, quien junto a su pareja cruzó hace un par de semanas por el área de Otay, en un espacio donde no hay muro. Fueron retornados.

Pero la desesperación no sólo alcanza a aquellos que brincan el muro. En enero, cuando el gobierno estadounidense anunció la aplicación CBP One para que los migrantes que solicitaban asilo pudieran sacar una cita, muchos pensaron que sería más fácil cruzar. No fue así.

El activista y director del refugio Ágape Misión Mundial, Albert Rivera, explica que el problema es que, incluso con cita, los migrantes no llevan evidencia o no convencen a los agentes de que sus vidas corren riesgo en sus países de origen.

Se lanzan al río en Matamoros

En las fronteras tamaulipecas reinan la incertidumbre, el temor y el coraje: mientras en Reynosa los más de 16 mil migrantes que están en la ciudad prefieren buscar una cita con la aplicación CBP One, en Matamoros cruzan el río por cualquier medio.

Decenas de migrantes, en su mayoría venezolanos, dicen que ya no están dispuestos a esperar a que la aplicación les otorgue una cita que no les garantiza recibir asilo, así se que lanzan a cruzar el río usando llantas, pequeñas balsas o salvavidas.

“De octubre pasado a la fecha se han rescatado 151 migrantes en el río y han muerto 47 en el Valle del Río Grande”, aseguró Gloria Chávez, agente de la Patrulla Fronteriza de EU.

Precisó que cuando el reloj marque el último segundo del 11 de mayo, el Título 42 concluirá y a partir del día 12 regresará la aplicación del Título 8.

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“Regresamos a nuestra actividad tradicional por el Título 8, por lo que al encontrar un migrante lo trasladamos al Centro de Procesamiento, se le toman huellas, fotos, información biográfica y va a ser un caso más largo, porque ya estamos ejerciendo un proceso para la deportación, dependiendo de qué nacionalidad son”, añadió.

Filas en el muro de Juárez

En Ciudad Juárez, donde se concentra el mayor número de migrantes, desde hace días cientos hacen filas interminables en la puerta 40 del muro fronterizo. Ayer comenzaron a ser recibidos para ser procesados por agentes de la Patrulla Fronteriza.

Por la mañana llegaron camiones hasta el marcador 40 y 42 del muro para trasladar a algunas personas, dando prioridad a las familias y después a mujeres que viajaban con niños.

Pese a que la fila no bajaba, la esperanza de los migrantes se mantenía. “Parece ser que ya nos van a dejar pasar, llegaron unos buses por la mañana y estaremos aquí porque ya estamos a horas de que termine esa ley que nos mantiene aquí”, expresó Joshua, un migrante venezolano a la orilla del río Bravo con un optimismo poco fundado.

Ayer mismo, las autoridades migratorias estadounidenses reiteraban que las personas que no tengan una base legal para permanecer en la Unión Americana serán expulsadas.


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