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Desde su entrada, Casa Roma se adorna con la identidad de las muxes: los colores amarillo, rojo y azul se mezclan en las blusas y vestidos que ellas orgullosamente portan, resaltan con el brillo de la joyería que presumen sus muñecas, y combinan con las flores que perfuman sus cabellos.

Con el objetivo de visibilizar a su comunidad, Karla Rey y Kika Godínez, muxes oriundas de Juchitán, Oaxaca, inauguran con mezcal blanco y tlayudas la tercera Verbena Muxe, un festival celebrado en Casa Roma, Ciudad de México, que reúne la gastronomía, el bordado a mano y la bisutería, propias del Istmo de Tehuantepec.

La Verbena Muxe nace como una necesidad de ayudar al poblado istmeño que sufrió los estragos de los sismos ocurridos en 2017, donde decenas de familias perdieron su hogar. De esta manera, las muxes llegan desde Oaxaca para recaudar fondos y reactivar la economía de su tierra.

Muxes: con mezcal, música y bordados reactivan economía
Muxes: con mezcal, música y bordados reactivan economía

Poco a poco a la verbena se unen los curiosos que desconocen el origen de la música, la procedencia de las alhajas que desbordan en las mesas y la historia muxe, la cual se remonta a la época precolombina, donde eran considerados parte de un tercer género.

“Para mí, ser muxe son mis orígenes, el linaje de mi familia, el lugar de donde vengo, la tierra de donde soy. Las muxes tenemos esta dualidad de ser hombre y mujer, no tenemos artículo, y yo me considero del género fluido”, cuenta Karla Rey, quien usa el traje de terciopelo negro que heredó de su abuela.

Honor. En medio de la sala en la que concurren invitados y anfitriones se alza un altar en homenaje a un gran amigo, que desde una foto sonríe a todo aquel que atraviesa el lugar. Ese conocido de antaño es Óscar Cazorla, muxe de corazón y pensamiento, fundador de las Auténticas Intrépidas Buscadoras de Peligro, defensor de la comunidad LGBTTTIQ, quien murió luchando con fervor por el reconocimiento y los derechos de los muxes.

“Óscar que me apoyó y a pesar de que no conviví tanto con él, por la diferencia de edades, en nuestra primera verbena, nos mandó tres cajas llenas de mercancía con todo lo que vendía; creyó en el proyecto y nos tendió la mano”, recuerda Karla.

Al ritmo de las letras y la danza, las muxes interpretan 7 de septiembre, un montaje que hace alusión a los acontecimientos ocurridos en 2017, y en el que explican el sentido de una vela muxe y los obstáculos que enfrenta esta comunidad.

“Cuando era niño yo tenía que ocultarme, porque había mucha discriminación, nuestros compañeros se burlaban, entonces opté por ser más masculino y tener novia. Pero por dentro yo pensaba en luchar por mis ideales y aceptarme. En mi familia también tuve problemas, ellos siempre se preocupaban por ser ‘perfectos’, pero yo les decía que ellos eran los imperfectos”, puntualiza Kika, quien ahora está al frente de las Políticas Públicas para la Diversidad Sexual del Ayuntamiento de Juchitán Oaxaca.

Así termina la verbena, entre recuerdos, tragos de mezcal, el sudor que produce la música alegre, el olor de los tamales oaxaqueños y el destello de aquellas luces: las sonrisas muxes.

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