Pijijiapan.— Desde hace 12 días, María Cruz Ponce, originaria de Choloma, Honduras, ha recorrido en silla de ruedas unos 150 kilómetros junto a la que partió de Tapachula, Chiapas, para ir a la Ciudad de México, pero su objetivo es llegar a Estados Unidos.

La mujer de 31 años, quien presenta discapacidad motora provocada por un tumor en la columna vertebral desde que nació, viaja con su hija Ariadna, de dos años, y su esposo Saúl Gómez, quien empuja la silla en la que también va la niña.

También se vio obligada a dejar su carrera en contaduría y finanzas, ya que su familia no podía costear gastos como renta, alimento y pago de servicios con el sueldo de su esposo, quien trabajaba en una fábrica de frituras con un salario mínimo de unas 3 mil lempiras al mes (mil 500 pesos).

“A ver si allá [Estados Unidos] puedo lograr lo que en Honduras no logré: [tener] un trabajo estable, seguir mis estudios y mis terapias de rehabilitación para, por lo menos, andar en muletas”, explicó la migrante.

Tras estos 12 días de caminar en la caravana, a María se le descompusieron las ruedas de su silla, la cual modificaron usando llantas de bicicleta; también han aguantado hambre, el sol, sed y su esposo presenta lesiones en los pies por ampollas.

“Ya no podíamos estar en Tapachula, mi esposo no conseguía trabajo, ¿de qué vamos a vivir?, por eso decidimos unirnos a la caravana”, señaló.

La migrante advirtió que seguirá avanzando con la caravana, integrada por más de 3 mil personas de Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Venezuela, Cuba, Ecuador, Haití y Togo. “Cuando llegue a Estados Unidos buscaré trabajo, la gente piensa que porque vengo en silla de ruedas voy a pedir dinero en la calle; no lo hice en mi país ni en México, no lo voy a hacer en Estados Unidos”, dijo.

La caravana migrante decidió descansar ayer en la cabecera municipal de esta localidad y avanzar por la madrugada rumbo al municipio de Tonalá, a unos 68 kilómetros.

Lee también: