Chilpancingo.— Hace seis años, unos 300 hombres tenían tomada la ciudad de . Estuvieron cinco días y se llevaron a por lo menos 30 hombres, en su mayoría jóvenes. Ninguno volvió. Hoy sus madres marcharon para exigir su regreso y justicia.

La mañana del domingo 10 de mayo, Rosa Cuevas vio cómo sus hijos Víctor, Manuel y Juan subieron a la camioneta a una becerra para llevarla a vender al tianguis de Chilapa. Con la venta tenían pensado comprarle un regalo por el Día de las Madres. Pasaron seis años y Rosa no recibe el regalo y sus hijos no han vuelto.

Esa mañana no llegaron al tianguis. Hombres armados que habían tomado la ciudad los retuvieron en un retén improvisado que instalaron en la salida a Chilpancingo.

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El día de la tragedia

La tarde del sábado 9 de mayo de 2015, a Chilapa llegaron unos 300 hombres armados. Durante esos días, los armados tuvieron el control absoluto de la ciudad. Desarmaron a la policía municipal, tomaron sus patrullas, instalaron retenes, catearon negocios y casas. Todo a la vista del Ejército, Gendarmería y policía estatal.

Los hombres armados dijeron ser pobladores de comunidades del sur de Chilapa. Dijeron que el objetivo era la captura de los líderes del grupo de Los Rojos.

Los familiares de los desaparecidos acusaron de los hechos a la organización criminal de Los Ardillos.

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Las mujeres asumen la búsqueda

De eso han pasado seis años sin que haya algún detenido y sin que alguno de los que se llevaron aparezca, lo único que han encontrado los familiares de los desaparecidos son más desaparecidos. Comenzaron buscando a estos jóvenes y ahora son más de 100 los que conforman el colectivo Siempre Vivos.

El grupo está integrado principalmente por mujeres nahuas, que son las madres, las esposas o las hermanas de los desaparecidos. Pero también son las que han tomado el mando de sus hogares. Ellas son las que surten de alimento, ropa y calzado a los hijos o a los nietos.

Entre estas mujeres está Carmen Abarca Nava, quien busca a dos de sus hijos.

La última vez que vio a su hijo menor fue el martes 12 de mayo de 2015, cuando le entregó tortillas en su puesto donde vende tacos. En ese entonces, Jorge Jaimes Abarca, su hijo, tenía apenas 10 días trabajando en la tortillería Tres Hermanos.

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Ese martes, Carmen lo esperó hasta las ocho de la noche. Le llamó a su celular pero no contestó. De inmediato se comunicó con el jefe de Jorge para preguntarle por su hijo, pero le contestó que a las seis de la tarde lo vio por última vez por el salón California, cerca de un retén que instalaron los civiles armados sobre la carretera que lleva al municipio de Zitlala. Hasta allá llegó y preguntó por Jorge. Nadie le dio razón.

Pero para Carmen el pesar de una desaparición no comenzó el 12 de mayo, sino el 18 de marzo, pues ese día desapareció su hijo mayor, Héctor. Él salió a las siete de la mañana a Chilpancingo y desde entonces no ha vuelto.

Según Carmen, su hijo mayor, quien tenía 30 años de edad, fue a Chilpancingo a cobrar su quincena. Ese día no se pudo despedir de él, estaba aún dormida.

Este 10 de mayo, un centenar de mujeres se congregaron en la catedral de Chilapa para escuchar una misa en honor de sus hijos, después salieron en marcha rumbo al memorial que montaron hace unos años, para recordar a los que aún esperan.