Zacatecas.— En los últimos tres años, Fresnillo ha encabezado la lista de ciudades con mayor percepción de inseguridad en el país, pero también se ha colocado como el municipio con más personas desaparecidas en la entidad.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Inegi, 96.4% de la población de Fresnillo se siente insegura, y según los datos de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), en 2023 se reportó la desaparición de 233 personas.

Además, Fresnillo está en la lista de los 50 municipios de atención prioritaria del gobierno federal en materia de seguridad.

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Sin embargo, el mensaje de las autoridades estatales y federales es presumir una reducción de 70% en el delito de homicidio, en comparación con el año anterior, lo que genera una desvinculación entre lo que vive la comunidad y lo que comunica el gobierno, señalan activistas y expertos.

Pese a que las estadísticas oficiales de homicidios han ido a la baja en este lugar, las cifras de desaparecidos son alarmantes. Desde 2021 se ha convertido en el municipio de Zacatecas con el mayor número, al sumar hasta 30% de todos los casos a nivel estatal.

De acuerdo con cifras de la Comisión Nacional de Búsqueda, en 2023 Zacatecas registró un incremento considerable con 797 personas desaparecidas y no localizadas, en comparación con 2022 (462 casos) y 2021 (647).

En el desglose por municipios, Fresnillo concentra los números más altos de la entidad. En 2023 registró 233 casos (202 hombres y 31 mujeres), en 2022 fueron 167 y en 2021 sumaron 119.

Del 1 de enero al 29 de febrero de 2024 en Zacatecas suman ya 135 desapariciones, de las cuales 39 ocurrieron en Fresnillo, que tiene el mayor número de casos en el estado.

“Hay miedo y dolor”

La activista Leticia Castañeda, buscadora de personas desaparecidas en Fresnillo, lamenta que la autoridad no dé importancia a la percepción de inseguridad y “prefiera sólo promocionar sus datos de la supuesta baja de homicidios”.

Asegura que “el miedo sí existe y seguirá existiendo mientras siga habiendo desaparecidos, mientras existan balaceras, ataques armados donde quedan heridos, pero esos no los cuenta la autoridad.

“Tampoco dicen que el crimen va e incendia viviendas y comete otros actos violentos frente a la gente. Todo eso ¡claro que nos quita la tranquilidad!”, expresa.

Reconoce que este 1 de marzo “es una fecha de mucho dolor” para su familia, porque se cumple un año de la desaparición de su sobrino Raúl Plascencia Castañeda, de 33 años edad, trabajador del Hospital General de Fresnillo, de quien, a la fecha, no se tiene rastro de su paradero.

Refiere que ha visto que las autoridades se incomodan con las familias de los desaparecidos por levantar la voz. “Yo creo que a mí me aborrecen por eso”, pero asegura que las acciones emprendidas han sido porque trata de tocar todas las puertas posibles para que su sobrino no se convierta en una cifra más y sea buscado hasta encontrarlo.

“Nuestros desaparecidos son invisibles para las autoridades (…) cómo nos pueden decir a nosotros que dejemos de sentir miedo y dormir tranquilos”, expresa.

Leticia Castañeda dice que ella se convirtió en activista hace un año, pero no por gusto, sino por desesperación, y en este tiempo que se ha involucrado con los colectivos se ha dado cuenta de que en Fresnillo “hay familias destrozadas que tienen hasta seis o nueve familiares desaparecidos: el tío, el hermano, el papá, los sobrinos, hasta los abuelos”, pero afirma que “no les dan seguimiento y las autoridades prefieren criminalizarlos y señalar que [desaparecieron] porque andaban metidos [con el crimen]”.

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“Está herido y hay que sanarlo”

Esther Navarro Díaz, sicoterapeuta familiar con experiencia en atención a familias víctimas de delitos de alto impacto, explica que “un miedo colectivo desarrolla un trauma colectivo, porque durante un tiempo ha ocurrido un cúmulo de sucesos violentos, y la mente capta recuerdos de eventos trágicos que pueden producir un daño duradero”, lo que ha sucedido a muchas familias del municipio de Fresnillo.

La experta dice que “las múltiples pérdidas, heridas y sufrimiento causado por estas situaciones a menudo resultan en un trauma colectivo, pero aun y cuando estos eventos terminaran, ya sea resolviéndose o desapareciendo, el trauma no desaparece con ellos, sino que permanece como un residuo que puede impactar significativamente al conjunto de la sociedad”.

Explica que la percepción está relacionada con las emociones, por ello puede ser diferente de la realidad, pero cuando ocurre un hecho que genere tristeza y miedo, esos sentimientos son una fuerte influencia sobre cómo se percibe la realidad y la mente se alimenta de temores que generan un trauma al no encontrar una respuesta de protección ante algo que quita la paz.

Esther Navarro Díaz explica que las emociones de miedo colectivas se propagan de manera multitudinaria a través de la tecnología y las redes sociales, porque se comparte información al instante de hechos trágicos que también visibilizan un problema de violencia que vive una comunidad.

Considera que donde puede estar la falla por parte de las autoridades es en que no saben cómo atender y comunicar esa situación para tranquilizar a la población.

La sicoterapeuta señala que el primer lugar seguro es la familia, y cuando algo grave acontece siempre se recurre a una protección individual y es cuando se deben fortalecer los lazos familiares para sanar. Por tanto, algo similar debería ocurrir cuando hechos violentos afecten a una comunidad, pero ahí el ente protector sería el gobierno, que debe cumplir un papel.

Sugiere reforzar ese vínculo con la sociedad al dar respuestas e informar con veracidad y prontitud, no sólo para que no se magnifique la gravedad de los hechos, sino para que no se siga alimentando ese trauma colectivo.

Un ejemplo de esa desvinculación entre la comunidad y el gobierno que menciona es que por una parte se promociona una cultura de paz en Zacatecas, que va en contra de lo que la gente vive, porque si de pronto hay una desaparición en una familia, ellos ya no creerán, y “hasta podría considerar que ese [mensaje] es una burla a su sentir”, explica Navarro Díaz.

Agrega que en cualquier acción las autoridades deben contemplar a las víctimas y sus familias para que se genere un vínculo protector.

Concluye que “Fresnillo está herido y hay que sanarlo entre todos, comenzando por ‘papá gobierno’, que debe iniciar con cambios profundos y convertirse en un ente protector”.

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