León.— Juan se dedica a la venta de aguacate al menudeo en el Descargue Estrella, en la zona Centro, y parte de sus ganancias son para alimentar a más de 70 perros que recogió de la calle y que se hallaban con hambre y sedientos porque no encontraban lugares para beber agua.

El comerciante camina entre animales criollos de diversos tamaños, edades y colores. “Vamos hijos”, les dice, con dos botes con capacidad de 20 litros que lleva en las manos en dirección a la toma comunitaria con cuatro llaves que instaló el Sistema de Agua Potable y Alcantarillados.

La colonia marginal San Juan de Abajo, ubicada a un costado de las vías del ferrocarril, al oriente de la ciudad de León, carece de infraestructura hidráulica municipal; en las viviendas, los tinacos están a pie de tierra en el pórtico, las familias tienen que acarrear agua a varias cuadras de distancia de la toma pública o comprarla a piperos.

Juan, de 43 años, comentó que él como cualquier persona puede disponer del agua potable que necesite sin pagar un centavo, aunque requiere solo unas cuantas cubetas para su uso personal y para que tomen sus mascotas, que se han vuelto parte de su familia.

“Esa se llama Hilda, Pecas, a ese le puse Marly, Cachi, esos son los hermanitos Lewinski, Fiona, Caty, Puerkito y ese es el Negro…”, dijo con el dedo en dirección de los perros.

Todos están educados, dice, mientras le llama la atención a dos canes que se gruñen con el ánimo de reñir. “Ahora que comenzó el calor los perros necesitan hidratarse más”, por lo que los acerca a la toma pública para que beban el agua que cae y se encharca en pequeños surcos de tierra. “Hay que pensar en ellos, son seres vivos”.

Sería bueno que personas colocaran bandejas con agua afuera de las casas para los perros que andan en las calle, comenta.

Hace 15 años comenzó como rescatista de corazón, desde que pudo construir su vivienda en la colonia. Dijo que le nace atenderlos como sus compañeros, así como a otros perros que deambulan solos.

A los suyos los desparasita, lleva a vacunar y les ha dado tratamiento de esterilización; en su alimentación se gasta 250 pesos diario, y recibe donaciones de croquetas de parte de voluntarios. “Yo les doy croquetas, guacales de pollo con caldo”, dice.

“Cuando me va bien en la venta, saco una feriecita, pero en ocasiones que no se vende el aguacate batallo para comprar el alimento”, platica.

A otros animales que se encuentra en el camino también les va dejando porciones de croquetas, “son como 50 o 60 a los que les doy diario, algunos de ellos luego me siguen”. A los que adoptó los tiene en tres casitas con sombra junto a su domicilio, y otro grupo en un lugar cercano.

“¡Cuando no comen siento como yo cuando no he comido! Hay que darles de comer, uno sabe el hambre que tienen los animales; a veces la gente como que no piensa en eso; deben tener conciencia de que si le hacen bien al animalito, le hacen bien a su familia”, puntualiza.

Todos sus perros son candidatos a ser adoptados siempre que las personas interesadas den muestras de que los van a querer y cuidar, porque hay casos en los que los usan como “maquilas” para los perros y luego los vuelven a echar a la calle. “Yo le digo a la gente que los cuide”, señala.

Juan comparte que le conmueve ver a los perritos que tiran. “La gente es mala, tira los perritos”, por eso hace lo posible para ayudar a los que se cruzan en su camino.

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