Los ojos de se iluminan al hablar de su infancia. Desde muy niño, recuerda, descubrió que su destino era ser traductor. Yolman, como le llaman sus amigos, tiene 28 años y dice con orgullo que su idioma materno es la Lengua de Señas Mexicana (LSM).

En entrevista con EL UNIVERSAL, en el patio de la Biblioteca Infantil BS, donde imparte un curso de LSM, cuenta su historia: “La inquietud nace a partir de mi núcleo familiar, ya que mis papás son sordos y ahí surgió la necesidad de que más personas se pudieran comunicar con mi familia”, asegura.

En esos años, comenta, pensaba que sus padres eran los únicos sordos, pero con el paso del tiempo fue descubriendo a una comunidad muy grande. Dada la discapacidad auditiva de sus dos padres, primero aprendió a comunicarse en lengua de señas y después en español.

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De acuerdo con los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO), hasta 2018 las personas con discapacidad auditiva sumaban 62 mil 587; no obstante, el colectivo Leiten afirma que en Oaxaca hay 200 mil personas sordas y tan sólo cinco traductores certificados en lenguaje de señas.

Entre dos mundos

El enfrentarse al mundo de los oyentes, después de haberse criado con personas sordas, fue imponente para Yoliztlaman. “Tenía que mediar los dos mundos: el de los oyentes y los sordos, yo estaba en un punto medio. Para mí fue también un proceso de aceptación de identidad”.

Al principio, confiesa el joven traductor, no sabía a qué lado pertenecía: “Ahora me considero una persona sorda bilingüe”, sentencia con orgullo. Se comunica hablando de manera fluida como cualquier persona oyente; usa aparatos auditivos. Reconoce que a diferencia de hace años, la aceptación de la LSM y las personas sordas ha crecido de manera considerable.

Sobre sus primeros años, recuerda que él no veía las barreras de comunicación con su familia; sin embargo, le pedían ayuda para realizar trámites.

“Me empecé a dar cuenta de que había muchas barreras y dificultades de comunicación, que los oyentes no podían atender porque tenían esta ignorancia de no conocer la lengua de señas o de cómo comunicarse con una persona sorda. ‘Ahí está su hijo’, les decían. Después me puse a pensar en cuántas personas están en esa situación y no cuentan con nadie que las ayude”.

Aunque le entusiasmó apoyar a su familia, con el tiempo notó la discriminación que enfrentan las personas con discapacidad auditiva, pues no hay sistemas eficientes ni traductores para ellas.

Yoliztlaman dice que su profesionalización fue posible gracias al Centro Oaxaqueño de Rehabilitación Audición y Lenguaje A. C. (Coral), donde tomó terapia de lenguaje hasta los 12 años, lo que le permitió asistir a escuelas regulares.

“A mí me hubiera gustado que en mi época existieran departamentos de apoyo o regularización para personas con discapacidad”, dice el ahora licenciado en Humanidades, en el área de Literatura, quien reconoce que “Coral me impulsó a profesionalizarme, porque independientemente de que yo tenga esta lengua nativa, no significa que tenga la habilidad para enseñar o interpretar”.

Empezó a impartir clases desde los 17 años en un jardín de niños. Después se sumó a la plantilla de la Facultad de Idiomas de la UABJO, donde dirige el curso de LSM.

En 2021, recibió el Premio Municipal de la Juventud en la categoría “Responsabilidad, acción social y reducción de desigualdades”, y un año antes se convirtió en el primer intérprete de LSM en traducir al presidente Andrés Manuel López Obrador al pueblo de Oaxaca.

Sus alumnos son, en su mayoría, personas oyentes, desde los 15 años de edad, pero también llegan personas sordas a perfeccionar su conocimiento.

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