Tulum. — Pese a las restricciones para evitar las concentraciones y, particularmente, las fiestas masivas, con el fin de reducir los contagios por el Covid-19, Tulum se ha convertido en el epicentro de la desobediencia en la zona norte de Quintana Roo y fuente de propagación del virus más allá de las fronteras del país, frente a una autoridad local rebasada ante empresarios, turistas y la población en general.

La situación en este destino salió a la luz tras la celebración del festival de arte y música Art With Me Festival, que tuvo lugar del 11 al 15 de noviembre y durante el cual se realizaron fiestas masivas donde se habrían dado contagios entre asistentes, según publicó el portal estadounidense The Daily Beast, con testimonios de turistas de ese país presentes en el evento.

No fue suficiente el acuerdo de la Asociación de Hoteles de Tulum para frenar este tipo de reuniones ni la firma del pacto para la reactivación económica que empresarios, ayuntamiento y gobierno del estado signaron para mantener la operación de los negocios y comercios, siguiendo las medidas marcadas por el semáforo epidemiológico regional que establece topes de aforo, sana distancia y sanitización.

En Tulum no para la fiesta ni el Covid: el paraíso donde no importa la pandemia
En Tulum no para la fiesta ni el Covid: el paraíso donde no importa la pandemia

Que siga la fiesta

El 9 de noviembre, la asociación de hoteles giró un oficio notificando que no están autorizados “los eventos masivos o de otro tipo que produzcan aglomeración de personas... donde además se expendan bebidas alcohólicas sin alimentos y opere música como acción central”.

Sin embargo, está en puerta la realización del Zamna Festival, del 31 de diciembre al 16 de enero, evento de música electrónica y techno que contará con la presencia de DJ internacionales.

Los boletos, que se pueden adquirir en la página web del festival, van de los 2 mil 200 pesos, hasta los 10 mil, dependiendo del artista. En la mayoría de los casos se incluye barra libre.

Los turistas que vacacionan en Tulum y que acuden a estos eventos masivos provienen principalmente de Nueva York, Estados Unidos; Reino Unido y Alemania, y tienen un perfil de alto poder adquisitivo, de acuerdo con información facilitada por el municipio. 

¿Cómo los detenemos?

El director de Protección Civil de Tulum, Gilberto Gómez Mora, argumenta que hay hoteles con terrenos de 100 hectáreas, por lo cual es viable un aforo considerablemente grande, manteniendo la sana distancia, pero admite que “ya entrada la fiesta”, las distancias quedan atrás.

“En la borrachera, el baile que hacen, todo se rompe, se abrazan, se besan y nosotros no vamos a ir casa por casa, hotel por hotel. Nosotros les recomendamos, actuamos de buena fe, pero se salen de control.

“Todo esto se hace en la noche y como está llena de turismo la zona costera de Tulum, ¿qué vamos a hacer?, ¿enfrentarnos a golpes, a balazos? No podemos actuar violentamente, debe haber responsabilidad”, indica.

Según el director de Turismo municipal, Eduardo Barbachano Losa, en Tulum operan 130 hoteles, pero Gómez Mora estima que son más de 300, contando cabañas y hostales, por lo que “faltan manos” para hacer las inspecciones de verificación de protocolos que realizan con la Secretaría de Finanzas y Planeación del estado, la Secretaría de Seguridad Pública y la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), esta última, dice, es la facultada para sancionar. 

En Tulum no para la fiesta ni el Covid: el paraíso donde no importa la pandemia
En Tulum no para la fiesta ni el Covid: el paraíso donde no importa la pandemia

“Hay órdenes de no realizar eventos con más de 300 personas. Los aforos no pueden rebasar 60% de la capacidad de restaurantes y hoteles; las reuniones familiares no pueden superar 50 personas. No es cuestión de sancionar, sino de que cumplan las medidas”, señala.

Sin consecuencias por el desacato de las medidas, el resultado es que, en las calles de Tulum, turistas y habitantes circulan sin cubrebocas; la movilidad es muy alta y existe resistencia hacia la autoridad cuando se pide respetar las restricciones.

“La gente está ávida, molesta de estar encerrada, quiere divertirse. ¿Qué podemos hacer?, pues como autoridad hemos recibido insultos, amenazas, mentadas de madre. ¿Qué hacemos ante esa situación? Les entregamos cubrebocas y los botan en ese momento”, subraya. 

En tanto, las playas y las zonas arqueológicas están repletas, sobre todo los fines de semana.

El delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el estado, Margarito Molina, señala que diariamente entran un promedio de 2 mil personas, el tope permitido. Sin embargo, el domingo, cuando el ingreso es gratuito, se registran tumultos que les obligan a pasar por alto el límite del aforo.

“Creo que vamos a acordar la modificación del aforo, para poder aumentarlo a 3 mil visitantes, abriendo el horario, una hora más. Porque no vamos a poder contenerlos”, explica.

El funcionario reitera que se vive un dilema, porque no se atreven a clausurar los establecimientos que desacatan las reglas y cerrar la fuente de trabajo de centenas de empleados, ya afectados por la crisis económica que ha dejado la pandemia, pero tampoco pueden operar poniendo en riesgo a la población y a los turistas. Insiste en que la solución es que la gente actúe con responsabilidad.