Tlapa, Gro.— Ayer por la mañana, Paula Díaz Dolores, de 58 años, llevó a la unidad deportiva citadina a su esposo Santiago Tapia Mejía, de más de 60, para que le aplicaran la vacuna contra el .

Hace dos meses a Tapia Mejía le amputaron el pie izquierdo por una herida en el dedo que no cicatrizó por la diabetes que padece. Paula es diabética e hipertensa. Cuando supieron de la vacunación, dudaron mucho. Al principio consideraron no aplicarse la inyección por los tantos rumores que escuchan y se ven en las redes sociales.

Sin embargo, el arranque de 2021 no les dejó otra alternativa. Paula cuenta cómo en enero y febrero muchos de sus conocidos fallecieron por el virus. Su última conocida murió en la clínica clandestina que el pasado viernes las autoridades sanitarias clausuraron por el Covid.

Estos últimos días han sido complicados para Paula y Santiago. Se han sentido vulnerables por sus padecimientos y porque saben que si se contagian, será casi imposible que puedan ser atendidos en el hospital de Tlapa, el único habilitado para atender a pacientes Covid en toda la Montaña: ahí hay 15 camas para los 460 mil pobladores de los 19 municipios que integran la región.

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Paula salió empujando a Santiago en su silla de ruedas de la unidad deportiva, contenta porque a su esposo lo vacunaron, porque eso lo anima tras pasar días tristes por la pérdida de su pie, pero también nerviosa: para ella continúa el riesgo, la incertidumbre de poder contagiarse en cualquier momento y que el virus la ataque duramente y no halle una cama disponible.

El lunes arrancó la campaña de vacunación para adultos mayores en Guerrero. Llegaron 25 mil dosis que se distribuyeron en nueve municipios: Tlapa, Huamuxtitlán, Zapotitlán Tablas, Tlacoapa, Malinaltepec, Xochihuehuetlán, Zirándaro, Tlalchapa y Coahuayutla.

Seis de esos nueve municipios son de la Montaña, donde existe mayor pobreza y marginación, hay escasez de médicos y medicamentos. Los pueblos de la Montaña han enfrentado la pandemia con lo que han tenido en sus manos: cubrebocas, gel antibacterial y el encierro.

Por ejemplo, Malinaltepec tiene 20 médicos para atender a 29 mil 599 mil habitantes, es decir: uno por cada mil 500 —promedio muy alejado de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que recomienda, mínimo, un médico por cada 333 personas.

La población de Malinaltepec no ha podido cumplir con sus necesidades básicas, como la alimentación, educación y servicios médicos, y, en el contexto de la pandemia, mucho menos ha podido acatar las recomendaciones sanitarias como el lavado constante de manos con agua y jabón por las carencias.

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Según los indicadores del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en Malinaltepec 75% de las viviendas no cuentan con agua potable; en 67.19% de las casas viven hacinados y 51% de las viviendas no tienen sanitario.

Este martes, a la unidad deportiva también llegó el médico de la clínica del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSTE) en Tlapa, Germán Pintor Sánchez. Es un adulto mayor.

El médico se formó para vacunarse porque se han negado a inocular al personal de la clínica, aun cuando es de primer contacto con pacientes.

“Desde enero, durante todos los turnos estamos atendiendo a cinco o seis personas con todos los síntomas de Covid-19 y de ahí nosotros, según el caso, les damos tratamiento o los remitimos a Acapulco o Chilpancingo”, explica el médico.