Chilpancingo. — “Somos los olvidados de esa noche del 26 de septiembre, somos víctimas de facto, nadie se acuerda de nosotros ni formal ni jurídicamente. Inclúyannos en la Comisión de la Verdad, tenemos mucho que aportar”, reprochó Miguel Ríos Ney, uno de los jugadores del equipo Los Avispones, sobrevivientes a la noche de Iguala.

Miguel Ríos recibió cinco balazos. Aquel día era el inicio de temporada y Los Avispones ganaron 3 a 1 al equipo de Iguala.

Al término del partido decidieron salir de inmediato después de que se enteraron de que en el centro de la ciudad había balaceras; en realidad eran los ataques que estaban sufriendo los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.

Cuando salían, los detuvieron en un retén que instaló la Policía Federal cerca del Palacio de Justicia. Ahí estuvieron unos 15 minutos. A las 11:30 los dejaron pasar y siete minutos después el infierno se les vino encima. Policías de Iguala, Huitzuco y presuntos criminales los atacaron. Murió El Zurdito, David Josué García Evangelista, un adolescente que no tuvo tiempo de debutar; el chofer del autobús, Víctor Manuel Lugo, y otros 21 quedaron heridos, uno de los más graves fue Miguel Ríos.

Ayer, exactamente cinco años de aquella noche, Miguel fue el orador en el aniversario luctuoso. El evento fue en el polideportivo de Chilpancingo, donde entrena y juega el equipo. Al acto asistió el gobernador Héctor Astudillo Flores.

Miguel pidió al subsecretario de Derechos Humanos y Migración de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas Rodríguez, que incluya a las víctimas del equipo Los Avispones la Comisión de la Verdad que investiga el caso Ayotzinapa, pues, dijo, son testigos de toda la impunidad y de esa noche en Iguala. “Cómo olvidar esa lluvia de balas con la que fuimos rociados de manera indiscriminada y salvaje, aquellos gritos desesperados de ayuda y que nadie acudió al llamado”, dijo.

El exjugador de Los Avispones recordó cómo esa noche la Policía Federal y el Ejército en lugar de ayudarlos los maltrataron. Detalló que los agentes federales trataron de impedir que su padre lo levantara para que lo llevara a un hospital para recibir atención médica, y cómo militares del 27 Batallón de Infantería los rechazaron cuando tocaron las puertas para que los ayudaran.

El joven lamentó la resistencia de los organismos de Derechos Humanos y de atención a víctimas para catalogarlos como víctimas graves por lo que padecieron.

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