Pachuca.— El quinto cumpleaños de fue sin amigos ni familia; sólo sus padres la acompañaron ese día.

Unos globos, pastel y hamburguesas enmarcaron el aniversario que no dejaron pasar por alto, a pesar del Covid-19.

Ella es una de los más de mil niños que en han sido contagiados por el virus en esta tercera ola.

La ternurita, como le dice su familia, adquirió la enfermedad luego de que su mamá, Claudia Ruiz, se contagió en su trabajo.

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La madre cuenta que al conocer de su enfermedad, su marido, Jonathan Plascencia, decidió apoyarla y quedarse con ella para cuidarla y que a la pequeña Hadalucy la cuidaran sus abuelos.

La familia relata que a la mamá le vinieron malestares fuertes y sus temores se hicieron realidad, pues poco después se contagió su esposo y su hija.

Refieren que en el ISSSTE les negaron la atención y la prueba PCR, debido a que el padre y la hija no registraron  síntomas; ante ello tuvieron que recurrir a un laboratorio privado y un médico les confirmó positivo por la variante Delta.

Posteriormente, el médico les dijo que lo peor para la pequeña  ya había pasado: tres días con fiebre y catarro leve; aunque recomendó que el resto lo pasaría confinada  en espera de que la tormenta pasara y saliera negativa en otro test.

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Durante su encierro, Claudia afirma que se dedicó a orar para que su familia saliera adelante, pero reconoce que la niña no lo pasó bien,  pues aparte de la enfermedad, recién se habían mudado a su actual casa, lo cual fue más incómodo para Hadalucy.

“Fue muy complicado, preguntaba ‘por qué no puedo salir o ver a mis abuelos’ y sólo podía asomarse a la ventana, a lo que le contestaban que ‘afuera hay un bichito  que no nos dejaba salir’”, relata la madre.

Hadalucy tuvo que pasar encerrada 12 días con sus padres, además de que previamente había pasado una semana confinada con sus abuelos. El día que Hadalucy salió del aislamiento, lo primero que hizo fue ir a los juegos de colores a correr y sentir la libertad que el virus le había arrebatado.

Hace un año, recuerda Claudia, aún tenía el hábito de levantarse temprano para ir a la escuela, pero con la pandemia su rutina acabó de la noche a la mañana y, cuando esto pasó, empezó a estar más irritable, incluso más retadora.

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Hadalucy anhela volver a la escuela y la pregunta más constante que le hace a sus padres es: “¿Cuándo voy a regresar?, ¿cuándo voy a conocer a mis maestras?”.