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Durango.— Pasaron 11 meses desde la primera denuncia. El 8 de octubre de 2018, Sofía, una mujer de Gómez Palacio, Durango, denunció penalmente al hermano lasallista Alejandro “N”, por delitos de abuso sexual agravado y violación en grado de tentativa. Tres órdenes de aprehensión y 11 meses después, finalmente el religioso fue detenido en el estado de Sonora.

Pero para Sofía, así como para Ana Lucía y Cecilia Guadalupe, otras dos jóvenes que se sumaron a la denuncia, los abusos sexuales y tocamientos los arrastran desde al menos 2016.

Fue en ese año cuando Sofía, Ana Lucía y Cecilia, originarias de Gómez Palacio, Monterrey y Saltillo, respectivamente, así como otros estudiantes lasallistas, acudieron como voluntarios misioneros a El Salto, Durango, donde el hermano Alejandro era el director.

En las narraciones y denuncias de las tres mujeres revelan cómo “operaba” el religioso: las presionaba a participar en “terapias” individuales para superar problemas y después las orillaba a desnudarse o las tocaba. También se aprovechaba de lesiones o malestares para realizar tocamientos sexuales.

El 3 de diciembre de 2018, EL UNIVERSAL publicó en exclusiva seis testimonios de voluntarias lasallistas sobre los presuntos abusos del religioso. Sofía, la primera que denunció, contó que el hermano Alejandro se aprovechó de su miedo a la oscuridad para ofrecerle en un inicio una “terapia” para ayudarla en ello y en su autoestima. Pero en las supuestas terapias, el religioso lasallista la manipulaba para que “modelara” semidesnuda. En otros episodios le tocó los senos o el área genital.

A su compañera Ana Lucía Sandoval, quien denunció ante la fiscalía de Durango el 10 de diciembre, le ocurrió algo parecido. También le señaló que tenía problema de autoestima e inseguridades y la orillaba a desvestirse.

Cecilia denunció el 18 de diciembre de 2018. Ella refirió que en dos ocasiones, sin su consentimiento, el hermano se aprovechó para manosearla semidesnuda, argumentando que necesitaba frotarle alcohol por un problema de la joven. En otro momento, la voluntaria padecía unos cólicos muy fuertes y el hermano insistió en ponerle una pomada y tocarle la vagina.

Lasallistas no colaboraron. Desde el caso de Sofía, la institución lasallista desestimó la denuncia. El visitador del Distrito México Norte, José Gabriel Alba Villalobos, les prometió, antes de que interpusieran una denuncia penal, que cambiarían al hermano y lo mandarían a terapia. Nada ocurrió.

Después lo presionaron para que lo destituyeran de sus hábitos y el visitador les echó en cara que no eran una autoridad moral ni legal para decirles qué hacer. “Ustedes no pueden decidir quién puede o no ser hermano. ¿Sólo porque dicen ustedes lo vamos a destituir?”, les expuso el hermano visitador. La familia decidió entonces demandar y hacer público el caso.

Sin embargo, fue en enero cuando el juez de Control del Centro de Justicia para las Mujeres en Durango giró las órdenes de aprehensión. El Distrito México Norte de los lasallistas envió un comunicado asegurando que estaban colaborando tanto con las autoridades como con la familia.

No obstante, las familias siempre señalaron el posible encubrimiento y protección por parte de la orden hacia el hermano Alejandro, pues nunca informaron su ubicación o su paradero.

El pasado martes, con el apoyo de la fiscalía de Sonora —estado de donde es originario el religioso—, las autoridades lograron detenerlo. Será este viernes cuando se lleven a cabo dos audiencias de vinculación a proceso.

“Tengo confianza en que se aplique la justicia y me siento bastante fuerte para todo, para cualquier cosa que tenga que enfrentar”, declaró Sofía a EL UNIVERSAL una vez se dio a conocer la captura.

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