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Las zapatillas de ballet, los tutús y las elegantes piruetas que comúnmente se ven en un clásico como El Cascanueces, fueron sustituidos por acrobacias, magia y efectos especiales en la versión que la Compañía Acrobática Dalian de China hizo de este clásico del ballet en el escenario del Teatro Metropólitan el viernes pasado.

En una combinación entre lo clásico con lo moderno, el público pudo darse cuenta de qué iba a ver en escena cuando la protagonista apareció disfrutando de una nevada, cuyos copos de nieve estaban representados por acróbatas en patines que usaban una especie de boomerangs en cruz para simular la caída de la nieve.

Un juego de cambio de vestuario ante los ojos del público y los trucos de un mago fueron los siguientes actos que se realizaron durante la cena de Navidad, que retoma parte de la historia original de Marius Petipa, porque en la versión que presentó esta compañía la protagonista se llama Martha y no Clara, y realiza un fantástico viaje hasta el lejano Oriente.

En uno de los primeros números circenses un equilibrista que intentó llegar a la cima de una pila de botellas y cilindros en tres ocasiones no logró mantenerse más que unos segundos, aún así el público lo apoyó y le dio un aplauso por su esfuerzo.

La gente pudo ver conforme iban pasando una a una las piezas que componen esta sinfonía, actos bellos y a la misma vez llenos de adrenalina, como en el momento en que una muñeca sube en puntas hasta lo alto del árbol de Navidad y ya arriba hizo gala de su fuerza y elasticidad al contorsionar su cuerpo; o cuando al fin el Cascanueces hizo su aparición, pero esta vez no era un soldado inglés, sino un guerrero samurái que entre el manejo de banderas y acrobacias con aros gigantes, sorprendió al público.

Uno de los instantes más bellos fue el encuentro del Cascanueces con Martha, cuando la gente pudo ver algunos momentos de ballet clásico, combinado con algunas secuencias de pulsaciones y acrobacia, mientras un grupo de acróbatas utilizaban platos chinos para representar de una manera diferente una nevada haciendo pirámides, sin dejar de dar movimiento a los copos con las varillas en sus manos.

Al parecer los actos más impresionantes fueron guardados para el segundo acto porque tanto los números aéreos como lo realizado en piso fue espectacular.

Cinco expertos en el manejo de boleadoras fueron quienes se llevaron la noche, al presentar un número no sólo lleno de fuerza y destreza sino además de audacia, porque hacían volar este instrumento utilizado por los gauchos argentinos para la caza, y las atrapaba en el aire después de realizar algunos saltos o cargadas, haciendo que la gente casi estuviera al borde del asiento.

Monociclos, acrobacia con cintas, equilibrio con paraguas y hasta la cuerda floja, son algunos de los actos circenses que siguieron. Al final los presentes recompensaron a estos artistas, con un fuerte aplauso.

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