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Juan Ríos, actor de la puesta en escena Los chicos de la banda, es claro con los potenciales espectadores: “No tienes que ser gay para venir y nosotros no somos excluyentes”.

Han pasado 10 días desde que se estrenó esta puesta en escena y el reto sigue siendo llevar al público hasta el Teatro Xola para que se dé la oportunidad de reír y reflexionar (igual que hace cinco décadas) sobre el tema de la diversidad.

“Sí van a ver un mosaico de personalidades gay pero son personas antes que todo, son seres humanos cuya gama emocional es la misma que la de los heterosexuales, que también sienten que no son amados, que se equivocan y que son crueles, cuando ven ese retrato los espectadores se sienten identificados”, señaló Ríos.

Juan, junto a Horacio Villalobos, Carlo Guerra, Alfonso Soto, Constantino Moran, Pedro Mira, Gytemberg Brito, Luis Lesher y Juan Carlos Martin del Campo fueron los elegidos para dar vida a esta historia escrita por el dramaturgo Mart Crowley.

Es el cumpleaños de Harold (Constantino Moran) y su amigo Michael (Horacio Villalobos) le ha organizado una gran fiesta donde recibirá como regalo a un joven prostituto (Carlo Guerra); todo iba bien hasta que se presenta de improviso Alan (Pedro Mira), amigo del anfitrión y quien ignora que es homosexual.

“El reto es mostrar una obra de teatro que se estrenó hace 50 años, en 1968, y que actualmente sigue siendo un tema fuerte y controversial. Pero lo que quiero evidenciar es que si bien no todo está resuelto, como los crímenes de género o la homofobia, también hay cosas maravillosas; por ejemplo, que podemos hablar del tema y que sea el amor el que nos haga persistir como especie”, dijo la directora Pilar Boliver.

Cuando se montó Los chicos de la banda por primera vez en México en 1974, también fue una mujer quien se encargó de dirigirla, la activista Nancy Cárdenas.

“La visión de la mujer en lugar de reducir la situación, la hace compleja porque Pilar es una mujer completamente de teatro, porque lo mismo hace adaptación que realiza vestuario, y es muy minuciosa como directora con cada uno de los personajes”, dijo Juan, quien asegura que desde hace dos semanas han tenido el Teatro Xola casi lleno.

De esta forma se deja de lado uno de los miedos de su productor y uno de los actores principales, Horacio Villalobos, quien temía que la polémica envolviera a este montaje como hace cinco años a la obra Un corazón normal.

“Cualquier polémica es buena porque funciona como publicidad y aunque sea por morbo o chisme vayan a verla, porque es un texto poderoso, gracioso, sarcástico y real, incluso hóstil en ciertas partes, nos muestra cómo se relacionan los seres humanos”, dijo Carlos Guerra.

Juan Ríos explica que esta obra sigue funcionando después de cinco décadas porque permite ver cuánto se ha avanzado en los derechos de la comunidad LGBT, pero también el terreno que falta por ganar.

“Hay homofobia, racismo, misoginia, clasismo dentro de la misma comunidad, por lo tanto es compleja y no es panfletaria, se trata de hacer una radiografía del universo homosexual, de cómo lo vivían en ese momento, porque además de un delito era considerada una enfermedad”.

Para el texto de Crowley, la búsqueda del elenco fue exhaustiva, porque Pilar necesitaba verdaderos actores, no figuras mediáticas.

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