Hace poco más de una década, si alguien veía a en eventos públicos, podía notar la presencia, junto a él, de una chica seria, atenta a todo lo que se le solicitaba al actor.

Era Katina Medina Mora, quien acababa de obtener una maestría en cine, en Londres, y había encontrado lugar en Canana, la compañía fundada por Gael y Diego Luna, donde hacía sus pininos en la industria.

Hoy tiene en sus manos el boleto de avión que la llevará a Francia, para trabajar en la nueva temporada de "Emily in Paris", serie de Netflix protagonizada por Lily Collins, donde ya estuvo a cargo de dos episodios.

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La realizadora también dejó en su cajón otro boleto que la trasladó a Corea, donde dirigió XO, Kitty, spin off inspirado en las películas A todos los chicos que me enamoré.

“Es curioso, aquí (México) me han rechazado de producciones de thriller porque no tengo experiencia, aquí como mujer es tremendo que haya una sensación de que nunca terminas de demostrar, afuera no hay ese problema”, dice.

“Antes de la primera temporada de Emily in Paris yo no tenía ninguna cosa de comedia, ningún crédito fuera de México y esta serie era gigante. No tenía según yo cómo ganarme el lugar en el sentido curricular, pero hubo confianza de la gente en mí, y eso no pasa en México”, agrega.

A la par de asistir a García Bernal, Katina comenzó a hacer lo mismo en cintas como Voy a explotar, de Gerardo Naranjo, y Oveja negra, de Humberto Hinojosa. En 2013, cuando tenía 33 años, logró rodar su ópera prima LuTo, que costó 100 mil pesos y 15 días de filmación.

En 2015 realizó Sabrás qué hacer conmigo, con Ilse Salas y Pablo Derqui, para luego ser elegida en algunos episodios de Historia de un crimen: la búsqueda, basada en el caso de la niña perdida Paulette, quien fue hallada muerta días después en su propia cama, y Selena: la serie.

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“El teatro siempre fue mi primer amor, fue lo que dirigí inicialmente, quería ser actriz pero era muy mala (risas). En cine fue difícil dar el paso hace 15 años, cuando las mujeres no teníamos el apoyo de hoy, al que aún le falta mucho por recorrer. Aquí todavía siendo cineasta o directora de fotografía te dicen ‘sí señor’ en el set, hay una cultura muy impregnada de eso, hay que ir acabando con ello”, comenta.

El cine le llegó por antecedente familiar, pues sus padres son cinéfilos y ella guardaba con recelo sus abonos para poder ir a la Muestra de Cine y ver la mayor cantidad de películas posible. Luego pensó que sería mejor comenzar ahí y después intentarlo en teatro, donde realizó trabajos universitarios.

Recién reestrenó la puesta en escena Blackbird, con Cassandra Ciangherotti y Alejandro Calva, que habla sobre el abuso infantil, en donde la víctima enfrenta a su atacante, tras pasar años en prisión.

“La parte más oscura para mí, porque al final tenía claro lo de la víctima, era ser objetiva y ver que en este caso el hombre ya pagó una condena y eso cambia las cosas a como normalmente ocurre, donde no son castigados”, recuerda.

Emily in Paris fue su entrada a las grandes ligas. En la segunda entrega dirigió los episodios cinco y seis (“x” y “Boiling point”), ahora en la nueva tendrá también un par a su cargo.

“Será reencontrarme con amigas y amigos, un equipo sensacional. Para entrar, como en todos lados, te hacen preguntas y ven tu idea, creo les gustó lo que hice y por eso me volvieron a llamar”, dice.

Mexicana pone su sello en "Emily in Paris"
Mexicana pone su sello en "Emily in Paris"

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